Tras cerrar su etapa por 17º año consecutivo, Las Gildas han hecho un repaso satisfecho de esta nueva edición, en la que se han vuelto itinerantes.

En esta ocasión han probado con un formato nuevo. De antes, en el periodo de octubre a junio, se reunían todos los domingos de mes en el bar El Bolero. Este año lo han hecho algo diferente, solo se han unido un domingo al mes y cada vez en un lugar diferente.

Imagen del pasado domingo en la fiesta de clausura.

Esto ha sido un riesgo, pues temían que no pudiesen ahorrar tanto dinero como en pasadas edición. Pero Gema Martínez, una de sus integrantes, contó el pasado viernes en Buenas Tardes Cantabria que eso no ha supuesto un problema.

Reconoce que durante un tiempo se mostraron preocupadas de que no cuadrara “el balance económico con el que apoyamos a los proyectos de transformación y desarrollo comunitario en diferentes partes del mundo”, pero que tras hacer cuentas están “muy satisfechas” con el resultados.

Es por eso que lo más probable es que en la próxima edición continuen con este formato. “Creo que vamos a continuar con esto, afinando algunas cosas que creemos que podrían haberse hecho mejor, o que podemos revisar mejor”, asegura Martínez, aunque la decisión la tomará la asamblea completa cuando se reúna en las próximas semanas.

“HEMOS DADO UN PASO ADELANTE”

En esta edición también han tenido la oportunidad de trabajar con nuevas asociaciones con las que no habían colaborado antes, como las nuevas plataformas vecinales de Santander, u otras más sociales como Libres.org.

“Hemos dado un gran paso adelante”, asegura Martínez, que confiesa que tras clausurar este domingo la edición, las mujeres de esta asociación se encuentran “muy cansadas, aunque satisfechas”.

Martínez afirma que “todas las citas han sido especiales”, aunque recuerda con especial cariño la de ‘Somos territorio’, organizada en abril junto a la Asamblea en Defensa de la Senda y Costa Norte de Cantabria.

Pese a la mala meteorología de ese día, Martínez nos cuenta la cantidad de gente que se apuntó a caminar por la polémica senda costera, y los numerosos vecinos de Cueto que se apuntaron a la fiesta en el Colegio Público Vital Alsar, y que no conocían Las Gildas.

“También fueron los vecinos de Prado San Roque, a los que no conocíamos, y contaron su problema. Fue muy especial verles a todos conociéndose y conociéndonos”, apunta.

El pasado domingo clausuraron la temporada en la Concha de Villaescusa, donde se reunieron 20 asociaciones.

Estas asociaciones junto a otras, hasta un total de 20 (entre las que se incluyen Interpueblos, Libres.org, La Vorágine, Brigadas Internacionales o Gira por el Desarrollo) se reunieron con Las Gildas el pasado domingo en su última cita ‘Andando, que es gerundio’, en la Finca de Riosequillo en la Concha de Villaescusa.

Allí las plataformas pudieron dar a conocer sus casos, y disfrutar de un soleado día con los pinchos, la música y las actividades que ofrece esta asociación de mujeres.

DIECISIETE AÑOS DE PROYECTOS SOLIDARIOS

Las Gildas comenzaron su andadura el 14 de febrero de 1998, cuando un grupo asambleario de mujeres unidas por su deseo de conocer y mejorar otras realidades, se comenzó a reunir todos los domingos en el bar El Bolero.

A día de hoy, más de 100 mujeres han pasado por el grupo, y han llegado a formarse como asociación. Tradicionalmente, cada jornada se ha ofrecido una reunión aderezada con música, actuaciones y comida que ellas mismas preparan. Y con el dinero recaudado a lo largo de cada temporada han apoyado diversos proyectos en diferentes lugares del mundo.

Su principal objetivo es apoyar proyectos que aporten un planteamiento transformador de la realidad, y que cuestione el actual sistema neoliberal y globalizador. Proyectos que sean concebidos a largo plazo y cuenten con poca cobertura desde otros medios, como ONGs, instituciones gubernamentales o medios de comunicación.

El concepto de comunidad debe ser primario en estos proyectos, pues deben estar centrados en el entorno en que se desarrollen. Con esas ideas, algunos de los planes que apoyan son el de Tiluchi, en Bolivia, una casa de acogida de niñas y adolescentes con alta vulnerabilidad. Gracias a su colaboración se les proporciona la atención que precisan para construirse un nuevo futuro.

También colaboran con el Sáhara, en coordinación con la asociación Cantabria por el Sáhara, apadrinando camellas para abastecer de leche, carne y lana a la población de los campamentos de Tindouf. Un proyecto que, además, crea varios empleos directos e indirectos. Están presentes, asimismo, en Haití, donde han ayudado a crear casas de acogida principalmente para niños; y en Palestina, donde ofrecen orientación legal a presos palestinos y sus familiares en Gaza. Proyecto en el que se coordinan con INTERPUEBLOS (España) y ADDAMEER (Israel).