La ciudad a medio hacer: de las viviendas de la emigración rural a los crecimientos inacabados
Las particularidades del desarrollo urbanístico de Santander en las últimas décadas arrojan una tendencia significativa: frente a lo que dictaría una reflexión más general, los barrios del casco histórico o entorno urbano son los que peores condiciones tienen en materia de servicios y dotaciones, que se han tendido a ubicar en las zonas de nuevo desarrollo donde, además, se han ido ubicando (no significa que coincidan expresamente ambos criterios en el mismo barrio concreto) también las promociones de vivienda protegida.
Así, según el estudio que hace el equipo redactor de Santander Hábitat Futuro –el nuevo modelo de ciudad, que guiará al futuro Plan General de Ordenación Urbana, elaborado por encargo de la Concejalía de Urbanismo por profesionales de LandLab y Paisaje Transvesal–, los barrios con peores condiciones son los ubicados en el casco urbano, no solo por disponer de una dotación menor de espacio libre por habitante, sino, y principalmente por la escasa accesibilidad, el elevado número de puntos inseguros y la baja naturalización viaria.
El análisis muestra como la vivienda pública se concentra principalmente en los nuevos desarrollos del suroeste de la ciudad, salvo escasas excepciones en el casco urbano -en el barrio Prado-San Roque y en la Albericia- y una promoción programada en el solar destinado a aparcamiento público en la calle Alta.
Esto tiene varias explicaciones: la mayor concentración de población en el casco urbano se hizo en ocasiones a costa de los servicios y dotaciones, con menor disponibilidad de suelo para zonas verdes, servicios…, y también para la construcción de promociones de vivienda protegida, para las que se encontró más suelo en las zonas de expansión al apostarse por su construcción –en lugar de por la conversión de viviendas existentes en otras zonas en protegidas u otras fórmulas–.
LOS BARRIOS DE LA EMIGRACIÓN RURAL, TIERRA DE NADIE ENTRE LO HISTÓRICO Y LO NUEVO
Algunas de las áreas con menos servicios responden a la existencia de promociones de vivienda o colonias construidas entre los 50-70 para acoger a la emigración rural, pisos de bloque abierto, con bajas calidades constructivas y espacios libres poco jerarquizados, utilizados mayoritariamente como aparcamientos, y que desde su construcción no han experimentado apenas mejoras en comparación con las intervenciones que se han producido en los barrios centrales de la ciudad.
Estos grupos de vivienda, la “periferia intermedia” en palabras de Ramón López de Lucio, han quedado a medio camino entre las grandes operaciones de los espacios centrales y las nuevas periferias surgidas del urbanismo expansivo de los años noventa.
Son en la mayoría de los casos áreas necesitadas de operaciones de regeneración urbana, que en Santander suman un total de más de 70 piezas potencialmente vulnerables.
REGENERACIÓN URBANA
Todo el modelo de ciudad se enmarca en la tendencia del urbanismo regenerativo, es decir, la apuesta por la reforma, la rehabilitación y la mejora de lo existente para atraer población en lugar de la construcción de nuevos desarrollos que se ideó con la esperanza de atraer población, una predicción, la de más pisos igual a más población, no corroborada por la experiencia y los datos de los últimos años en Santander.
Así, se detecta una extensa superficie de suelo para su regeneración, que debe abordarse con los marcos del Plan Estatal de Vivienda y los planes de barrio a nivel municipal.
El descenso al nivel de barrio es una de las aportaciones de Santander Hábitat Futuro, que delimita e identifica los barrios como unidad mínima de la ciudad, planteando análisis en detalle por barrios y temas, así como propuestas.
LAS ÁREAS DE CONSOLIDACIÓN
Una regeneración que pasa por conceptos como las áreas de consolidación (AC, espacios urbanos en los que se quiere resolver carencias para reforzar su aspecto urbano):
Así, se propone una nueva ordenación para el entorno de la dársena de Malia, y el conjunto que ocupan los ámbitos de Castilla-Hermida y el Barrio Pesquero requiere una recualificación de los espacios intersticiales, el desplazamiento o eliminación de las carreteras de alta capacidad que lo atraviesan, una apertura de los bordes norte (vías férreas) y sur (área portuaria), y la introducción de nuevos usos terciarios y residenciales que hagan de esta zona privilegiada un espacio activo, autónomo y amable a escala humana, siguiendo, como ejemplo, la renovación de los entornos portuarios holandeses.
Hacia el oeste, en el entorno de Campogiro, Cajo y calle Eduardo García se plantea dotar de masa crítica residencial, centralidad y capacidad de proximidad, allí donde sea posible.
Para ello, se convierten las nacionales N-611 y N-623 en calles calmadas, y se desarrollan pequeñas promociones en la factoría de Teka o las instalaciones de Adif , en la calle el Castro o en torno al cruce de la calle Eduardo García.
Por último, asociada a la ampliación de la Vaguada de Las Llamas, se propone una reconversión del este de la Albericia para reubicar industria y crear un entorno más urbano.
CRECIMIENTOS DE PROXIMIDAD: LA CIUDAD A MEDIO HACER
También se diagnostica como la expansión inacabada de la ciudad de Santander por el norte y el oeste ha dejado ámbitos a medio urbanizar, “fricciones” entre “valiosos” entornos rurales y desarrollos residenciales aislados y sin relación.
Para remediar esta situación y dar una solución de continuidad a la ciudad, se proponen varios crecimientos de proximidad.
Se trata de diseños de urbanización cuidadosos que prolongan los barrios existentes, pero con el funcionamiento de núcleos rurales productivos, sirviendo así de borde urbano claro pero blando hacia la campiña y otros ámbitos naturales de valor.
Los ámbitos que se proponen en La Torre, Monte, La Albericia, Foramontanos y San Román, marcan el límite de la ciudad hacia el norte, construyendo como final urbanizado la cumbrera que discurre longitudinalmente desde la calle Arriba hasta Victoriano Fernández. De este modo, se preserva paisajísticamente la ladera norte de la campiña que vuelca al Cantábrico.
Estos sectores transitan en su trazado, edificación y urbanización de la ciudad densa de proximidad (calle Clara Campoamor) hasta el núcleo rural aislado y de urbanización mínima (calle Arriba).
Al sur de los núcleos rurales de Camarreal y Ojáiz se produce una situación similar, donde algunas urbanizaciones han comenzado a “presionar” sobre el poco suelo rústico cercano a estos núcleos lineales.
La propuesta aquí es activar estos suelos con parcelas rústicas productivas, y que éstas puedan contar con una edificación residencial destinada a la producción, al igual que en los núcleos rurales existentes.
En cuanto a la ampliación de El Alisal, se apuesta por mejorar su diseño actual y dotarlo de una adecuada continuidad con su barrio colindante e integrarlo en el núcleo rural de Adarzo que rodea. En todo caso, de ser posible su paralización, se desaconseja su desarrollo más allá de la urbanización de la inacabada calle Alfredo Kraus.
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