El espíritu de ‘La Barraca’ vuelve a La Magdalena 90 años después
Nueve décadas han pasado desde que, en agosto de 1932, se fundara la Universidad Internacional de
Verano de Santander, que en 1945 pasaría a denominarse con el nombre por el que hoy se conoce: Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
También en ese mismo verano comienza su andadura ‘La Barraca’, una compañía ambulante de teatro universitario que, bajo la dirección de Federico García Lorca y Eduardo Ugarte, pretendía acercar las obras del Siglo de Oro
español a aquellos rincones de nuestro país tradicionalmente olvidados por la cultura.
Ambas instituciones, fruto del impulso que la Segunda República se esforzó en dar a la cultura, volvieron a encontrarse esta semana en el marco de los Cursos de Verano de la universidad.
Inmersa de lleno en las celebraciones de su 90 aniversario, la UIMP ha acogido el curso de verano La Barraca en Santander: teatro, cultura y universidad, así como la representación teatral de la obra Cielo Calderón. La vida es sueño según Lorca, una muestra abierta del trabajo escénico realizado por los alumnos del curso y el recital Los clásicos en La Barraca. A todas estas actividades se suma a la exposición La Barraca. Teatro y universidad: ayer y hoy de una utopía, que puede verse hasta el 2 de septiembre en la Casa de los Guardeses de la Península de la Magdalena.
Las jornadas del 24 al 26 de agosto se han centrado en recordar la figura de ‘La Barraca’, algo que no podría hacerse sin tener en cuenta el contexto histórico en el que fue creada.
Los años 30, en España, vinieron cargados de políticas culturales que “encendieron una llamarada de esperanza y de ilusión en muchos españoles y depositaron la fuerza de su pasión en la tarea educativa y cultural”, afirmó el exvicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, durante su ponencia La Barraca y la política cultural de la Segunda República. Se trata, no en vano, de los últimos años de la conocida como ‘Edad de Plata’ de la cultura española en los que “se concita una cantidad de intelectuales, creativos, poetas, novelistas y pintores tan extraordinarios que sólo tiene comparación con lo que ocurrió en el quattrocento y en el cinquecento en Florencia”, en palabras del expolítico sevillano.
La Barraca. Teatro y universidad: ayer y hoy de una utopía
Vestidos con sus característicos monos azules los componentes del proyecto teatral, principalmente estudiantes de Filosofía y Letras y de Arquitectura, recorrieron entre 1932 y 1936 la península ibérica, representando obras de teatro clásico español en diferentes zonas de “la España rural, entonces nada vaciada”, como la ha definido Javier Huerta, catedrático de Literatura en la Universidad Complutense de Madrid y director del curso que se ha desarrollado esta semana en el Palacio de la Magdalena. Este carácter ambulante es el que trata de plasmar la exposición La Barraca. Teatro y universidad: ayer y hoy de una utopía que trae su esencia al presente a través de baúles y maletas que recrean aquellos que utilizaba la compañía en el desempeño de lo que Huerta, que también es comisario de la exposición, define como “un ejercicio de generosidad”.
Representaciones teatrales
Si ‘La Barraca’ siguiera recorriendo hoy día los caminos con su camioneta se encontraría un público bastante distinto de aquel que, como ha explicado el director del curso, “rompía constantemente la cuarta pared, no por mala educación sino porque creían que aquello era real”. Aún así, ha añadido que, pese a que “en la era digital a la gente ya no le sorprende nada”, el teatro sigue atrayendo espectadores. El catedrático opina que esto se debe a que, rodeados de tecnología, a las personas “les apetece ver una cosa que no tiene trampa ni cartón”.
El encuentro no se ha planteado como meramente teórico, y se ha combinado con diferentes actividades escénicas. La primera de ellas ha sido la representación, a cargo de los estudiantes del máster en Teatro y Artes Escénicas y del doctorado de Estudios Teatrales de la Universidad Complutense de Madrid, de la obra Cielo Calderón. La vida es sueño según Lorca.
Esta creación es fruto de las actividades que el Instituto del Teatro de Madrid —según explica su director Julio Vélez— lleva desarrollando durante todo el año con motivo del 90 aniversario de la creación de La Barraca. Se trata de una “reconstrucción historicista” de la obra, tal y como se estrenó en Santander en 1933, comenta Vélez, que también es secretario del curso La Barraca en Santander: teatro, cultura y universidad: “Se han reproducido los figurines, la música y, sobre todo, el ambiente”.
Se han recreado aquellas noches de teatro en el Patio de Caballerizas y, en el lugar donde ‘La Barraca’ instalaba su escenario, se ha colocado el decorado, réplica del que Benjamín Palencia dibujó en su día para la representación de La vida es sueño.
Allí se ha vuelto a ver el primer acto de Cielo Calderón y además, —trasladando la escena a un lugar poco convencional— los alumnos del curso de verano han ofrecido en el hall del edificio una muestra abierta del trabajo realizado estos días en los talleres impartidos por José Mª Esbec, director del Teatro Principal de Zamora. En ella, los estudiantes han trabajado sobre el poema de Antonio Machado La tierra de Alvargonzález, dando forma a un “ejercicio escénico modernizador”, como lo ha definido Julio Vélez, secretario del curso y director del Instituto del Teatro de Madrid.
Como cierre al encuentro, en la jornada del viernes los actores Eva Rufo y Juan Meseguer han ofrecido un recital con textos previamente preparados por el profesor Javier Huerta.
Relación de la UIMP con La Barraca
Más allá de la coincidencia en el tiempo, del carácter universitario y del hito cultural que supuso la creación tanto de la UIMP, entonces Universidad Internacional de Verano de Santander, como de ‘La Barraca’, ambas instituciones tienen, hasta la desaparición de la segunda con el comienzo de la Guerra Civil, una estrecha vinculación.
Es el poeta Pedro Salinas, primer secretario general de la UIMP, quien propone en 1930 a los alumnos de la Universidad Complutense de Madrid que no se limiten a estudiar el teatro, sino que lo practiquen. Esta idea, que Salinas toma de sus viajes por Francia y EE.UU y traslada a los estudiantes, es el germen de lo que acabará siendo una compañía que, en palabras del ex político Alfonso Guerra, “cambió el teatro”
Por otro lado, tanto la universidad de Verano de Santander como ‘La Barraca’ son creadas bajo el impulso del entonces ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Fernando de los Ríos, dentro de las medidas que lleva a cabo para mejorar la cultura y la enseñanza durante la Segunda República.
Ya en la inauguración de los cursos de la universidad, en el verano de 1933, la camioneta de ‘La Barraca’ hace una parada en la Península de la Magdalena. Durante tres noches, en un escenario instalado en el Patio de Caballerizas, los universitarios representan obras de Cervantes, Lorca y Calderón. Estas funciones nocturnas se repiten en los veranos sucesivos hasta 1935, como recuerda una placa conmemorativa instalada en ese lugar. Es en la capital cántabra donde la compañía, en palabras de Javier Huerta, tiene más éxito, al tratarse de “un teatro universitario y dirigirse a un público universitario, más culto”.
En 1936, la Guerra Civil pone fin al proyecto teatral tras cuatro años en los que se representaron un total de 13 obras en 74 localidades. Sin embargo, nueve décadas después, el espíritu de ‘La Barraca’ que Javier Huerta define como “una de las aventuras culturales más fascinantes en la España del S.XX”, sigue vivo. Y con él, el nuestro, ya que en palabras de Federico García Lorca: “Un pueblo que no fomenta su teatro, si no está muerto, está moribundo”.