A punto estuvieron de empezar las rebajas en Cantabria con una huelga en los centros de Inditex (el grupo al que pertenecen emblemas como Zara), pero finalmente la presión y la negociación dio sus frutos.

 Y finalmente se consiguió que el grupo acatará lo que prevé el convenio del textil en Cantabria, que las dependientas que lleven más de ocho años trabajando suban de categoría. Traducido, cien euros más de ingreso al mes y el cobro de atrasos para un sector profundamente feminizado, como explicaba para El Faradio José Giraldez, Federación de Servicios, Movilidad y Consumo.

Es un sector complicado en lo laboral ya que buena parte de las tiendas son proyectos del propio dueño, un autónomo o pyme, prácticamente autoempleo o con muy pocos empleados, en dificultades para competir frente a gigantes del textil, grandes cadenas reacias a cumplir con las condiciones laborales que se iban afianzando en Cantabria.

 La paradoja del sector (y de otros como la hostelería) es que son los sueldos los que se invocan como principal gasto mientras no aflora otro elemento que está detrás de muchos carteles de Se Alquila o Se Vende y del avance del vacío en las otrora calles comerciales (como por ejemplo la calle Burgos en Santander): las subidas continuadas de los alquileres de los locales, las rentas que llevan a muchos propietarios a casi trabajar para el casero o arrendador.

En conversación con El Faradio dentro de la sección En lucha, Giraldez advertía de que los arrendatarios están tendiendo a maximizar el beneficio por el local, lo que lleva a unas condiciones difíciles de asumir para pequeños propietarios, autónomos o PYMES, allanando el camino para que puedan asumirlas grandes cadenas nacionales, franquicias, etc (no queda lejos incluso la incursión de los fondos, como el que cerró la mayoría de las perfumerías Douglas)