El Puerto de Santander ‘encuentra’ nuevas formas de reforzar la vigilancia tras meses de fiarlo todo a la instalación de cuchillas
El Puerto de Santander ha descubierto las posibilidades de la tecnología de los drones para vigilar sus instalaciones en su cruzada contra los intentos de acceso (durante meses se llamó a quienes lo intentaban polizones, pese a que la palabra implica el propio hecho de embarcar que se abortaba la mayoría de las veces, el 98% de las veces, para ser exactos).
Tanto el Puerto como el Gobierno han anunciado este lunes el proyecto ‘Airdrone Port Security Systems’ , ligado a la vigilancia y a la seguridad portuaria.
Durante prácticamente todo un año, el Puerto de Santander y sus voces amplificadoras en las instituciones y otros foros defendieron que la única posibilidad para frenar los accesos era la instalación de las cuchillas en los muros, las llamadas concertinas (que ya ni se usaban en la frontera sur de Ceuta y Melilla, con una evidente mayor presión migratoria que el puerto de una capital con poca población).
De no hacerse así, se dijo –igual que tiempo atrás se argumentó con el muro en sus instalaciones–, se irían líneas marítimas, no habría inversiones, desaparecería un activo económico de la comunidad. Daba igual que la realidad lo desmintiera: en todo ese tiempo se anunciaron inversiones como la de Boluda, se ha celebrado el aniversario de la creación del Puerto y se ha presumido de datos históricos, de récords sólo interrumpidos por los efectos en el comercio internacional de la guerra en Ucrania.
La dimensión real de lo que los peores propagandistas que ha tenido nunca el Puerto (partidos como PP o PRC llevaron a las instituciones mensajes de que aquello era un «coladero», la «casa de tócame Roque», en la que «todo el mundo entraba como Pedro por su casa) fue, a la hora de la verdad, 10 accesos consumados en 2020, cifras parecidas en 2021 y ninguna carga devuelta.
Existe otro factor no suficientemente tenido en cuenta en la defensa de las cuchillas como método: si bien se paralizó la ampliación de las concertinas a todo el perímetro del Puerto, las hay ya en un tramo, pequeño, de menos del 10%: es decir, si se fueran a producir accesos indiscriminados por la falta de ese dispositivo concreto, ya se estarían produciendo en más del 90% de sus instalaciones, con las consecuencias auguradas por el Puerto.
La realidad desmentía al Puerto de más modos: con la evidencia de que el resto de puertos del norte que conectan con Reino Unido, de Coruña a Bilbao también vivían los intentos de acceso, frenados con otros métodos, como el refuerzo de la seguridad o la vigilancias.
Con este proyecto, en el que trabajan CTC e INTEDIG, se pueden realizar actividades como la monitorización de la zona portuaria, vigilancia del perímetro del puerto y sus accesos, seguimiento de intrusos y detección de conductas sospechosas.
Es un proyecto que cuenta, tras seleccionado entre otros aspirantes, con financiación estatal: durante meses el Puerto desvió la polémica de la mera gestión que intentaban presentar a lo político, derivando la responsabilidad de la solución al Estado (de cuya estructura forma parte, paradójicamente), a quien reprochaba que no dotara con suficientes agentes de la Guardia Civil. Nuevamente los datos le desmintieron, recordándosele desde las más altas instancias del cuerpo tanto el incremento de los efectivos como el descenso de los accesos.
Porque durante un tiempo el Puerto acabó siendo incapaz de sostener su falso dilema: o cuchillas o caos, que trató de evolucionar a o guardias civiles o cuchillas. Ambos falsos dilemas –uno invalidaba al otro- obviaban la realidad de lo que hacían el resto de puertos, e incluso medidas que se podían tomar porque las tomó el propio Puerto después, como la contratación de seguridad privada, acción que dependía del propio Puerto en lugar de otra administración.
Si no valen los argumentos mostrados por la evidencia o por los datos, está lo que decía a la hora de la verdad el propio Puerto, que acabó admitiendo no sólo que no lo había justificado suficientemente, sino que en realidad no hacían falta.
La realidad, junto a las acciones de colectivos como Pasaje Seguro, Juventudes Socialistas de Sanbtander, Cáritas, No Name Kitchen, el PSOE, Izquierda Unida o Unidas por Santander, siguió avanzando hasta llegar al día de hoy, en que el propio Puerto ha sumado otra posibilidad a la vigilancia que no pasa por las cuchillas, los drones, dispositivos que, evidentemente, no acaban de inventarse este mes.
LA TECNOLOGÍA
El proyecto apuesta por el uso de drones controlados de forma remota para incrementar la seguridad de los puertos marítimos. Se trata de una herramienta de vídeo vigilancia fiable y eficaz, con una rápida respuesta y un visionado en alta resolución. A diferencia de las cámaras fijas, cuya utilidad está limitada por su propio alcance, el dron es capaz de buscar, identificar y hacer seguimiento de los objetos en movimiento. Para ello, el proyecto combinará un sistema de aeronaves no tripuladas con técnicas de visión por computador y de Aprendizaje Automático.
Por otro lado, las herramientas de visión por computador automatizan los procesos de detección y clasificación tanto de personas como de comportamientos átipicos dentro del recinto portuario. Esta circunstancia, fundamentada en la aplicación de procesos de aprendizaje automático, confiere agilidad al proceso y minimiza los errores. De esta manera, es posible detectar la presencia de personas en el entorno vigilado, posicionarlas en un mapa y realizar tareas de seguimiento.
Además, este sistema permitirá realizar una programación de los drones para que despeguen a las horas establecidas previamente, de manera que realicen tareas de seguridad y reconocimiento del terreno de forma prácticamente autónoma.
LA CAÍDA DEL PUERTO NO SE PRODUJO
La presentación del proyecto se acompaña, desde los mismos proyectos, de datos que contrastan con la debacle que se pronosticó durante meses y años si no llenaba el puerto de concertinas, como nunca sucedió:
-El Puerto de Santander registró el año pasado su récord histórico de tráfico de mercancías, con un resultado total de 6,7 millones de toneladas movilizadas. A pesar de la leve caída de tráfico de mercancías durante el primer semestre del año 2022, se prevé que el movimiento de mercancías aumente durante los seis últimos meses del año y recupere la tendencia de 2021.
-Asimismo, en el caso de pasajeros, durante el periodo de enero a junio el Puerto de Santander ha disparado un 262 % su número de pasajeros en régimen de transporte y de crucero, alcanzando la cifra de 105.891.
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