No me digas más
Menos mal que ya acaba porque se está haciendo insufrible. Me has puesto la cabeza como un bombo. No me digas más. En serio, para. Ya te he oído suficiente. Y de verdad, me cansas.
No me digas más que quieres una Educación y Sanidad públicas y universales. No me lo digas más si cuando me doy la vuelta callas ante los recortes y los colegios concertados o justificas la exclusión sanitaria a inmigrantes con el falaz argumento de «primero los de casa». No me digas nada si no has estado acompañando a las mareas verde y blanca en las calles.
No me digas más que defiendes la Igualdad, que respetas a todos y todas por igual y que no haces distinción. No me lo digas más cuando tratas diferente a la mujer, al LGTBI, al inmigrante o al que nació con alguna discapacidad. No te llenes la boca de bonitas palabras que no piensas y que no llevas a la práctica.
No me digas más que hay que respetar la naturaleza y estás contra el maltrato animal. No me lo digas más si cuando hablas de desarrollo sostenible das mayor valor a la pata económica y consideras secundarias la social y la ecológica. No me digas nada más si sale de tu boca «la tauromaquia es una tradición y hay que respetarla».
No me digas más que quieres acabar con la corrupción, el choriceo, el jamonceo, el salchichoneo y el cecineo. No me digas más que quieres limpieza y transparencia. No me lo digas más si cuando lo hacen «los tuyos» miras para otro lado y comienzas con el «y tú más».
No me digas más que quieres una Justicia con mayúsculas. Independiente. Igual para todos. No me lo digas más cuando acusas con ferocidad o con ligereza según el color de la chaqueta. No me hables más de este tema si exiges que unos pasen el listón por encima y a otros por debajo.
No me digas más.
Y aunque pudiera parecer, esto no va dirigido al político de turno, que también. Va dirigido al votante, al de la barra del bar y a la del sofá, al de la pachanga de fútbol y al de la peluquería. A la que escucha la radio en un atasco y a la que se sienta en el banco de la plaza. Al que hace la crítica pero no la autocrítica, a la que exige pero no aporta, al que habla pero calla, a la que dice pero no está. A ti, a mí. A todos. A todas.
PD: Para esto del voto yo siempre tiro de memoria y me hago estas dos preguntas: ¿Quién ha estado siempre en la calle y quién no? ¿Quién ha denunciado siempre la barbarie y quién no?