El PSOE afronta la cita como una elección entre “la Europa de los hombres de negro” o la de las libertades
Silvia Abascal hace estos días “encaje de bolillos” para compatibilizar su trabajo de contable con el ritmo de una campaña electoral al Parlamento europeo en la que va en listas.
La cántabra, que ha sido portavoz en el Parlamento de Cantabria y directora general de Cooperación al Desarrollo, hace estos días cuentas, toda vez que está en el número 21 y las encuestas arrojan para el PSOE una horquilla aproximada.
Como persona acostumbra a mirar cuentas, recuerda, mirando a la anterior crisis financiera y cómo la afrontó Europa, que en estas elecciones se dirime “estar en una Europa de los hombres de negro y los recortes” y de la extrema derecha, o una que apueste por los fondos europeos para la reconstrucción y el impacto que tienen en la industrialización (menciona el caso reciente de Solvay), así como la lucha contra el cambio climático y la extensión de políticas feministas o derechos humanos.
Un campo este último que conoce bien por su paso por la Dirección General de Cooperación al Desarrollo, desde donde se gestionó la acogida de los refugiados ucranianos o se trató con organizaciones y activistas que trabajan en Gaza, convertida en tema central de la campaña ante la sensibilidad ciudadana frente al genocidio y el reconocimiento por parte del Gobierno central de Palestina como Estado que hace que “estemos en el lado buena de la Historia”.
Se trata también, según explicaba en una entrevista en EL FARADIO, de ir hacia una Europa que trabaje por la defensa de los derechos humanos y la defensa de la paz frente a quienes «no creen en Europa» y «se presentan para destruirla desde dentro».
Además, incide en que el 80% de las directivas afectan directamente a los territorios más cercanos.
Y esgrime, en esa mirada a la Europa que no busque recortes sino estimular la economía y apoyar a los más vulnerables, el listado de medidas impulsadas desde el Gobierno central, como las subidas de pensiones y salario mínimo o la regulación del sector energético para bajar el precio de la luz, frente a las políticas “sin alma” de los hombres de negro.
El programa socialista, enumeraba, incluye medidas “muy transversales”, desde planes de vivienda asequible o juvenil, ayudas a la modernización de empresas, eficiencia energética, apoyo a las familia…, que, subraya, es lo que se “demoniza” bajo la demonización de la Agenda 2030 a la que se ha entregado la extrema derecha a través de teorías conspiratorias que en el fondo esconden que “no creen en políticas progresistas” de respeto a la educación, la sanidad, el medio ambiente o la igualdad.
Un negacionismo que le choca en el PP (“ya no sé si llamarlo serio”), cuyo líder Alberto Núñez Feijoo planteaba ayer un contrato basado en “valores españoles” (sic) que debían suscribir los migrantes, que incluía el respeto al feminismo (Abascal recordaba los gobiernos del PP con Vox y dirigentes condenados por violencia de género, en casos descritos como “un mal divorcio” por el propio Feijoo), o la referencia a posibles alianzas con Puigdemont. “La coherencia del PP es agua en una cesta”, zanjaba.