The Concejal 14
Ya son las 6 de la mañana, y todavía no recuerdo nada. Ni siquiera conozco tu cara. Pero amaneciste aquí en mi cama.
Nos levantamos con la resaca de la fiesta de la Democracia, y algo más. Santander se despierta aún con el 92% del voto escrutado, cuando a nivel nacional este ya roza el 99,8%. Rápidamente extiendo mi brazo para alcanzar mi smartphone, abro la aplicación de realidad aumentada de SmartSantander y empiezo a dar vueltas por la ciudad.
Mi primera parada es la Duna de Zaera. Al enfocarla con el móvil, diviso dos tenues siluetas: son Gema Igual e Iñigo de la Serna. Corren, alterados, Duna para arriba, Duna para abajo. Es uno de los monumentos faraónicos que se ha construído vuesa Merced durante los últimos años, pero aún hay más.
De pronto las siluetas desaparecen, y yo con ellos. Reaparecemos, CHAS, en un colorido restaurante. Un sitio de felicidad, de prosperidad y donde las oportunidades de crecer como persona y empleado son tantas o más cuanto mayor sea tu número de titulaciones. Aquí lo que se valora es el savoir-faire de la gente, y es que por trabajar en una institución de este nivel la gente literalmente se pega. 40 puestos de trabajo anunciados a bombo y platillo. Efectivamente, estamos hablando del McDonalds de la S-20, otro de los hitos de esta pasada legislatura. Las siluetas que habían desaparecido, reaparecen ahora un poco más alteradas. Iñigo le grita a Gema sigue buscando, no pares, mientras ella en un gesto de desidia se pide un McFlurry sólo de Oreo, y pregunta al chef sobre las especialidades del día.
Son las 8:30 de la mañana ya, y actualizo la App de Elecciones Locales 2015. Un 3% de batería después, los resultados aparecen impresos en mi pantalla: 92,62%, datos de las 23:09. Vaya, lamento. Pero cuando alzo mi vista, observo como mis siluetas corren, dirección El Alisal.
Emprendo carrera detrás de ellos, y de pronto se frenan frente a una rotonda. Tienen delante el vial de Amparo. ¡Aquí, aquí! se oye gritar a Gema. Es entonces cuando Iñigo, que aún conserva su melena intacta a pesar de tanta carrera, cae rendido al suelo, llevándose las manos a la cabeza. El concejal 14 está ahí, sepultado bajo cientos de miles de euros de un vial innecesario. Gema Igual se arma de valor, y coge al concejal 14, malherido, por los brazos y piernas, como si de una escena de recién casados se tratase: es un trozo de cartón pluma, sobre el que hay impreso una infografía de una persona sin tez.
Y entonces todo cobra sentido. El concejal 14 estaba bajo la casa de Amparo, pero también estaba en muchos otros sitios. Estaba en la senda costera, esa que de pronto apareció construida y ya terminada, pero de la que nadie sabía nada. También resultó estar en un almacén del segundo piso del Ayuntamiento, que a su entrada un cartel lo rotula como Sala de Infografías. Estaba en todas las promesas que a modo de imagen ficticia se nos habían presentado a los santanderinos durante estos últimos años. El concejal 14 era ese soterramientos de las vías del tren que se iba a hacer ya mismo, ya de ya, pero en donde a la vez se invertía en hormigón y acero para construir un vial de conexión que hablaba justamente el lenguaje contrario a la inmediatez de la que presumía Iñigo. El concejal 14 resultó estar también en el Museo ese de la ONU, o de la UNESCO o de qué sé yo que era aquello, que iban a abrir en el Banco de España. Y en los auditorios, en los cientos de auditorios (bueno, igual son menos) que se han construido en Santander en estos últimos años. Ni la Roma más próspera tenía tantos espacios de reunión como la Smart City.
Y parece ser que a pesar de tanto sensor, él no lo vio venir. Igual hay que recalibrar mejor estos instrumentos y dirigirlos más hacia la gente, hacia las personas, hacia lo que vulgarmente se llama el pueblo.