“Los poderes públicos deberían amparar a los perjudicados”
A raíz de la publicación del primer volumen dedicado a ‘Las víctimas del Urbanismo’, el pasado viernes en Buenas Tardes Cantabria dedicamos parte del programa a escuchar las declaraciones de dos de los afectados.
En este primer volumen se ha querido reunir a las familias de dos mujeres a las que la tragedia les separa siete años. De las coincidencias de ambos casos hablaron Lucía Gómez Colmenero, hija de Gumersinda, fallecida en el derrumbe del Cabildo en 2007; y Marco Santamaría, nieto de Amparo Pérez, fallecida el pasado febrero tras la expropiación y derribo de su casa.
El caso de Gumersinda ha quedado algo más en el olvido, recordando sobre todo el derrumbe que le costó la vida a ella y otras dos personas en la madrugada del ocho de diciembre del año 2007.
De las condiciones previas que se dieron habla su hija, que denomina a lo que ocurrió como “expropiación encubierta”. Y es que Lucía critica los años de “dejadez” en el barrio, en el que hubo varios derrumbes parciales, o incluso incendios en edificios vacíos que obligaban a la gente a “salir corriendo” del céntrico barrio santanderino.
Una dejadez que parece muy actual, pues dando un salto al presente podemos ver que otros vecinos de Santander, como los de Prado San Roque o los de la zona de Entrehuertas, denuncian el estado de sus barrios, temiendo un efecto “dominó” en cuanto a expropiaciones o incluso tragedias.
LA PRESIÓN SOBRE GENTE MAYOR PUEDE TENER GRAVES CONSECUENCIAS SOBRE SU SALUD
Volviendo a Gumersinda y Amparo, sus familiares achacan lo sucedido en ambos casos a “la presión”. Según José Antonio Bonilla, tertuliano de BTC, psicólogo y también afectado por el incendio de Tetuán, esta presión es aún más perjudicial para las personas mayores.
“La gente joven tiene una mayor capacidad de recuperación”, nos cuenta, pero en el caso de personas mayores a las que les quitan “su esencia, que es su hogar”, al final tendrán graves “consecuencias sobre la salud”.
“Si a una persona que está delicada de salud le metes esa presión, esa incertidumbre, es empujarla a la muerte”
Del tema que más conoce, el de Tetuán, Bonilla declara que aproximadamente nueve afectados por el incendio que tuvieron que dejar sus casas fallecieron en un corto periodo, y no han llegado ni siquiera a ver la resolución judicial. “Son gente mayor, pero también no tan mayor”, asegura, nombrando también a vecinos que a día de hoy continúan medicados, que no pueden salir de sus casas o que son incapaces de “pasar por Tetuán y ver el solar vacío”.
En su faceta profesional, Bonilla confirma que “el bienestar de las personas consiste en tener satisfechas sus necesidades básicas” una de las cuales es la seguridad que se basa en tener una vivienda.
“Si de la noche a la mañana se priva de esa seguridad evidentemente el destrozo anímico y psicológico es importante”, asegura.
Por ello en el caso de Amparo, fallecida tras una duro pulso para echarla de su casa y derrumbar ésta sin darle opciones adecuadas, Bonilla no se va por las ramas. “Si a una persona que está delicada de salud le metes esa presión, esa incertidumbre, es empujarla a la muerte”.
«EN UN MODELO DE CRECIMIENTO URBANÍSTICO NO DEBERÍA HABER VÍCTIMAS»
Tal y como está enfocado el modelo de crecimiento y desarrollo de Santander, Bonilla cree que no debería haber víctimas, como han sucedido con estas dos mujeres. “En todo caso podría haber perjudicados o damnificados”, aclaró, pero a los que la Administración debería “amparar”, cosa que, denuncia, “no está pasando”.
En el crecimiento urbanístico de cualquier ciudad, los poderes públicos deberían estar preparados para tratar a los afectados “de forma más humana”. “Cuando el interés general entra en conflicto con un interés particular el débil o indefenso, en este caso el ciudadano, debería estar protegido por los poderes públicos”, asegura Bonilla.
Cosa que no solo no está ocurriendo, sino que denuncia que estas actuaciones se están haciendo en Santander “con soberbia y prepotencia”, lo que provoca que “la indignación se acreciente”.
Este psicólogo afectado por el incendio de Tetuán, cree que “un modelo de desarrollo urbanístico debería ser compatible con las necesidades de la ciudadanía”. Todo ello sin crear “personas desahuciadas, aunque sean desahucios legales”, ha puntualizado.
“EL PROCESO PSICOLÓGICO QUE SE SIGUE EN LA PÉRDIDA DE ALGO MATERIAL ES MUY PARECIDO A PERDER A UNA PERSONA”
Sobre el proceso psicológico que se vive al perder una casa, o un elemento material vital en la vida de alguien, Bonilla asegura que es muy similar “a perder a una persona”.
Se pasa por una serie de fases que son siempre las mismas: primero está la negación “se dicen que es imposible que un Ayuntamiento pueda hacer estas cosas”. Cuando este proceso ya es innegable “entran en un periodo de ira, de indignación”.
Y cuando éste termina se llega a la depresión, “que es la que están pasando ahora los familiares ante esas muertes”. Después llegará la fase de resolución, aunque vuelve a añadir que es más sencillo en la gente joven.
Sobre eso hablaba Lucía, la hija de Gumersinda, cuando aseguró que al final “aprendes a vivir con ello”, aunque le avisó a Marco que “esto no pasa. Puedes aprender a llenar tu vida con otras cosas, pero lo que te arrebatan te faltará siempre”.