La Compañía Nacional de Teatro Clásico trae a Cantabria El Alcalde de Zalamea
Con motivo de la reapertura del Teatro de La Comedia de Madrid, su sede, la Compañía Nacional de Teatro Clásico, inició el pasado mes de septiembre una gira que recupera uno de los clásicos más conocidos de Calderón de la Barca: el acalde de Zalamea.
Este fin de semana recae en Cantabria, acogida por el Palacio de Festivales que la representará en sesión doble. El viernes 15 y el sábado 16, a las 20:30 horas, tendrá lugar la representación de la obra que está dirigida por Helena Pimenta y que ha versionado Álvaro Tato.
Veinticuatro intérpretes, entre actores y músicos pondrán en pie una de las obras más representadas y conocidas de nuestro teatro áureo, con un elenco de lujo, protagonizado por Carmelo Gómez.
La Compañía de Teatro Clásico tira también de música para acompañar esta nueva versión del clásico. Junto a la guitarra de Juan Carlos de Mulder, la voz de Rita Barber arropará a los actores durante toda la obra.
Joaquín Notario, Jesús Noguero, Clara Sanchís, David Lorente, Rafa Castejón, Óscar Zafra, Álvaro de Juan y Alba Enríquez completan el cartel de este drama de honor, que es una de las obras maestras del Siglo de Oro Español.
UNA HISTORIA DE ABUSOS E IMPUNIDAD QUE SE CONVIERTE EN INTEMPORAL
La historia cuenta los desmanes que se producen en la localidad extremeña de Zalamea de la Serena, al pasar las tropas españolas con motivo de la guerra de Portugal. Los habitantes de los pueblos y las aldeas se ven obligados a alojar a los soldados en sus casas, perturbando estos impunemente la vida de sus ocupantes.
El drama está centrado en una de ellos, un labrador rico, Pedro Crespo, interpretado por Carmelo Gómez, cuya hija Isabel es secuestrada y ultrajada por el soldado que él había acogido, el capitán Don Álvaro de Ataide.
A partir de ahí se desarrolla esta historia que ha sido llevada tres veces a escena por la Compañía Nacional de Teatro Clásico: en 1988 dirigida por José Luis Alonso, en 2000 con puesta en escena de Sergi Belbel, y en 2010 bajo la dirección de Eduardo Vasco.
Esta vez propone un nuevo acercamiento, necesariamente distinto, pues el mensaje que se esconde tras las palabras de Calderón sigue inalterable y se resiste a la simplificación. Cada época, cada circunstancia, cada geografía, descubre lo que necesita para seguir siendo una obra maestra del Siglo de Oro español y de la dramaturgia universal de todos los tiempos.