Bajo la lluvia, con mantas o chalecos salvavidas, con pancartas y carteles, más de 500 cántabros han secundado el llamamiento, simultáneo en ciudades de todo el mundo, por un pasaje seguro para atender la crisis humanitaria de los refugiados que están llegando a la Unión Europea.

En un día muy santanderino, de persistente lluvia y frío, los manifestantes, que marchaban desde la Delegación de Gobierno hasta la Plaza del Ayuntamiento, hablaban de las condiciones en que están llegando a las costas europeas, a Lesbos, los refugiados que huyen de la guerra o del hambre en sus países, fundamentalmente Siria.

Las pancartas que llevaban aludían a los derechos de los refugiados y las personas migrantes, a la bienvenida que los ciudadanos están dispuestos a darles, con gritos de ayuda y avisos sobre la trata de personas en que caen.

Participantes en la marcha por un pasaje seguro

Sobre el escenario, los convocantes, que habían renunciado expresamente a siglas de asociaciones o colectivos, llamaban la atención sobre el contraste entre la “diligencia” de los rescates bancarios frente al “rescate a las personas”, “tan difícil que ni se intenta”, concluyendo que “no hay derechos, no hay Derecho”.

Y alertaban sobre las distintas situaciones dentro de este colectivo, de por sí en una difícil situación, que se agrava en el caso de las mujeres, expuestas a delitos sexuales y al riesgo de la trata de blancas; o a los niños, que han viajado solos o se han quedado solos, y entre los que se cuentan 10.000 desapariciones a su llegada a Europa.

Y a la vez ponían en valor, frente a una Unión Europea que ya es “exclusivamente económica”, el liderazgo en la respuesta a este problema humanitario que están teniendo los ciudadanos y ONGs que están trabajando para ayudarles, bien desde la denuncia, desde la ayuda económica, la asistencia jurídica o incluso el desplazamiento a Lesbos que han hecho varios cántabros, algunos de ellos presentes en la marcha, y otros trabajando allí sobre el terreno.

Además, poetas como José Elizondo han leído textos que evocaron de algún modo la figura del niño fallecido que tanto impacto mediático tuvo, con reminiscencias a las nanas de la cebolla de Miguel Hernández.

Sentada

A la marcha, convocada de forma colectiva por distintas asociaciones, grupos y ciudadanos, han asistido miembros de Cantabria por el Sáhara –que apenas media hora tenían antes su propia concentración en conmemoración del 40 aniversario de la República Democrática–, Interpueblos, la plataforma Libres, la asociación La Vorágine, el centro Bertolt Brecht, el sindicato educativo STEC, UGT, Amnistía Internacional, la CNT, la Coordinadora Cántabra de ONGD`s, representantes de colectivos ecologistas y antifracking o el grupo de teatro social y aficionado Unos cuantos, entre otros activistas, miembros de la cultura y ciudadanos participantes.

Allí estaban personas que han trabajado con refugiados, como el cooperante Vicente Carro, recién llegado de Lesbos, que llama la atención sobre cómo las autoridades griegas están desplazando a las ONGs en los campos de refugiados, convertidos en “campos de concentración”, o la abogada Eugenia Gómez de Diego, que desde el turno de oficio está atendiendo casos que afectan a refugiados, denunciando tanto su indefensión como el incumplimiento legal que supone no atender correctamente a los que ya están llegando a nuestras ciudades.

En el plano político, asistían, entre otros, la vicepresidenta del Gobierno y secretaria general socialista, Eva Díaz Tezanos; el consejero de Educación, Ramón Ruiz; el director general de Cooperación, Jorge Ruiz y la portavoz del PSOE en el Parlamento, Silvia Abascal; también estaban las regionalistas Matilde Ruiz y Amparo Coterrillo (Santander); por parte de Podemos estaban José Ramòn Blanco y la diputada nacional Rosana Alonso; miembros de Izquierda Unida o Equo, y había concejalas del PP en el Ayuntamiento de Santander, como Carmen Ruiz y María Tejerina.

En declaraciones a los medios, Díaz Tezanos recordaba que el Ejecutivo cántabro tiene ya aprobado un plan de acogida a refugiados, y lamentaba la “crisis de valores” y la “pasividad” de la Unión Europea.