El Nao de Brown
||El Nao de Brown (Glyn Dillon . Norma, 2013), por Alberto Abascal||
Me recomendó “El Nao de Brown” un amigo consciente de mi gusto por las obras que tratan de llamar la atención sobre esos hechos cotidianos que existen a nuestro alrededor pero que raramente queremos percibir.
El sufrimiento y el dolor derivado de una enfermedad mental es un tema infrecuente en la novela gráfica, posiblemente por lo incómodo de salir de nuestra ‘zona de confort’ y pensar de manera crítica sobre nuestro plácido entorno, no sea que nos remueva algo dentro y tomemos conciencia de las dificultades y sufrimientos ajenos.
Dillon consigue con aparente sencillez presentar lo complejo de mantenerse “cuerdo” para una persona que padece un Trastorno Obsesivo Compulsivo.
A lo largo de sus páginas vemos a Nao, una chica joven con un halo de modernidad y fragilidad, luchando para manejar su enfermedad y poder llevar una vida lo más normalizada posible en un entorno cargado de estímulos estresantes como la ciudad de Londres.
La enfermedad se presenta inesperadamente ante pequeños sucesos cotidianos que generan ansiedad en la protagonista y disparan pensamientos en forma de fantasías violentas que dan vueltas (como el centrifugado de una lavadora) hasta alcanzar un clímax casi insoportable, con grandes dosis de culpabilidad y que repercuten gravemente en la percepción que tiene de sí misma.
Dillon no acude al sentimentalismo para sensibilizar; sino que presenta personajes complejos, cada uno con un bagaje que les influye en sus relaciones y sus estrategias para superar el día a día, acercándolos al lector.
Además, usa de forma inteligente la intertextualidad y dos trazos bien diferenciados: combina el dibujo de línea realista y acuarela cálida capaz de reflejar y transmitir las emociones (muchos lo encuentran cercano a Milo Manara) con el surrealismo del mundo interior de la protagonista, mostrando un guiño al dibujo japonés en la fábula del joven Píctor (pudiendo recordar a Myazaki y los personajes del estudio Ghibli).
La narración secuencial refleja la evolución de la protagonista, aunque se puede apreciar un salto en la resolución que deja una sensación agridulce por lo apresurado que resulta. Sin embargo, se antoja necesario para mostrar los resultados de la lucha de Nao y un mensaje de normalidad y esperanza que considero un acierto por lo difícil que puede ser para quien padece un TOC el simple día a día sin descompensarse o “centrifugar” en exceso.
Es una obra donde es tan importante lo que se dice como lo que se ve, que lanza mensajes desde su portada con un lenguaje alegórico presente a lo largo de toda la obra, plasmado a través de sutiles detalles o impactantes imágenes que no pueden pasar desapercibidas.
A Dillon le gusta jugar con el detalle y lo hace de manera extraordinaria, desde el título pasando por el uso de los símbolos del budismo hasta la última página tienen un significado más allá de lo que se ve y sobre lo que hay que pararse, quizá solo descifrable completamente tras una o varias relecturas.
Siempre hubo cómics que trataron de remover la conciencia del lector y en los últimos años aumentaron las tramas que tienen como eje central la enfermedad, pero no es muy habitual encontrarse una novela gráfica con la calidad, valentía y honestidad de “El Nao de Brown”.
En España “Arrugas” (Paco Roca) dio luz, por su repercusión mediática, a un ámbito tan necesario como interesante, sobre todo cuando se trata sin artificios lacrimógenos, con respeto y con la única pretensión de que el lector entienda que en la diversidad también entran personas con dificultades y se deje de mitificar el trastorno mental de los protagonistas de comic de superhéroes (porque está claro que Wolferine, Rorschach , Batman y muchos más que no mencionaré tenían serias dificultades mentales), muy alejado de la realidad de las personas que nos rodean.
Otras lecturas recomendables para quien le interese el comic con esta temática son: ‘Epiléptico. La ascensión del gran mal’ (David. B), ‘El paréntesis’ (Élodie Durand) o Píldoras Azules (Frederik Peeters).
“El Nao de Brown” es una historia compleja pero de fácil lectura que merece la pena aunque sea solo por vivir una experiencia visual diferente. Si, además, eres un lector ávido de reflexión y con ganas de profundizar en los detalles y el dibujo alegórico cargado de simbolismo, al estilo de lo que ocurre con grandes obras que exigen al lector poner algo de su parte (como Asterios Polyp) disfrutarás plenamente junto a Nao y el joven Píctor.
Es una lectura emocionante e imprescindible por su argumento original y su cuidada puesta en escena, con una excelente edición de Norma y avalada por el Premio del Jurado en el Festival de Angoulême (2013) y del premio al Mejor Libro en los British Comics Awards (2013).
Para abrir la mente y gozar visualmente.
Entre viñeta y viñeta, Alberto Abascal obtuvo un doctorado en psicología que le llevó de Santander a Coruña, ciudad en la que reside y ejerce, porque como dijo el clásico de algo hay que vivir’.