«Los jueces perseguimos en bici a corruptos que escapan en Mercedes»
‘La patria en la cartera. Pasado y presente de la corrupción en España’ es el título del libro que ha publicado este magistrado, una persona ya con una importante presencia mediática y que suele incidir en los problemas que tiene la Justicia en nuestro país. Este martes por la tarde estará en la Vorágine, la librería de la calle Cardenal Cisneros de Santander, a las 19:30 para presentar el libro.
En su libro identifica el traslado de una manera de funcionar desde el franquismo hasta la democracia, por la cantidad de personas que mantuvieron una posición política, empresarial o laboral, especialmente dentro de la administración.
Incluso recuerda un caso de Cantabria como el de Juan Hormaechea, presidente autonómico (fallecido a finales de 2020), que había ocupado cargos públicos al final de la dictadura y «después siguió en política en democracia y perpetró todo tipo de abusos de poder», según cuenta en una entrevista EL FARADIO DE LA MAÑANA, en Arco FM.
Bosch disculpa el papel de la justicia en cuanto a lo que se refiere a la persecución de la corrupción, porque se establece una lucha muy desigual. lo explica con una frase muy gráfica: «los jueces perseguimos en bici a corruptos que escapan en Mercedes».
Precisamente por las «continuidades» que hubo pese a la Transición, «el sistema judicial se ha adaptado a las dinámicas del sistema institucional que se configuró durante esa etapa política con grandes secuelas del régimen anterior», afirma el magistrado.
Algo que señala especialmente es que «no se consideró aceptable que hubiera órganos independientes que hicieran una labor de vigilancia», por lo que esos organismo que debían proteger a la sociedad de los abusos de poder acabaron @colonizados» por personalidades políticas que también tenían un vínculo con la dictadura anterior.
El caso más claro de esto, a juicio de Bosch, es el Consejo General del Poder judicial, que ahora está en un proceso de renovación bloqueado. Pero también se refiere a otros «como el Tribunal Constitucional, la Fiscalía o el Tribunal de Cuentas. Esto ha dificultado bastante el control de la corrupción».
Además de esto, señala otros problemas que sufre nuestro país en concreto, como que «estamos a la cola en jueces por habitante y a la cabeza en el número de políticos corruptos». Por eso señala que el problema de los delitos de corrupción «no puedes ser responsabilidad de jueces y juezas, sino de que no se nos dota de medios suficientes». Se trabaja con mucha lentitud, y cuando se consigue detectar alguna práctica de esta índole, suele ser demasiado tarde, porque el daño ya está hecho y muchas veces «el dinero acaba en paraísos fiscales».
Esa misma falta de medios la detecta en otro ámbito muy sensible de la administración de justicia, como son los juzgados específicos de violencia de género, que también van muy por detrás de las necesidades de la sociedad.