Los Juegos Paralímpicos se ponen en marcha sin representación cántabra
«No. No puedo. Es superior a mis fuerzas». Muchas veces hemos podido oír o pronunciar algo similar, en un montón de situaciones distintas. En los Juegos Paralímpicos no caben ese tipo de frases. Se trata de deportistas que decidieron, un buen día, desechar esas expresiones negativas y que suponen más cerrar puertas que abrirlas.
Desde esta pasada madrugada, los Juegos de Río 2016 están oficialmente inaugurados, pero en su versión menos mediática, en la que menos focos atrae, pero no por una cuestión de mérito, sino más por una cuestión económica. Las grandes marcas históricas no están al alcance de estos deportistas, ni falta que hace. Ellos sí logran dar todo de sí mismos y exponer todo el sacrificio acumulado durante años de entrenamiento sin las mejores condiciones disponibles.
Ser un deportista paralímpico significa el mismo compromiso con el deporte, pero derribando más barreras que un olímpico. Por eso, los 12 días que dura esta otra versión de la mejor competición deportiva del planeta merece también toda nuestra atención, aunque el seguimiento televisivo es menor y eso también impide dedicarle el mismo número de horas.
Dentro de esta categoría del deporte, no podemos olvidarnos de citar a Oscar Pistorius, el atleta sudafricano que acabó convirtiéndose en toda una estrella mundial por lograr ser el primer doble amputado que lograba clasificarse para unos Juegos Olímpicos, los de Londres 2012, donde se clasificó para las semifinales de los 400 metros y logró el diploma olímpico al competir en la final del relevo 4×400 juntos a tres compatriotas suyos.
Lamentablemente, después de su mayor logro deportivo, asesinó a su novia, Reeva Stenkamp, y ahora cumple una pena de seis años de prisión, por lo que todo lo bueno que consiguió en el tartán ya está irremediablemente manchado para siempre. Sólo puede quedar el consuelo de que la vía deportiva que él abrió pueda ser aprovechada por otros deportistas paralímpicos.
España acude con el objetivo de superar las 42 medallas de Londres
No hay representación cántabra, pero sí la hay española. Y aquí somos un país muy a tener en cuenta, aunque parece que vamos a menos. En la historia del olimpismo moderno, España es el 24º país del mundo. En el paralimpismo, 10º, una de las referencias a nivel mundial. En los últimos tiempos, hay más países que van apostando por estas competiciones y eso también dificulta mantenerse tan arriba.
Los Juegos Paralímpicos comenzaron a celebrarse en 1960, en Roma. Cuatro años después fueron en Tokio, pero en 1968 se desligaron de los Olímpicos. Empezaron a disputarse en sedes distintas, hasta que volvieron a unificarse en Seúl, en Corea del Sur, en 1988. Desde entonces, siempre se han disputado en el mismo lugar, pocas semanas después. Y es ahí cuando su relevancia se va incrementando, algo fundamental para que se visibilice la situación de las personas que tienen ciertas dificultades para desarrollar su vida, ya sea porque deben utilizar una silla de ruedas o porque tengan una discapacidad intelectual.
En 1968 fue la primera vez que España participó, en Tel-Aviv, ahí fue donde cayeron las primeras medallas, y desde entonces nunca hemos fallado. La mejora en las siguientes citas fue fulgurante, hasta alcanzar una época verdaderamente exitosa. En Barcelona 92, Atlanta 96 y Sidney 2000, siempre dentro de los cinco primeros países del medallero y con más de 100 medallas conseguidas en cada uno de esos tres campeonatos. Desde entonces, hemos ido cayendo en los sucesivos medalleros, pero seguimos acumulando éxitos gracias a la estructura del deporte paralímpico español.
En Londres 2012, España retrocedió al 17º puesto, tras conseguir ocho oros, 18 platas y 16 bronces. Fueron 42 medallas en total, y en esa clasificación la delegación comandada por la nadadora Teresa Perales (que también competirá en Río y que ya está pensando en alargar su carrera hasta Tokio 2020) fue 10ª. Ahora, con 111 deportistas y otros 16 de apoyo, España pretende mantener o mejorar la cosecha de metales.
Se da la circunstancia de que en los Juegos Paralímpicos compiten menos atletas que en sus hermanos Olímpicos, pero se reparten muchas más medallas, porque hay varias categorías de competición según la discapacidad de los deportistas, que puede ser motriz, intelectual o visual. Y, además, hay otra categoría para los que compiten con parálisis cerebral.
Maracaná vuelve a vestirse de gala
La ceremonia inaugural ha tenido lugar en Maracaná, el mismo lugar donde se inauguraron los Olímpicos el pasado 5 de agosto. Y lo han hecho con una ceremonia más modesta, pero con un esquema muy similar y sin mucho que envidiar a la que le precedió. Un espectáculo muy musical, con los ritmos brasileños como base, un largo desfile de deportistas y los discursos y el encendido del pebetero al final.
La estrella inicial fue el presidente del Comité Paralímpico Internacional, el británico Philip Craven, un deportista que no logró medallas en los Juegos, pero que se permitió la hazaña de competir en 1972 en tres deportes distintos: atletismo, natación y baloncesto. Ostenta el cargo desde 1989, lo que le convierte en una personalidad única dentro de la historia del deporte paralímpico.
El simbolismo del espectáculo propiamente dicho empezó con el culto a lo que se ha denominado ‘Su Majestad la rueda’, un elemento fundamental en la historia del paralimpismo. A raíz de ahí, la música brasileira se desató y el baile se hizo protagonista de la ceremonia.
En el desfile, los primeros en salir al estadio fueron los componentes del Equipo de Refugiados, que también tuvieron cabida en los Juegos Olímpicos. De ahí empezaron a salir todos los países en orden alfabético. Cuando llegó el turno de España, el jugador de tenis de mesa José Manuel Ruiz fue quien se dejó ver en primer lugar, como abanderado del equipo. Estos son sus sextos Juegos Paralímpicos, y es una buena opción de medalla en tenis de mesa.
Para los últimos del desfile, como es habitual, los de casa, la delegación brasileña, que hizo estallar de júbilo a Maracaná, mientras sonaba la samba a todo volumen en los altavoces. Esta parte se hace bastante aburrida, como en los Olímpicos, al igual que los discursos posteriores, que duran más de la cuenta. Ahí llegó el momento polémico, dado que todos los aplausos se convirtieron en abucheos en cuanto fue nombrado y apareció el actual presidente brasileño, Michel Temer, que ha alcanzado el cargo tras el proceso de ‘impeachment’ a su antecesora, Dilma Rousseff.
El espectáculo prosiguió después con coreografías bien conseguidas y muy visuales, hasta llegar al momento en que se produjeron los clásicos juramentos de deportistas y entrenadores, al fin, quedaban inaugurados los XV Juegos Paralímpicos con la llegada de la antorcha al estadio y el encendido del pebetero a cargo del nadador paralímpico brasileño Clodoaldo Silva, que fue sorteando obstáculos con su silla de ruedas hasta llegar al punto indicado y prender la llama para dar paso, desde este jueves, a las competiciones.