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Mismo problema, distinta actitud

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Desde hace más de un año y a través de líneas como éstas, en distintos artículos, hemos reclamado la necesaria unidad de actuación por parte de los inquilinos, ante la usura por parte de los caseros y su voracidad insaciable en cuanto al incremento del precio del alquiler.

En artículos como ‘Frente a hechos, derechos’; ‘Ceremonia de confusión’; ‘Violencia, a favor o en contra’; ‘Solidaridad y vivienda social’, y quizás algún otro, hemos reclamado la necesaria postura de fuerza, que enfrente al colectivo de caseros.

Esos que conforman los mercados.

Parece que algo se mueve.
Al menos en otras zonas de España.
Aquí, de momento, no.
Sigo pensando lo que alguna vez también ha quedado escrito:  Cantabria no es una comunidad de servicios. Es una comunidad de sirvientes.

Y no me refiero a los servidores públicos.
Está claro que sirven de poco, y nunca a intereses generales.
Lo cual no me parece raro en una comunidad cuya presidenta no afronta los problemas, delegando el hacer o no hacer en los ayuntamientos.

Y claro, los ayuntamientos, en uso de su libertad, entre hacer y no hacer… ¿Qué eligen?
Exacto.
Es mucho mejor no hacer.
Ni punto de comparación.

Así se trate de implantar un PROTOCOLO ANTIDESAHUCIOS o imponer una normativa sobre el uso de viviendas en comunidades de vecinos que controle su uso como alquiler turístico, o crear un mapa de vivienda vacía, y así un extenso etcétera. Nada de nada.

Y mientras, amparados en una ley que nos burla y hecha a medida para proteger sus intereses, que no derechos, han convertido en un producto de mercado lo que es una necesidad básica y esencialmente imprescindible como es la vivienda.

Hablan de sus derechos y de nuestros deberes.
Mientras, se benefician de exenciones fiscales, a costa de todos, y utilizan especulativamente la vivienda.

Así que se acerca la hora.
No más deberes sin derechos.
Los inquilinos se están uniendo y, hartos ya de estar hartos, han dicho basta.
Al menos eso parece.
Al menos en otras Españas.
En lugares no lejanos, en donde tienen claro que la unión hace la huelga.

Y que es la opción a la que nos vemos abocados.
Algo que ya ocurrió a principios del pasado siglo, cuando miles de inquilinos dejaron de pagar la renta, todos a la vez, y obligaron a la bajada de precios, poniendo fin a una sangría.
Igual a la que padecemos ahora.

Mientras no exista una ley de vivienda para Cantabria, que recoja el Derecho Subjetivo de los cántabros a una vivienda, tal y como tienen en otras comunidades autónomas , y mientras los políticos ultras impidan una ley que regule el precio del alquiler, declarando la vivienda un bien básico, es la única opción viable, si queremos presentar batalla.

Una batalla a la que deberá sumarse la gente joven.
Gente que, a menudo, se queja del mundo que les ha tocado vivir.
Es curioso.
Yo, ni nadie de mi generación que conozca, le dije a mi padre » vaya mierda de país me has dejado».

Si algo no te gusta, intenta cambiarlo.
¿O acaso crees que los derechos que disfrutas, seas hombre o mujer, y por los que no has sangrado, han sido conseguidos gratis?
Deja de ser sirviente.
Así de sencillo.

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