La Agrupación Escénica Unos Cuantos retoma las representaciones con ‘La tienda impropia’ este viernes en Solares
La Agrupación Escénica Unos Cuantos reanuda sus representaciones tras el parón generado por la covid.
Lo hace recuperando los dos montajes que tenía activos antes de la pandemia.
Así, este viernes 29 de abril, a las 20.30 horas, en el centro cultural Ramón Pelayo de Solares se representará «La Tienda Impropia».
Y a lo largo de mayo y junio habrá representaciones en Santander, Oruña y Liendo.de esta obra o de «Imágenes del otro lado».
La Agrupación Escénica Unos Cuantos se constituyó, como asociación sin ánimo de lucro, en octubre de 2012. Cuenta con más de veinte actores y actrices de diversas edades (desde la veintena a más de setenta años) y distintas profesiones, unidos por su afición al arte dramático.
Su director y principal dramaturgo, Juan Manuel Freire, ha dirigido grupos de teatro en institutos de Extremadura y Cantabria, y, durante 5 cursos, el Taller de Teatro de la Universidad de Cantabria.
En su andadura, la Agrupación Escénica Unos Cuantos ha puesto en escena una docena de montajes, en su mayoría obra de J.M. Freire, entre los que cabe citar “Teatro en crisis”, “Una obra de arte”, “La Odisea”, “Imágenes del otro lado”, “La tienda impropia” y “La rosaleda. Pasan de cien sus actuaciones en Cantabria, Extremadura, Madrid, Asturias, Castilla y León y A Coruña. Aunque muy mayoritariamente sus escenarios son teatros o centros culturales, no desdeña las calles, cafés o plazas para presentarse ante el público.
Entre sus señas de identidad, destaca el compromiso social, que la lleva a hacerse eco de preocupaciones sentidas por amplios sectores de la ciudadanía y a crear y representar textos que les den voz. En el mismo sentido ha colaborado con organizaciones solidarias o de apoyo humanitario como Amnistía Internacional, Plataforma contra la Exclusión Sanitaria o Interpueblos, entre otras.
Ese afán no excluye otras temáticas, tanto dramáticas como en clave cómica, de carácter lúdico, siempre encaradas con elevado nivel de exigencia artística. Una de estas últimas, LA TIENDA IMPROPIA, es la que se presenta en esta ocasión.
El caché de sus diferentes espectáculos, y los gastos derivados del montaje, se atiene a las posibilidades de las instituciones o empresas programadoras y a los distintos públicos, lo que incluye, en muchos casos, si no existe presupuesto la vieja tradición de “pasar la gorra”.
LA TIENDA IMPROPIA
En una tienda, cabe un mundo. Suceden tantas cosas en su interior que sólo con imaginar uno de estos establecimientos surge una infinidad de argumentos. Pero ¿qué ocurrirá si a esa tienda le damos una vuelta de tuerca y la convertimos en impropia? Eso pasa con la que se presenta en esta ocasión. La regentan dos personajes novelescos, un anticuario y su empleado. A ambos, los objetos los implican afectivamente, su valor no lo mide el dinero. ¿Qué no sucederá si aparecen dos clientas que ambicionan hacerse con parte de ese universo mítico?
“LA TIENDA IMPROPIA” se subtitula como juguete cómico. Cuidado, sin embargo. Porque con un juguete se juega a veces a cosas serias, y tras la risa pueden asomar asuntos graves. Algunos tildarán a esta obrita –de alrededor de hora y cuarto de duración- de comedia amorosa; pero no faltará quien, burla burlando, la vea, como una sátira del mercantilismo instalado en nuestra sociedad. Bajo su apariencia de disparate, late el afecto hacia esos objetos que se convierten en prolongación de nuestro yo. Y en su argumento, la vida misma se vuelve literatura.