Cuando difundir un contenido en redes sociales te convierte en cómplice del agresor

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Estamos acostumbrados a que cuando hay una agresión o un caso de acoso, sea del tipo que sea, siempre se suele poner el foco en dos agentes: el agresor y la víctima.

En los casos de cyberbullying ocurre lo mismo. Estamos educando a no perpetrar el acoso y a protegernos y denunciar cuando somos el objetivo. Pero olvidamos que en el medio de las redes sociales juega un tercer agente: el observador/compartidor.

Kyle Boggess intuía que su novia le era infiel, así que decidió averiguar la verdad inscribiéndose con una identidad falsa en una web de contactos en la que creía que ella estaba dada de alta.

La encontró, comenzó a flirtear con ella y, después de que ella le dijera que era soltera, llegaron a concretar una cita que nunca tuvo lugar.

Aún así, continuaron los mensajes. A Kyle se le ocurrió que no había una mejor manera de celebrar San Valentín que regalarle a su chica impresiones de pantalla de esa infidelidad mientras lo grababa en vídeo. “Te vas a hacer famosa. Lo voy a publicar en YouTube”, le dijo. Y acertó.

Como adultos que somos, y como víctimas que hemos sido algunos de un desengaño amoroso, el primer pensamiento que viene a la cabeza es que la chica se lo merecía.

Pero esa no es la educación que estamos promoviendo. Kyle nunca debió subir ese vídeo para poner en ridículo ante todo el mundo a su novia (y recordemos que no es una frase hecha. Es TODO EL MUNDO).

Pero la gente que lo vio y lo compartió con sus amistades, ¿en qué estaba pensando exactamente cuando lo hizo? Y el redactor de la primera noticia que habló sobre ello, ¿por qué pensó que esta era una historia digna de ser propagada?

La gente de Pensamiento Colectivo ha lanzado una campaña bajo el lema #YoRespeto con la que persiguen un triple objetivo.

Por un lado, debatir sobre el uso que se le da actualmente a las TIC. Nos estamos centrando mucho en instruir en cómo usar las herramientas pero se habla poco de para qué usarlas.

A partir de ese debate se pretende reflexionar sobre lo que significa compartir y viralizar un contenido. Tenemos un móvil conectado a la red permanentemente y eso ha cambiado nuestros hábitos. No se trata de erradicarlos, sino de darles forma y ser responsables, por ejemplo, a la hora de grabar y difundir imágenes.

La prevención es el objetivo final. Tras un debate y una reflexión seremos capaces de tener una visión crítica y saber si un contenido es susceptible de ser compartido. Ir más allá del retuit fácil y pensar por un momento qué valor tiene esa información para la gente a la que se lo estoy mostrando. Si no va a aportar nada o puede perjudicar a alguien es mejor no difundirlo.

La campaña la han completado con un vídeo muy ilustrativo de lo que puede ocurrir cuando compartimos contenido potencialmente viral y que puede acabar perjudicando a alguno de sus protagonistas, y que invita a pensar antes de compartir.

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