
Capi-comunismo
El mundo estaba muy tranquilo cuando tenía certidumbre.
Había buenos y malos.
Indios y vaqueros.
Guapos y feos.
El problema viene cuando aquello que predicas y que según tú, todos deberían hacer , van y lo hacen.
Y no sólo eso. Lo hacen mejor.
Porque lo que no decías, ese era tu truco, es que para producir más barato, «globalizabas» la producción con fábricas en países en donde no se respetan los derechos humanos, así que mucho menos los laborales.
Compramos productos en España a precios bajos, fabricados con mano de obra infantil y, cuando no es infantil, simplemente esclava.
Sin seguridad ni higiene.
Sin prestación social.
Sin ninguna, en suma, de las más mínimas condiciones laborales que aquí admitimos.
No hay que mirar mucho para ver los trabajos que aquí, en España, rechazan los españoles.
Pues multipliquen por mil, y eso es lo que hay detrás de una prenda textil barata de unos grandes almacenes.
Pero resulta que los malos, han entrado a jugar el partido.
Y resulta que no se han limitado a jugar en categorías menores, fabricando productos vulgares, sin valor añadido.
De ésos que nos abastecíamos sin ningún rubor y nos parecía bien.
No. Ahora, en realidad desde hace décadas, el «Gran Hermano», se ha dado cuenta de que la tecnología ha dejado de ser su monopolio.
De que la investigación ya no es su patrimonio exclusivo.
De que aquellos países que antes te suministraban «lo barato», aquello que no querías hacer porque tus trabajadores no están para eso, porque los residuos contaminantes aquí hay que tratarlos y allí no, y muchos otros » porqués «, resulta digo que también hacen más cosas.
Y eso ya no es lo mismo.
No es lo mismo cuando en la misma mesa, hay más comensales a repartirse el pastel.
Sobre todo cuando el pastel, es decir nuestro consumo, podemos elegir productos de países de ésos que antes hacían sólo camisetas y ahora hacen coches, medicinas, plataformas digitales, poseen empresas tecnológicas punteras, y resulta que lo hacen igual o mejor y más barato.
Y , para más inri, ésos países además de haber hecho sus deberes en materia de investigación y desarrollo, se han convertido en los mayores tenedores de deuda pública del mundo.
Los «comunistas» han hecho caso, y jugando con nuestras reglas y nuestro árbitro, van ganando.
Son nuestros banqueros.
Y eso jode.
Porque todos sabemos que la banca «siempre gana».
Aquí en Europa, y particularmente en España, sabemos lo que gana la banca.
La banca, apoyada por gobiernos de distintos partidos que, en lo económico, mantienen la misma postura, se basa en la máxima, convertido en dogma asumido, de «privatizar las ganancias y socializar las pérdidas».
Así socializaron sus problemas financieros, resultado de la burbuja inmobiliaria, fueron rescatados por el Estado y a seguir con la rueda.
Se quedaron con nuestros pisos y fueron rescatados con nuestro dinero.
¿Quién dice que no se puede soplar y sorber a la vez?
Han demostrado que sí se puede.
Así que, llegados a este punto, tenemos que decidir si nosotros también podemos.
Tenemos que decidir en qué bando estamos (esto va de elegir bando) y cómo nos posicionamos y obligamos a los políticos a tomar medidas que mejoren nuestra vida.
Cómo les obligamos a promulgar una ley de vivienda para Cantabria que recoja el Derecho Subjetivo al acceso a una vivienda digna.
Cómo les obligamos a tomar decisiones, sin parapetarse detrás de excusas del tipo «no estoy en el gobierno».
Los partidos que en Cantabria no están en el Gobierno regional tienen el mando en la mitad de los ayuntamientos.
Entre esos ayuntamientos, localidades como Torrelavega o Castro Urdiales, Colindres, etc.
Y en esos ayuntamientos, deben tomar medidas que están dentro de su exclusiva competencia.
-Deben inspeccionar la vivienda turística existente.
-Deben prohibir nuevas viviendas turísticas en comunidades de vecinos.
– Deben realizar un mapa de vivienda vacía.
– Deben imponer sanciones a dicha vivienda vacía.
Sanciones con destino finalista, cuya recaudación se dedique a financiar acceso a vivienda.
– Deben poner cada cosa en su sitio, y contemplar el problema de la vivienda turística, como un problema de vivienda y no de turismo como hasta ahora lo hacen.
Evidentemente lo hacen así, porque no quieren ponerse a la tarea (bastante complicada) de solucionarlo.
– Deben crear un cuerpo de inspectores municipales que vigilen y denuncien los incumplimientos.
– Deben implantar un Protocolo de actuación frente a la emergencia habitacional que padecen los cientos de familias desahuciadas cada año en Cantabria.
Y todo eso, y probablemente más, se debe hacer ya.
Blindando la situación frente a las repercusiones que los especuladores planteen, que lo harán.
Poniendo la venda antes de tener la herida, y no tomando decisiones precipitadas y así malogrando buenas medidas por haberlas implantado antes de estar preparados.
Porque la situación es insostenible.
Porque si una actividad no beneficia a la inmensa mayoría de la población, resulta que tal y como está siendo realizada no es sostenible, y hay que intervenir.
Tal y como se intervino para rescatar a los bancos.
Tal y como se intervino el precio de la energía.
Tal y como se intervino el IVA de los alimentos.
Tal y como se ha intervenido en el mercado laboral con la subida del SMI.
Que nadie se equivoque.
Una cosa es rentabilidad y otra especulación.
La especulación con un producto de primera necesidad como es la vivienda no es lícita.
No se puede permitir blanquear ésa práctica.
La especulación es fascismo puro y duro.
Y hay que combatirla.
Como también es fascismo mantener símbolos franquistas.
Y la solución la tienen los poderes públicos.
La intervención es necesaria.
La otra intervención, la que proviene de personas desesperadas, es impredecible.
Así que…