El Rey Fútbol está desnudo

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||por Gonzalo Silió Sáiz, de EDERTO; y Alex García, periodista deportivo||

¿Cuántas veces se ha insultado, amenazado o escupido a una persona en un terreno de juego? ¿Cuántas jornadas han hecho falta para que algún jugador o jugadora pare y denuncie a quien le amenaza, le insulta o le hostiga? ¿Cuántas personas mantienen y protagonizan actos violentos en los ámbitos deportivos? ¿Cuántas otras sufren esa violencia o asisten a ella de forma cómplice, velada o pasiva o indiferentemente? ¿Cuántas las sufren?

Demasiadas, demasiadas veces, demasiadas jornadas, demasiadas personas, demasiadas agresiones…es hora de que el deporte destierre definitivamente la violencia de sus campos, de sus gradas y de sus vestuarios.

El pasado domingo 21 de mayo de 2023, ante el gesto valiente, inaudito y sorpresivo de un jugador que denunció in situ, pública y notoriamente, las vejaciones e insultos racistas que recibió en un partido de fútbol, todo un estadio tildó de tonto al denunciante. Esos fueron los hechos, un jugador denuncia sufrir racismo y la consecuencia fue un estadio llamándole tonto.

Ser valiente ante el racismo, denunciarlo y perseguirlo, nunca ha sido, ni es, ni será un asunto de tontos. Demasiadas veces ya, ha sido un asunto de héroes y heroínas tanto desde los asientos del autobús de Claudette Colvin o Rosa Parks como desde los gestos y carreras en las canchas de Craig Hodges, Lutz Long, Jesse Owens, Zina Garrison, John Carlos, Tommie Smith, Peter Norman, Bill Russell, Serena Williams o Colin Kaepernick entre otros. Denunciar el odio, el racismo y la xenofobia en el deporte siempre ha sido doblemente heroico. Porque implica por un lado, reconocer que sigue existiendo en los actos, valores y vilezas de algunas personas, que son racistas, de nuestras sociedades. Y por otro lado, señala al deporte, elemento socializador básico de nuestra cultura, como un ámbito donde se alentan, permiten, auspician o soportan estos actos violentos y racistas.

El pasado domingo, con un simple gesto lleno de valentía, Vinicius, estrella del Real Madrid señaló a un racista, y nos señaló a todos y cada uno de nosotros. Al igual que el niño que se atrevió a gritar que el Rey iba desnudo, Vinicius señaló lo que todos sabemos, que siguen existiendo racistas entre nosotros y nosotras. Y que algunos de ellos se auspician en el ámbito deportivo para mostrarse tal y cómo son.

Martin Luther King no mostraba preocupación por “el grito de los malvados, sino por el silencio de los buenos”. Quienes ejerzan violencia de cualquier tipo contra una persona por su raza, tono de piel, género u orientación sexual, no han de tener cabida en nuestra sociedad y mucho menos en el deporte. Afortunadamente esta proclama no es un deseo ya, es una realidad con amparo legal. El Valencia F.C ha roto el silencio, y ha expulsado de por vida a quienes identificó y denunció Vinicius. Actos como este, devuelven al deporte su grandeza para ser un espacio de socialización digno de educar a nuestras hijas e hijos.

Desde el año 2021, la Ley de Protección a la Infancia y la adolescencia frente a la violencia (LOPIVI), obliga a que los entornos deportivos sean lugares libres de violencia. En ese marco, ayuntamientos de la región, como los de Reinosa y Torrelavega, o federaciones deportivas como la de tenis o la de fútbol y su comité de entrenadores, ya han iniciado el camino para garantizar la seguridad y el bienestar de la infancia y adolescencia en terrenos de juego, gradas y vestuarios, en el marco de la iniciativa Ederto.

Ojalá que el trabajo colaborativo de las diversas instancias, la intolerancia hacia cualquier manifestación de violencia y el compromiso de todos con la educación de las nuevas generaciones logren que en los terrenos de juego cántabros no sean necesarias denuncias como la realizada por Vinicius.

 

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