El Bathco escala en la División de Honor, pero necesita mejorar
La primera visita de la temporada del Bathco Rugby Club a Madrid iba a empezar de una forma divertida. El desprecio por lo público que tiene el Gobierno de la Comunidad de Madrid también afecta, cómo no, al transporte. Llegar desde el centro de Madrid hasta el campo del Valle de las Cañas tiene su aquel.
Primero debía coger el cercanías para llegar a Aravaca. Unos 10 minutos de espera. Ahí es cuando piensas que es domingo y has tenido mala suerte. Junto a la estación de esa localidad vecina a Pozuelo está el Metro Ligero, que era el otro transporte que debía utilizar para llegar al campo. Por cierto, no se llama Ligero porque vaya rápido, creo que es más porque es un tren que pesa poco.
Y ahí todo se pone mucho más divertido. Ves que no eres el primero en llegar al andén. Ya había algunas personas esperando. Y el rótulo te advierte de que quedan 22 minutos para que llegue el tren. Esto ya no es mala suerte.
Siempre he defendido que el transporte público es de las mejores cosas que tiene Madrid. Pero ya no es lo que era. Los tiempos de espera se han alargado mucho, y eso, claro, reduce la eficacia del servicio (remarco, público). Curiosa forma de alentar a los ciudadanos a coger estos medios y dejar el coche en casa.
Por otro lado, piensas que si es necesario privatizar la Sanidad para que algunas ‘empresas amigas’ pesquen dinero de los contribuyentes y otro tanto es conveniente hacer con la Educación, fomentando colegios privados y concertados en vez de apostar por mejorar y dotar de medios suficientes a los centros públicos, cómo no se va a recortar en este otro tipo de cosas.
Afortunadamente, quien escribe fue previsor y salió de casa con casi hora y media de antelación. Y llegó justo cuando el partido iba a comenzar. Menos mal.
Lamentablemente, no se vio un gran espectáculo. Sí se vio a dos equipos muy luchadores, respetuosos, pero no tuvieron el día muy inspirado, aunque el marcador pueda llevar a pensar que hubo un festival. 24-41, en este caso, significa errores defensivos en buena parte, aunque es cierto que los verdes sí despertaron un poco en el segundo tiempo.
El objetivo del equipo de Tristán Mozimán era llevarse cinco puntos. Y se cumplió. Eso era lo más importante, y la expedición cántabra lo reconocía tras el partido. No estaban demasiado contentos con su juego, pero al menos su casillero reflejaba la superioridad que se presumía antes del encuentro.
Y es que el Bathco cometió muchos errores a lo largo del choque. Por ejemplo, concediendo muchos golpes de castigo. Rafael de Santiago, el zaguero de Pozuelo, no dudó en ir cobrándose puntos gracias a eso. Y el resultado fue que los madrileños estuvieron casi todo el tiempo con opciones de ganar.
La disciplina es algo a mejorar, pero también el juego a la mano. Si quieres que el gran trabajo de la delantera surta efecto en el marcador, es necesaria una precisión que en Pozuelo sólo apareció con cuentagotas. Y cuando los rivales sean de verdadera entidad no perdonarán tus errores y te ganarán.
Pero no fue todo malo. La melé volvió a ser el apoyo, el impulso necesario para tener el partido relativamente controlado. Es a partir de ahí donde comienza a funcionar el engranaje, y los madrileños no podían ni oponer resistencia, aunque lo intentaban.
Por supuesto, un equipo que es especialista en melé, también procura montar algún maul durante los partidos, y en esta ocasión dio resultado. Así llegó el primer ensayo de los verdes, con el argentino Agustín Schab como encargado de posar finalmente el balón. Era la primera vez que se ponían por delante en el partido, y era un 6-10 que anunciaba mucho trabajo por delante.
Poco después llegó el momento desagradable del partido, una doble lesión fortuita en un ruck, que obligó a Miguel Ramírez, ‘Michi’, de Pozuelo y a Andrei Serb, de Bathco, a abandonar el partido. Lo del jugador local parecía bastante grave, pero se quedó finalmente en una lesión de isquiotibiales. Lo del visitante obligó a tomar la precaución de llevarle a un hospital para hacerle pruebas en la cabeza y descartar que fuera grave el golpe recibido, y así fue, afortunadamente.
Serb se había levantado el sábado a las cuatro de la madrugada para ir a trabajar, y después cogió un autobús para ir solo a Madrid y llegar el sábado por la noche y unirse al equipo. Eso se llama pasión por un deporte. Ojalá se recupere pronto y vuelva a disfrutar.
Otro chispazo de Bathco puso el marcador en 6-15 tras anotar el capitán Javier de Juan otro ensayo. Parecía que ahí se podía abrir la brecha definitiva, pero de vez en cuando aparecían agujeros en la defensa cántabra, y por eso no se pudo cerrar el triunfo antes. De hecho, el 14-18 al descanso no era nada tranquilizador, porque se encajó un ensayo y casi fueron dos.
