Cientos de personas marcharon este domingo en Puente San Miguel para reivindicar una Cantabria para vivir y no sólo como recurso extractivo para el sector turístico.

El día y la fecha eran importantes, pues es la celebración del Día de las Instituciones, uno de los antecedentes históricos de la comunidad autónoma, convertida en una celebración institucional al más alto nivel.

En ese contexto, en este verano, y tras todo un año en que ha estallado el debate sobre las consecuencias negativas del turismo masivo, fundamentalmente en el incremento del precio de la vivienda –como viene señalando la PAH, Plataforma de afectados por la Hipoteca-, pero también en la pérdida de población, la marcha de jóvenes o el empobrecimiento económico por la atención pública a un único sector, tanto con inyecciones de dinero como con regulaciones favorables –el Gobierno de Cantabria rechaza limitar el sector de la vivienda turística – o construcción de infraestructuras turísticas, como el anunciado teleférico en los Valles Pasiegos.

Movimientos sociales, culturales, medioambientales o laborales acordaron celebrar una movilización conjunta en la que evidenciar que se ha pasado de la crítica a la impugnación del modelo, y que ese modelo es impuesto y no voluntario, como venía advirtiendo durante los años previos Cantabria No Se Vende.

A su vez, los vecinos de las zonas afectadas vienen organizándose en grupos comarcales, abriendo el debate hurtado sobre las consecuencias del modelo turístico, mapeando las principales amenazas especulativas en su entorno, estudiando acciones correctoras y repartiendo materiales para visibilizar el descontento ante la masificación.

Mientras, en la celebración institucional la presidenta de Cantabria María José Sáenz de Buruaga lanzaba apelaciones a la unidad y mensajes al Gobierno central, y la delegada de Gobierno, Eugenia Gómez de Diego, reivindicaba la importancia de la diversidad frente a los mensajes reaccionarios.