«Cuando el mar se lleva mi obra, experimento una sensación de paz y justicia»
Una cuerda a modo de compás y un rastrillo de jardinero son las herramientas con las que Quirze pinta sus mandalas efímeras en playas de todo el mundo. Aprovecha las mareas vivas para realizar sus intervenciones en la plancha de arena que queda desnuda cuando el mar se retira. Un lienzo natural a su disposición durante cinco o seis horas. Ese es el tiempo que tiene para terminar su intervención antes de que el mar conquiste de nuevo ese terreno que le pertenece. Arte efímero. «Para mí, es un alivio cuando el mar se lleva mi obra. Experimento una sensación de paz y justicia. La naturaleza es quien me presta el espacio y la naturaleza es quien lo recupera de forma natural. Lo cierto es que si mi dibujo perdurase, me generaría presión», explica Quirze para El Faradio.
Hasta hace cinco años, este catalán ni siquiera sabía que tenía esta habilidad. Todo comenzó un poco por casualidad durante un viaje a Tanzania, donde un masai del Serengueti le explicaba en una playa la historia de su tribu mientras con un palo iba haciendo dibujos en la arena, como viñetas de un cómic. «Al regresar al hotel, encontré un rastrillo de jardinero y bajé a la playa de nuevo para intentar simular la técnica del masai. Hice algunas figuras sencillas, como un caracol y cosas así, lo que me permitió comprobar cómo quedaba marcado el contraste entre la arena seca y la húmeda».
ENAMORADO DE CANTABRIA
A partir de ahí comenzó una afición que le ha llevado por playas de distintas partes del mundo, aunque las que más frecuenta son las del cantábrico. «Son las que más cerca tengo y la verdad es que me he enamorado de Cantabria», confiesa.
Los operarios del aeropuerto Seve Ballesteros ya conocen a este pasajero que factura su rastrillo como equipaje especial. «A veces en los aeropuertos tengo que enseñar las fotos para que entiendan por qué facturo un artículo tan poco habitual. Podría comprar uno cada vez, pero yo me siento cómodo con mis herramientas».
Un gran mapa de mareas se ha convertido en la brújula de este catalán que, una vez al mes, aprovecha el efecto de la marea viva para desplazarse hasta alguna playa en la que poder evadirse de todo dibujando un mandala enorme. Tanto como 3.000 metros cuadrados, que es la superficie media que suelen ocupar. «En realidad disfruto tanto de esas escapadas que me permiten conocer playas fascinantes como del propio dibujo. Escaparme aprovechando la excusa de las mareas se ha convertido en mi pasión y da igual si la marea no coincide con el fin de semana. Es mi prioridad. Lo mismo voy un martes que un sábado».
EL ENCANTO DE LA IMPROVISACIÓN
En una vida cotidiana marcada por un trabajo donde «todo tiene que ser perfecto y estar planificado», asegura que esos dibujos le permiten improvisar y le aportan mucha paz. «Dependo de muchos factores que escapan a mi control: la dirección del viento, la marea, la arena, las lagunas que pueda dejar el mar, la presencia de gente paseando…..» y eso, cuenta, es parte del encanto de lo que hace. «Me considero víctima del capitalismo, de ese consumo descontrolado que solo genera despilfarro. Poder hacer estos dibujos es mi terapia, tiene un poder de sanación brutal». Añade que el hecho de necesitar únicamente un rastrillo para realizar sus intervenciones también le demuestra que es posible ser feliz con poca cosa.
Quirze no da mayor importancia a lo que hace, más allá de que le está permitiendo disfrutar «un montón» de la crisis de los 40. Afirma que no sabe dibujar y que es incapaz de hacer eso mismo en un papel. Cuando arrastra su rastrillo por la arena, no ve el resultado hasta el final, cuando está terminado y sube al acantilado a ver el resultado o levanta el dron que tiene desde el año pasado y lo ve a vista de pájaro. «A pie de arena el dibujo es tan grande que no se aprecia en absoluto, es necesario coger perspectiva para poder verlo».
Reconoce que alguna vez le ha quedado «un churro» y, por eso, le parece genial que sea una obra tan efímera.
#NOPLASTICINTHEOCEAN
Pero lo que comenzó siendo un hobbie, se ha convertido, con el tiempo, en algo mucho más profundo que pasa por hacer crítica social. Por eso sus intervenciones en playas van ahora muy ligadas al #noplasticintheocean, un movimiento que pretende concienciar sobre la problemática que presenta la presencia, cada vez mayor, de plásticos en los océanos del mundo.
Explica qu, en muchos arenales que ha visitado, no ha podido disfrutar debido a la cantidad de microplásticos que ha encontrado y que llegan a impedir que se marque la diferencia de color entre arena seca y arena mojada.
«El primer impacto fue en un parque natural de Croacia, pero es que también me ha pasado en Langre. Es inexplicable que en un paraje tan natural y en mitad de invierno, como pasó en Langre, la playa aparezca repleta de microplásticos. Si eso está depositado en la costa, no puedo imaginar lo que hay en el mar». A raíz de estas experiencias, ha encabezado iniciativas para concienciar sobre cómo estamos destruyendo nuestro planeta y las consecuencias que eso puede tener.
En Huelva, por ejemplo, se unió a Quique Bolsitas , un profesor sevillano que recoge basura por toda España practicando ‘plogging’, y juntos convocaron a 60 personas en el Parque Natural de Doñana, donde que estuvieron recogiendo basura mientras él hacía un dibujo. «Es un poco para que la gente tome conciencia».
EL PODER DE LOS MANDALAS
Los mandalas son representaciones simbólicas espirituales y rituales utilizadas en el budismo y el hinduismo. Son figuras y formas geométricas concéntricas que representan las características más importantes del universo y de sus contenidos.
Quirze al principio se sorprendía cuando había personas que entraban hasta el centro de sus representaciones y alzaban los brazos para cargarse de energía. Reconoce que no ha profundizado en toda esa espiritualidad, aunque sí afirma «sentirlo espiritual, pero mío. Es un ejercicio muy sano, muy económico que puede practicar todo el mundo independientemente de la edad o de las habilidades artísticas. Recomiendo a la gente que lo pruebe, porque es muy interesante dar rienda suelta a la creatividad de cada uno».
A los dibujos de mandalas añade ahora, como un nuevo reto, la representación de rostros. «No tengo claro que sea capaz, pero estoy probando, por ejemplo, a hacer distintas tonalidades rastrillando con más suavidad o utilizando el rastrillo del revés para conseguir efectos distintos. Lo estoy intentando por aquello de querer complicarme un poco más».
Con la llegada del verano, Quirze tendrá que aparcar su rastrillo hasta que las playas vuelvan a estar vacías o, al menos, no tan saturadas. Confía en poder aprovechar todavía la marea viva de junio para desplazarse hasta Asturias y después, el siguiente viaje programado es a Mataleñas en septiembre, donde comenzará a rodar ese documental que ya está preparando en torno al poder de sanación del arte efímero.