Del recuerdo de la carga mental de las madres en navidades a los belenes con mensaje de La Vorágine
El momento de reencuentro familiar y amistoso que propician las fechas navideñas y la sensación de balance que tienta la despedida del año hace aflorar también cuestiones latentes en la sociedad, preocupaciones cercanas y lejanas en el espacio, que no en la humanidad.
Desde la recientemente creada asociación Mujeres sin nombre de Cayón –un ejemplo de cómo el feminismo empieza a desarrollar sus propios colectivos en los pueblos de Cantabria- aprovechaban estos días para ejemplificar la agenda cercana y cotidiana que quieren representar. Así, a través de sus redes sociales recordaban la carga mental que tienen las madres estos días, esto es, el espacio en la cabeza que ‘ocupa’ el estar pendiente en exclusiva de las necesidades diarias del hogar cuando la otra parte no lo está.
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La función escolar, el menú de la cena…son algunas de las cuestiones que evidenciaban que, si sólo las atiende una persona, son carga mental y afecta fundamentalmente a la madre, por tanto, es un factor de desigualdad que lastra el día a día de muchas vidas de mujeres.
Y desde La Vorágine aprovechaban el potencial de su escaparate para hacer ‘asomarse’ a distintas realidades, visibilizada a través de los tradicionales belenes.
Una forma de “alterar el relato” desde el modo en que la Iglesia usó el símbolo aparentemente inocente de un bebé blanco a la cuna para sus fines.
Con sus NaZimientos, La Vorágine ofrece “múltiples interpretaciones de lo que ocurre en la sombra mientras los anuncios de la época nos hablan de amor, de amistad, de generosidad y de turrones”.
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Así, nos encontramos un belén vacío, clausurado policialmente, que muestra la crisis de vivienda en su vertiente más dura: los desahucios que sufren familias vulnerables, reflejo de la precariedad económica y laboral y de las dinámicas de poder que se articulan en torno al acceso a la vivienda.
En el naZimiento machirulo, una mujer carga con los cuidados del porta, y en racista, se contempla. en lugar del recién nacido blanco con el que la iconogradía representa a alguien nacido en la oriental Belén, a un bebé negro a través de una alambrada. En el Nazimiento ultra, por su parte, sólo importa la bandera, ni siquiera el contenido real –y se parece mucho a los fervores patrióticos con que algunas instituciones inflan sus adornos hasta vaciar de sentido la realidad universal que teóricamente pretendían conmemorar-.
El más duro, el naZimiento israelí, sepultado entre piedras, sin rastro humano, en recuerdo del genocidio que sufre la población palestina, precisamente en la llamada Tierra Santa en la que se produjo el nacimiento que se recuerda estos días.
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La acción de La Vorágine se suma al encuentro con la comunidad este sábado a las 13.00 horas, su ya tradicional ‘Caldito y vermú que viene Belcebú’, y a otras experiencias de estos días en espacios y colectivos que reivindican el valor de la comunidad y unos días más basados en el encuentro que en el consumo.
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