Una de las imágenes que nos salen al buscar a David y Rubén, los fundadores de Siderit, les presenta sentados sobre una viga, emulando una de las icónicas fotos de la construcción de los rascacielos de Nueva York.

Alguno diría que estaban locos hace diez años, cuando comenzaron a destilar ginebra desde Cantabria. No sólo porque fueran años de crisis –que mucha gente aprovechó para reinventarse—sino por el propio concepto de lanzarse a un mercado competitivo como es el del alcohol desde una comunidad periférica como Cantabria –y en su origen,  desde Torrelavega–.

El caso es que la apuesta funcionó: no sólo por el reconocimiento del público a la hora de pedir y consumir, del local en bares y supermercados a la exportación, sino por la calidad, que les llevó a ganar premios en Reino Unido, la tierra de la Ginebra por excelencia.

Y a sumar locuras, de la ginebra al vodka pasando por el whisky o el vermú, creciendo y participando de tendencias normales en otros sitios, más extrañas aquí por entonces, como convertir la propia destilería en un lugar para visitas turísticas.

Ayer celebraban los diez años de la primera botella de Siderit, y repasaban algunos de los hitos de esta década en la que han sumado premios como el del Mejor Vodka del mundo en el Spirit Awards de San Francisco., el Cristal Award como mejor ginebra europea,

Han pasado una pandemia, como todo lo que supuso el cierre hostelero, y que a ellos les llevó a una curiosa reinvención: la producción de hidrogeles, que parten del alcohol y que se volvieron claves para la higiene, para hospitales y servicios de emergencias en todo el norte del país.

De momento, y tras la recuperación postpandemia, han iniciado el año de su aniversario con su récord histórico de facturación. Y hasta el domingo, tienen descuentos de aniversario en su Web.