El tacticismo político impide cerrar ciclo tras el fin de ETA
Borja Ventura llevó a la editorial Libros.com, que está apostando fuerte por unos libros muy periodísticos y con mayor carga de profundidad, con una historia que no era ni “amable” ni “cómoda”.
Ni siquiera era actual, porque había otros “dramas” como los de la crisis, y los medios venían mostrando “reticencias” a tratar el tema que planteaba.
Pero encontró apoyos, y no sólo de la editorial, sino de los futuros lectores, que apoyaron el proyecto con una campaña de crowdfunding que hizo posible un libro que no ofrece un relato único, pero sí “completo” de lo sucedido en las últimas décadas en el País Vasco.
Y lo es porque este periodista ha tratado de hablar con todos, o, como se dice en euskera, Guztiak.
-¿Es posible un único relato de la historia reciente del País Vasco?
-Quienes esperan un relato único no lo tendrán, es imposible. Ver las cosas de una única forma es imposible con cualquier cosa, menos aún en algo tan doloroso y enquistado como lo sucedido en el País Vasco.
Lo que sí has buscado es un relato completo, con 17 entrevistas a ciudadanos que han estado muy cerca del tema.
Guztiak quiere decir todos. Quería captar de todo: desde víctimas de ETA hasta gente que ha pasado por ETA o está en la cárcel gente que ha cubierto en prensa todo lo que ha pasado… Quería un relato plural, y por eso está también la entrevista a Ana Pampín, una chica de Bilbao, una ciudadana normal, porque quería ver la vivencia al margen de cargos, quería ver como vivió esto una ciudadana normal.
Hubo gente a la que le daba igual, hasta que explotaron bombas cerca de su casa
-Es un conflicto que se naturalizó durante muchos años en la sociedad vasca.
No se miró hacia otro lado, porque sería muy injusto decirlo, pero sí que se aprendió a vivir durante muchos años con la violencia. Mientras no nos tocara a nosotros, no nos interesaba.
Hay entrevistas a gente que cuenta que no le afectaba nada, hasta que un día matan a alguien en su barrio, luego a otro en su entorno, y te cuentan cómo entonces se empiezan a mosquear.
Hubo gente a la que le daba igual, hasta que explotaron bombas cerca de su casa, y fue entonces cuando cobraron conciencia de que existía el problema.
Hemos tolerado como sociedad cosas muy graves, y hemos aprendido a vivir de ellas.
-Suponemos que, como periodista, habrás recibido acusaciones de equidistancia, y también sobre el uso del lenguaje. No es lo mismo hablar de conflicto, que de problema o de terrorismo…
-Es verdad, desde siempre que publicas algo recibes todo tipo de acusaciones. Además, no nos damos cuenta de que hay una amalgama de sentimientos y fuera de Euskadi sólo se mira desde un lado.
Con el lenguaje, cualquier cosa supone una gran diferencia. Para un sector de la izquierda abertzale decir Euskadi es intolerable, porque deja fuera Navarra. O la palabra etarra (que tiene la misma terminación que gentilicios de lugar como donostiarra), o que yo diga terrorista, que lo ven como peyorativo. A ese extremo llegan los debates terminológicos.
Tienes que pensar mucho el vocabulario, es complejo. Si siempre es difícil establecer una mínima comunicación en la que tanto emisor como repector hablan un mismo idioma, imagínate si de lo que hablamos es de violencia, daño, muerte, memoria, reconciliación o rencores.
¿Qué testimonio te ha marcado más de los muchos que has recopìlado?
—El libro tiene 17 entrevistas, aunque he hecho mucho más. Pero destaco una de alguien que no es entrevistado, pero está en el prólogo: Verónica Portell, hija del primer periodista asesinado por ETA, Francisco Portell.
A mí me impresionó esa historia, por lo de matar al mensajero, al que denuncia, pero es que además esa persona estaba dialogando, explorando vías, con otra persona, que estaba dispuesta también, y que fue ametrallada, aunque sobrevivió, pero el Gobierno nunca reconoció lo sucedido. La historia es demoledora.
La propia Verónica es víctima del terrorismo, pero explica que ella no ha construido su vida como víctima de terrorismo y no ha expresado sus opiniones en público. Y aunque entiende que se expresan en pública, ella lamentaba que se generalizara con las víctimas.
De hecho, cuando la entrevisté por primera vez en el año 2005, ella era de las personas que defendía que la izquierda abertzale tenía que estar en las instituciones. Ella tenía puntos de vista muy conciliadores, incluso escribió un libro, ‘Y sin embargo te entiendo’, en el que contaba la historia de un secuestro visto desde muchos puntos de vista.
También está el testimonio de un terrorista, que mostró mucho pesar por el suicidio de la mujer de una víctima de un atentado. Él explicaba que en un contexto de lógico militar, que es en el que estaban. El objetivo es el objetivo, y la mujer no es un objetivo, y lo lamentaba.
FALTA EL ÚLTIMO EMPUJÓN
-¿Cómo podemos recuperar la convivencia en el País Vasco y en España?
-Todos los entrevistados lamentaban que ante una noticia tan esperada como el anuncio oficial por parte de ETA de que dejaba de matar, todos coincidían en que habían pasado cuatro años y nada se había movido, algo que tenía que ver mucho con el Gobierno actual y sus decisiones en política interior y penitenciaria.
Tenían la sensación de que quedaba el último empujón y no se estaba progresando.
Pero también está la sensación de que en cuatro años han pasado cien. La sociedad vasca, de la misma forma en que aprendió a convivir de forma natural con la violencia se ha acostumbrado a vivir sin ella.
Es un progreso que hubiera sido impensable hace cuatro años. Que gente que hace cuatro años eran enemigos ya no lo sean, pero hay que tener en cuenta que en este caso la gente que estaba haciendo daño no era gente de fuera. Era tu vecino, el fontanero, el carpintero… gente con la que convives.
No hay un relato, pero sí una visión general de un camino hacia una conciliación posible, empezando por la convivencia.
Son escalas: primero la convivencia, luego la conciliación. Me refiero a una cuestión social, no al plano individual, donde cada uno hace lo que crea, en función de su moral individual, si perdona o no.
-Aunque ahora el tema es el conflicto político Cataluña-España, atisbamos algo en el País Vasco a un recrudecimiento del conflicto, como por ejemplo, con el caso de Arantza Quiroga, descabalgada de la dirección del PP vasco por una propuesta por la convivencia no suficientemente bien explicada ni entendida…
-Allí había una ponencia que llevaba mucho tiempo parada en el Parlamento, y lo que ella propone es una cosa muy concreta, que reconoce los pasos y la evolución que se ha dado en la izquierda abertzale. Viene a decir que la condena de la violencia no la van a hacer tal cual, pero que la crítica a la estrategia violenta de ETA podría valer.
Y lo que sucede es que en medios de opinión abertzle lo celebran, y el PP ve como se están apuntando el tanto. Por eso lo primero que dice Arantza Quiroga (que no es sospechosa de nada en el PP vasco, que pertenece a la parte más conservadora de toda la vida) al retirarlo es que se ha malinterpretado.
Es una posición absolutamente tacticista, por parte de todos, del PP, de la izquierda abertzale. Todos quieren hacer movimientos, ir más allá, queda manifiestamente claro.
Todo vino desde Génova. Ha pasado en el PP, pero podía haber pasado en la izquierda abertzale, pero todo se fía a tacticismos. Es muy triste.
Está claro que las instituciones siguen estando detrás de una sociedad que poco a poco comienza a estar madura para contarlo, con todos.