Campo federativo Manolo Preciado. Así se denominan oficialmente desde este sábado las instalaciones de la Federación Cántabra de Fútbol ubicadas en el barrio de Parayas (Camargo), que toman el nombre del carismático y querido entrenador cántabro, fallecido hace dos años a consecuencia de un infarto.

Su hijo, Manuel Preciado, y su madre, Ana Rebolledo, descubrieron la placa conmemorativa que preside ya la entrada a las instalaciones federativas, en la que se puede leer, además de nuevo nombre del campo, el lema “Mañana sale el sol”, una frase a la que recurría ante las adversidades ‘Manolín’, una de las figuras imprescindibles del fútbol de Cantabria, no sólo por haber nacido en la región, sino por haber pasado, tanto en su etapa de jugador como en la de entrenador, por sus dos clubes más emblemáticos, el Racing de Santander y la Gimnástica de Torrelavega.

La madre y el hijo de Manolo Preciado, en la inauguración

Junto a la familia de Preciado estuvieron presentes en el acto el presidente de la Federación Cántabra de Fútbol, José Ángel Peláez, y el presidente del Comité Cántabro de Entrenadores, Ángel Martín, que regalaron también un ramo de flores a la madre de Manolo Preciado.

Tras el descubrimiento de la placa, el hijo y la madre del entrenador recibieron el saludo de los jóvenes jugadores alevines participantes en torneo de fútbol 8 que lleva el nombre de Preciado y que este fin de semana ha celebrado su primera edición, organizada por el Comité de Entrenadores Cántabros.

Finalmente, la Gimnástica de Torrelavega se llevó el torneo al vencer al Racing de Santander por cuatro goles a dos en la final.

Bansander y Marina Sport quedaron apeados en las semifinales en la primera cita deportiva con la que esta denominación sustituye a la antigua, ‘Alberto Vilar’, el anterior presidente de la Federación.

MANOLO PRECIADO

Como jugador fue un trotamundos. Pasó por varios equipos después de salir de la cantera racinguista y de estar en Primera con el club de sus amores, y antes de retirarse en la capital del Besaya. Y ya dejó patente una de sus señas de identidad: su bigote.

Pero como entrenador acabó dejando todavía más huella. Su carácter y su forma de ser le granjearon mucho respeto por parte del fútbol español, además de ser muy querido por todas las aficiones que le tuvieron como entrenador.

Manolo Preciado

Empezó esta faceta precisamente donde se retiró como jugador, en la Gimnástica, para después pasar al Racing B. Se incorporó al primer equipo racinguista en Primera División, pero la llegada de Dimitry Piterman le hizo salir. Volvió más adelante al equipo, pero las cosas no le salieron.

Donde sí logró triunfar más en el plano deportivo fue en el Levante y, sobre todo, en el Sporting de Gijón. Logró el ascenso a Primera en estos dos equipos, pero en el asturiano extendió su idilio durante cuatro temporadas en la máxima categoría del fútbol español. La afición sportinguista le adoraba.

Acabó siendo cesado en la temporada 2011/12, pero con todo el dolor de corazón del presidente sportinguista, Manuel Vega-Arango, que lloró en la rueda de prensa de despedida.

Además, Preciado cuenta con una estatua junto al estadio gijonés de El Molinón, una señal clara de lo que le llegaron a querer allí.

La noche en que selló su continuidad en los banquillos, en el Villarreal que estaba en ese momento en Segunda División, un infarto se lo llevó para siempre. Era el 6 de junio de 2012 y todo el fútbol español derramaba lágrimas por perder a uno de sus personajes más carismáticos y pasionales.