ÚLTIMO DÍA EN CAJA CANTABRIA: LOS PREFERENTISTAS CANCELAN SUS CUENTAS
Cuando este mediodía Rosa María del Pozo ha salido de la oficina de lo que antes era Caja Cantabria en la Plaza de Numancia ha sido recibida entre aplausos, como si fuera un héroe que vuelve de la guerra. Algo parecido.
Ha sido su última visita a la oficina. Después de que una sentencia judicial le devolviera sus ahorros, Rosa, que no quiere volver allí “en su vida”, ha ido allí a cancelar su cuenta bancaria.
Hasta ese trámite le ha costado. El viernes pasado lo intentó, pero la responsable de la oficina tenía “cosas mejores que hacer” y no fue posible.
Hoy sí, aunque ha tenido que pelear hasta que le escribieran el ‘Cancelado’ en la libreta.
Y, al igual que desde que hace dos años descubriera que era víctima de las preferentes, ha estado acompañada del resto de miembros de la Plataforma.
En su última visita a su oficina, Rosa ha llorado y reído a la vez, y también se ha indignado, tanto antes como después de hacer la cola, al ver a los empleados de la Caja.
“Me engañaron, me ofrecieron un plazo fijo, incluso me lo escribieron en un papel. Era un depósito, trimestral, y con devolución en cualquier momento. El interés era del Euribor más el 0,80, tampoco era mucho. Yo en ese momento tengo confianza y me fío”, recuerda, a pie de oficina.
Esto fue en 2011, cuando metió en la Caja los ahorros que había conseguido durante años en su trabajo como limpiadora (unos 400 euros al mes) y la herencia de su madre, hasta sumar 15.000 euros.
“Al año después me enteré de que tenía preferentes. Empecé a buscar qué podía hacer y descubrí que era un producto supertóxico, perpetuo”.
A partir de ahí, comenzó lo duro. Porque Rosa lo ha pasado “muy mal”. “Me levantaba pensando en las preferentes, dejé a mi familia de lado”, nos relata, añadiendo que para recuperar sus ahorros ha hecho cosas que “nunca pensó que iba a hacer”: desde protestas de todo tipo a concentraciones e, incluso, dormir en la calle.
Todo de la mano de la (muy activa) Plataforma de Afectados y con el fin de llamar la atención sobre un problema que en Cantabria afecta a unos 9.000 cántabros y que ni Liberbank (el banco del que forma parte la antigua Caja, junto a Caja Extremadura y Caja Astur, que tenía en su mochila a la frustrada Caja Castilla La Mancha) ni las instituciones han sido capaces de solucionar.
«MUY AGRADECIDA A LA JUSTICIA»
Ha tenido que ser la Justicia, a través del refuerzo de un juzgado, el que se ha dado en llamar el Juzgado de las Preferentes, a cuya cabeza está Luis Sánchez Gall, y que en sus primeras sentencias está dando la razón a los preferentistas, con un lenguaje sencillo poco habitual en la jerga judicial.
Ella se siente “muy agradecida” por la justicia. Para Rosa, “sí existe”, porque ha podido recuperar sus ahorros, en un juicio que, no obstante, tardó en celebrarse. Y que es un extremo al que lamenta haber tenido que llegar por la negativa del banco a alcanzar un acuerdo, con el consiguiente gasto en abogados y tasas judiciales.
El suyo es uno de los casos ya resueltos. Liberbank se enfrenta a hasta 800 causas en los tribunales por este producto financiero, vendido como ahorro, y que la mayoría de las sentencias coinciden en señalar que se colocó a los clientes sin informarles de su elevado riesgo. Lo que antes era la Caja se enfrenta a indemnizaciones que podrían llegar a los 50 millones de euros.
Toda una prueba de estrés, el examen que en breve tendrá que afrontar ante las autoridades europeas la entidad que preside Manu Menéndez, investigada ante la Fiscalía por pagos irregulares (por trabajos no realizados) al marido de Dolores de Cospedal y al presidente del Consejo de Seguridad Nuclear.
La sentencia le ha llegado hace poco, y la cancelación definitiva de su cuenta, que exhibe orgullosa en su libreta, apenas un día antes de Nochebuena y tan sólo uno después del sorteo de la Lotería.
“Para mí, haber recuperado el dinero es como que si me hubiera tocado el Gordo, eran los ahorros de toda una vida, estoy muy feliz por mí y por el resto de compañeros de la Plataforma”.
En la cola, una de esas 800 sentencias pendientes le miraba con cierta envidia. Muchos de los que la acompañaban darán el mismo paso de decir adiós a una entidad que era casi una institución, de la época en la que los directores de las oficinas conocían al cliente nombre por nombre. «No quiero nada con ellos». No hay campaña de publicidad que levante este daño a la imagen de caras de alegría por abandonar una empresa.
Inevitablemente, el acto ha tenido un componente festivo, y, sobre todo, muy navideño. Los miembros de la Plataforma la han acompañado, vestidos de pastorcitos y cantando villancicos (villancicos con letras reivindicativas, por supuesto), y han increpado a los empleados para que se unan y peleen contra Liberbank. (Nada grave que asuste a alguno de ellos, árbitro de fútbol). Después, han descorchado cava, se han abrazado y luego se han ido a intentar fastidiar una inauguración a un político que nunca les ha recibido.
Está claro: Rosa nunca va a poder olvidar la última visita a su oficina de la Caja.