Para Esther L.Calderón es muy importante el tema de las imágenes, las que se construyeron del futuro cuando había un futuro. “Hay que tener cuidado con las imágenes que uno proyecta individual y colectivamente porque eso construye”, advierte, y es un poco de lo que habla en su primera novela, ‘Pipas’, editada por Pepitas de Calabaza y Los aciertos, que se presenta este jueves a las 19.00 horas en Librería Gil, en la Plaza Pombo.

Es una novela en clave generacional: habla de la suya, la de esta periodista cántabra, encuadra en los primeros adolescentes nacidos en democracia, que pudieron preocuparse “de quienes querían ser” porque sus padres habían “allanado el camino”, y de cómo se pasó de “una España muy ilusionada con el futuro y el progreso” a una “muy desencantada” porque en el camino alguien rompió ese acuerdo. Y no fueron las familias, sino las instituciones,  matiza, dejando claro que no es un relato que busca revanchismo o victimismo, pero es el relato que le faltaba a una generación.

La construcción de la identidad desde la periferia (siempre en relación a algo), los viajes de ida y vuelta (del campo a la ciudad, el camino de abuelos y padres, a ese retorno al rural que se invoca ahora para los nietos o hijos), el punto y aparte que supuso la pandemia e incluso el peso de la vivienda en la construcción de un legado familiar (y todas las reminiscencias de la actual crisis de vivienda), son algunos de los temas que se reflejan en ‘Pipas’.

Las pipas son las que se comían en el parque un grupo de jóvenes de Maliaño, y la novela se mueve a base de una mezcla de estilos entre diálogos que rozan el diario íntimo y emocional para adoptar tonos descriptivos melancólicos de lo que le pasó a toda esa generación, para adentrarse de forma coherente en casi un ensayo que analiza todo ese proceso de frustración.  Al final, de las pipas quedaron las cáscaras (y Marco, el amor de Laura Pausini, parece que se fue demasiado cerca), tal y como comentamos en esta entrevista en EL FARADIO.