Sueños que no son sueños

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Resulta que durante años he estado soñando los horrores de este genocidio – sin creer, sinceramente, que algo así pudiera llegar a ser posible y sin saber – ¿por qué iba a saberlo? – de donde me venían esos sueños. Pero hoy, ahora, todo lo que mal soñé algún día, ha ocurrido. Los horrores que podían suceder y los que ya están sucediendo.

A los señores de la guerra, a los monstruos enloquecidos y rabiosos como Netanyahu, suele gustarles la palabra sueño y sus derivados. Pero la gente como él no sueñan sueños propios, no saben. Para lo único que sirven es para hacer realidad, y por eso les pagan, los sueños milenarios de sus pueblos. Y de eso va el sueño del gran Israel, del que quizá, ustedes, han oído hablar.

Lo que sucede es que yo no puedo dejar de preguntarme si es verdad que el pueblo sueña. Por supuesto, dicen los sionistas, nosotros llevamos soñando con el Gran Israel más de mil años. No, corrige el otro, muchísimos más y ahora, por fin, podemos decir que nuestro sueño va camino de convertirse en realidad.

Visto lo visto, me va a pasar como a Goebbels, que echaba mano a la pistola cuando oía la palabra “cultura”. Cierto, yo no tengo pistola, pero quizá pudiera tirarme a la yugular de los que se arrodillan ante la palabra ‘pueblo’. Me refiero a esa clase de pueblo que elige como gobernantes – ELIGEN, ¿SE DAN CUENTA? – a una patulea de descerebrados y obtusos, a unos nazis nigromantes solo porque confían que sean ellos los que puedan ayudarles a interpretar sus propios sueños, esos sueños que – según dicen – han tenido durante tanto tiempo.

Yo también tengo algo. Tengo una pregunta: ¿Dónde están realmente las fronteras entre los mundos soñados y los reales? ¿Dónde? ¿Es acaso posible que esas fronteras no existan, que ambos mundos sean, quizá, reales, por más que la realidad soñada pueda ser mucho más peligrosa, simplemente porque no ha sucedido?

Pero ahora yo no tengo ninguna intención de envolver, otra vez, esta horrible realidad con mis palabras, convirtiéndola en una historia/pasatiempo sobre un genocidio que nos vemos obligados a mirar sin poder hacer nada. O casi nada. Ni tampoco pretendo respaldar estas pocas palabras con imágenes de esa aterradora realidad con el fin de mostrar su veracidad. La realidad de la que hablo es el genocidio que Israel está llevando a cabo en Palestina y es una realidad verificable: Si quieren verla no tienen más que abrir los ojos.

Porque se trata de una realidad por completo verificable. Solo ahora y solo si quieres verla. Porque dentro de poco la arena cubrirá los campos de minas y en el lugar de las casas destruidas se levantarán otras nuevas, todo crecerá y desaparecerá y se instalará otra vez el sueño y lo que es peor, el relato de los vencedores. Volverán las fronteras fijas entre los mundos existentes y los soñados. Y así será, me temo que será así, hasta que los muertos vengan ¡otra vez! a despertarnos.

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