Tras el descanso sí se advirtió que el equipo de Mozimán tenía las cosas un poco más claras y su actitud indicaba que iban a ir decididamente a por la victoria. Pero dejaron que el suspense flotara otro buen rato por el Valle de las Cañas.
Mariano García, el apertura, tomó la decisión de lanzar a touche un golpe de castigo en lugar de lanzar a palos, algo que le recriminó el técnico, que quería ir sumando puntos en el marcador. Seguro que el jugador argentino estaba pensando en el punto bonus ofensivo, que consiste en anotar cuatro o más ensayos durante un partido.
Poco después llegó la que pudo ser jugada clave del partido, la tarjeta amarilla a Daniel Fernández-Manchón, que estuvo 10 minutos sentado en el banquillo, pero curiosamente eso no ayudó a los bisontes, que encajaron un ensayo dos minutos después, con la defensa rota de nuevo con facilidad por el Pozuelo.
Tras la certera patada de García tras el ‘sin bin’, Bathco ganaba 14-21. Cuando Fernández-Manchón regresó al campo el marcador reflejaba un inquietante 24-24. Pero faltaba la última carga del equipo santanderino, y dio resultado.
De Juan ejercía perfecto como capitán, arengando, aconsejando en muchas ocasiones a sus compañeros, teniendo que jugar de ala, pero cogiendo toda la responsabilidad (hasta cinco de los tres cuartos del equipo se perdieron el partido por lesión). Su segundo ensayo del partido, pegado a la cal como si llevara a la espalda el 11 en vez del 7, abría de nuevo las esperanzas de poder sacar cinco puntos.
Dichas esperanzas se cumplieron porque Richard Steward, el zaguero (que suele jugar de ala), logró un maravilloso ensayo con 10 minutos para el final del choque que dejaban el partido sentenciado y el bonus asegurado. Esa jugada terminó de matar el partido, en el que pasaron pocas cosas después.
Cuando Izko Armental y García conectan, pasan cosas mucho mejores para Bathco, y se vio claramente en esta jugada. El apertura tuvo participación directa en los dos ensayos que acabaron decidiendo el partido, además de patear con mucho acierto a palos.
Así mataron el partido los verdes, fijando a la defensa rival con la delantera para que después los magos del balón encontraran al mejor situado para anotar el ensayo. Puro rugby.
Es obvio que el equipo tiene mucho margen de mejora y tiene tiempo para conseguirlo. Es mucho mejor alcanzar el momento de forma y juego óptimos en primavera que en otoño. Hay un rival que parece difícilmente batible como el VRAC Quesos Entrepinares, pero nunca se sabe cómo puede llegar un equipo al final de la temporada. Un par de lesiones o una derrota inesperada pueden cambiar el rumbo de un equipo, o que se despeguen sus miembros en el vestuario.
Los pucelanos dominan con claridad la liga, pese a llevar sólo cinco jornadas disputadas. El Independiente ya es cuarto, a nueve puntos del todopoderoso VRAC, pero sólo a dos del otro equipo de Valladolid, el Chami, y a uno del Cisneros madrileño.
Bathco cuenta con un grupo humano muy interesante. Muy variado también, claro, hay mucho argentino, pero también han llegado jugadores de otros lugares, como el propio Steward que es sudafricano, o los ingleses Jack Hughes y Ben Silk. Y se nota un buen ambiente entre ellos.
El espíritu del rugby
El tercer tiempo celebrado en Pozuelo después del partido fue una buena muestra de ello. Jugadores de ambos equipos mezclados, bromeando, después de haberse dado una buena paliza en el campo. El rugby tiene un concepto muy familiar de las relaciones. Esto ya no me sorprende, pero cuando vi aparecer a los árbitros sí me chocó más. Se unieron durante un rato para hablar sobre el partido, la División de Honor y cosas así.
Estas cosas son las que hacen diferente a este deporte. Los valores sí son importantes, y lo que se fomenta es sano, porque consiste en crear camaradería entre la gente que vive un mismo pasatiempos, o profesión.
Tras un fin de semana donde hemos visto a jugadores insultando a árbitros (y al que se defiende es al jugador), accidentes de moto provocados, guerra entre dos compañeros de equipo de Fórmula 1, despido de un entrenador por correo electrónico… Mientras sucedían cosas como esas, otras personas preferían ver juntas, siendo de equipos contrarios, un partido de rugby de auténtica élite. Y allí estaban desde los mandamases de los clubes hasta sus jugadores suplentes.
En esos momentos, da igual si ganó uno u otro. Habiendo sido un partido limpio, no hay problema ninguno. El rugby te da cosas que los demás no pueden dar, como ya viví en la Supercopa de España. Esta vez, de nuevo fui testigo del rugby desde dentro, y no puedo hacer más que estar agradecido a los protagonistas por compartir con un desconocido sus costumbres, su cercanía y su sinceridad.