Los movimientos de apoyo a los refugiados correrán por Siria
Amnistía Internacional, la Asociación de Apoyo al Pueblo Sirio y Pasaje Seguro Cantabria han organizado una carrera solidaria popular para sensibilizar sobre la situación que vive el pueblo sirio, cuyo país está en guerra desde hace cinco años.
Más de 5 millones de sirios han huido de su país buscando refugio, lo que es casi el 25% de su población. Las ciudades han quedado totalmente destruidas, la vida en Siria es prácticamente inhumana, sin los recursos más básicos.
Con esta carrera, esas asociaciones quieren, no solo sensibilizar sobre su situación, en la que cualquier ciudadano del mundo se podría ver, si no también recoger fondos que serán destinados a apoyar a la población que aún permanece en el país.
La presentación de esta carrera solidaria, que se celebrará en Santander el 18 de septiembre, tendrá lugar este miércoles, 20 de julio, a las 10.30 horas en la Plaza de las Atarazanas, junto al Hibisco, la Rosa de Siria que la Asociación de Jardineros de Cantabria plantó en su honor el Día del Refugiado, el pasado 20 de junio.
Es una de tantas actividades que están llevando a cabo Apoyo al Pueblo Sirio, Amnistía Internacional, Pasaje Seguro Cantabria y otras tantas asociaciones para que no se olvide el drama de los refugiados, que estos años está siendo el éxodo más numeroso desde la II Guerra Mundial.
Un éxodo que, cinco años después, ha llegado a las puertas de Europa y nuestro continente ha respondido de un modo que jamás habríamos imaginado. Lo cuentan los voluntarios que han ido a campamentos griegos para ayudar a los refugiados sobre el terreno.
Narran esas intervenciones de los antidisturbios de la policía griega en el campamento de Idomeni, lanzando pelotas de goma y gases lacrimógenos, y no se creen que esto pueda ocurrir en Europa; que esas imágenes de niños y madres llorando no las pueden haber producido nuestros gobernantes.
MÉDICOS SIN FRONTERAS PIDE A EUROPA QUE PRIORICE LA ATENCIÓN DE LA SALUD MENTAL DE LOS REFUGIADOS
Pero es que mientras la sociedad civil se organiza para ayudar, los gobernantes solo se han organizado para pasarle el problema, previo pago, a Turquía. Una Turquía que está en un periodo convulso, haciendo una buena limpieza de la oposición molesta para Erdogan.
Una situación, la de los refugiados, que según Médicos Sin Fronteras, puede estar provocándoles graves desórdenes de salud mental tras las duras experiencias vividas en sus países de origen, el trauma que sufren en su viaje hacia Europa y las inadecuadas condiciones de acogida que se encuentran a su llegada en Italia.
En un informe que han presentado este martes en Italia, MSF hace un llamamiento al Gobierno italiano y las autoridades europeas para que prioricen la atención en salud mental para esta población particularmente vulnerable.
Y es que las instalaciones en las que han ubicado a los refugiados no están pensadas para ser habitadas a largo plazo. Por ello, en este informe, titulado ‘Heridas ignoradas, los traumas que Europa contribuye a agravar’ se utiliza información recogida entre julio de 2015 y febrero de 2016 para insistir en la necesidad de que se establezca urgentemente una sustancial mejora de los servicios que presta el sistema de recepción italiano para migrantes y solicitantes de asilo.
QUÉ SE DEJAN ATRÁS
Para saber qué dejan atrás que puede ocasionarles tanto trauma, está bien recordar la impactante performance que llevó a cabo hace unos días la Asociación Octubre en Torrelavega. Con un itinerario perfectamente marcado, la asociación recreó una escena de guerra y terror donde los participantes, refugiados por un rato, debían escapar de bombas, miseria y muerte.
Al final de cada camino que tomaban para huir, había siempre una valla y un puesto fronterizo cerrado. Esto solo puede dar una pequeña idea de la desesperación y el estrés que viven estas personas, y cómo puede esto a afectar a su salud mental. Huir de bombas y recibir pelotas de goma. Huir de la guerra y morir en el mar…
A cambio, los voluntarios de la sociedad civil, un número como ellos que son los únicos que se mueven. Los que viajan por sus propios medios para transportar comida y ropa. Los profesionales que les atienden con lo poco que tienen a mano. Los que envían casi 15.000 kilos de comida a los campamentos de Líbano.
Todo ello mientras las instituciones europeas se quitan el ‘problema’ de en medio con un contrato de negocios, y mientras los estados miembro de la UE y sus respectivos gobiernos locales no cuentan, ni siquiera, con cifras exactas para ayudar a los pocos que lleguen.