Fidel Turienzo se encomienda a ‘Satanás’ para cruzar el Atlántico
Este sábado 19 de septiembre se celebra la 20ª edición de la regata Mini Transat. Se trata de atravesar en solitario el Océano Atlántico a vela en embarcaciones de 6,5 metros de eslora, el barco de regata oceánica más pequeño del mundo, (de ahí lo de la clase Mini) desde el puerto francés de Douarnenez, en la Bretaña francesa, hasta la Isla de Guadalupe en el Caribe, pasando por Lanzarote (Islas Canarias), con un total de 4.020 millas, unos 7.450 km.
Es una regata que se celebra cada dos años y cuyos protagonistas son conocidos como “ministas”.
En esta ocasión, participan setenta y dos regatistas, de los que cuatro son mujeres, de diecisiete países.
Siete son españoles, y de ellos hay dos santanderinos que debutan.
Son Nacho Postigo, nacido en Santander y mallorquín de adopción.
Y Fidel Turienzo nacido en Maliaño y criado deportivamente en la escuela de vela del Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) de Santander.
Fidel Turienzo tiene 23 años recién cumplidos (tan sólo hay un participante francés más jóven que él por pocos meses).
Y junto a su barco “Satanás” emprende esta aventura que comenzó para él hace nueve años, cuando a sus 14 años vio por primera vez este tipo de barcos y se marcó como objetivo participar en la navegación a vela transoceánica en solitario.
A Fidel y Nacho les acompañarán el navarro Carlos Lizancos, el más veterano con 56 años, Pilar Pasanau de Barcelona, estos dos ya han participado en ediciones anteriores, y el gaditano Jesús Jiménez, el vasco Aitor Ocerin y Guillermo Cañardo de Tarragona, también debutantes.
Para poder disputar esta regata los españoles, al igual que el resto de participantes, han tenido que luchar personalmente por sacar su proyecto adelante, técnica y económicamente, con dispares dificultades pero con poca ayuda externa como tónica general.
El presupuesto más modesto puede rondar los 70.000 euros entre barco, piezas, arboladura, pintura, mantenimiento, equipos de seguridad, equipos de navegación y electrónica.
Sin contar los aproximadamente 10.000 euros que llega a constar inscribirse en las distintas regatas oficiales de clasificación y en la regata en concepto de inscripción, seguros, avituallamiento y billete de avión de vuelta y transporte del barco en caso de concluir la regata con éxito.
En el caso de Fidel Turienzo, lleva ahorrando desde los 14 años para ver cumplido su sueño.
Y sólo en los últimos tiempos ha obtenido el apoyo de algunos patrocinadores (Metromar, Cruz Marina y Cooltoure), del Club Náutico Marina del Cantábrico y de la Asociación Role, madres y padres de alumnos de la escuela de vela del CEAR de Santander, donde empezó a navegar con 9 años y donde ha trabajado de monitor hasta embarcarse en esta aventura.
Además, desde el punto de vista deportivo, han tenido que superar las dos pruebas que marca la organización.
Por un lado sumar 1.000 millas en regatas oficiales (la más corta tiene un recorrido de unas 150 millas), y por otro cubrir 1.000 millas en solitario en uno de los dos recorridos diseñados por la organización, en el Atlántico o en el Mediterráneo, o en un circuito alternativo que puede proponer el regatista a la organización.
Para preparar su participación en esta regata, Fidel Turienzo ha realizado en el último año algo más de 5.000 millas repartidas de la siguiente manera: 3.450 millas en regatas oficiales; 1.250 millas en un recorrido en solitario y sin escalas que propuso a la organización entre Santander- Francia – Inglaterra – Irlanda y vuelta; y el resto de millas en sus viajes entre Santander y Francia para preparar su aventura.
La Mini Transat es una regata de 4.020 millas, casi 7.450 km., que se desarrolla en dos etapas. La primera de 1.250 millas (2.315 km) entre Douarnenez y Lanzarote y la segunda entre Lanzarote y la isla de Guadalupe, de 2.770 millas (5.132 km) de recorrido, con fecha de salida 31 de octubre, tras una espera de casi un mes por motivos de seguridad ante posibles adversidades meteorológicas.
UNA REGATA DIFÍCIL
Se estima que en recorrer la primera etapa tarden unos 8-10 días y la segunda etapa entre 15-20 días en condiciones normales.
Pero precisamente la dificultad de cruzar el Atlántico estriba en la incógnita de las condiciones que deparará el océano a los regatistas.
Además de navegar en solitario se añaden otros “obstáculos”: no pueden recibir ningún tipo de ayuda externa ni pueden tener comunicación con tierra (tan sólo disponen de una radio VHF para comunicarse con los barcos que se encuentren en sus inmediaciones, de un GPS sin cartografía, de cartas de navegación y de un sextante).
Para Fidel, al igual que para el resto, el objetivo es disfrutar y lograr el mejor puesto posible, pero lo principal es acabar la regata, ya que lo importante es el camino recorrido hasta aquí y en esta regata, si las cosas salen mal, tienen mucho que perder.
Es por ello que más que una competición deportiva, la regata Mini Transat es una prueba personal en todos los sentidos, que engrandece el denominado “espíritu Mini” que se caracteriza por trabajo, sacrificio, perseverancia y afán de superación y en la que no existen adversarios sino compañeros.
Una verdadera escuela de vida que Emmedios seguirá a través de El Faradio y Buenas Tardes Cantabria para todos sus socios, oyentes y lectores.