Arrancados los árboles plantados en homenaje a Amparo
Este martes, la zona en la que un numeroso grupo de personas plantaron este sábado varios árboles en homenaje a Amparo Pérez ha amanecido desierta.
No hay rastro de los árboles plantados por los vecinos y activistas que decidieron homenajear a la anciana en el segundo aniversario de su muerte. Alguien se ha dedicado a arrancarlos de cuajo apenas tres días después de su plantación.
Igual que la casa de la mujer, que fue arrasada por las máquinas apisonadoras que construyeron el vial de la S-20; los árboles que recordaban su lucha también han sido arrasados.
DOS AÑOS DE SU MUERTE
La marcha se convocó desde las asociaciones y sus propios vecinos al acercarse el aniversario de su muerte, que sucedió el 15 de febrero de 2015.
Su familia, aquellos que vivieron a su lado durante años y vecinos que están pasando lo mismo que ella se reunieron el pasado sábado a las 12:00 horas en la parroquia de Monte y marcharon hasta el lugar donde vivía Amparo. Una vez allí, plantaron árboles en su memoria.
Amparo Pérez tenía 84 años cuando falleció, después de meses tratando de negociar con el Ayuntamiento de Santander para que le permitieran continuar en su casa, donde llevaba más de media vida.
El Consistorio expropió su vivienda con un justiprecio de apenas 70.000 euros con los que tasó la casa y los terrenos; y solo le dio la opción de aceptar esa cantidad o un piso a las afueras por el que tendría que pagar la diferencia de precio.
La justificación para expropiar y tirar la vivienda fue la construcción de un vial que actualmente está infrautilizado y se terminó con sobrecostes por encima de los 200.000 euros, pagados a la empresa constructora, Copsesa, propiedad de un miembro del Partido Popular. Curiosamente el mismo que gobierna en Santander.
El Consistorio santanderino hizo caso omiso a las recomendaciones del médico de la anciana que advirtió de que su salud se vería perjudicada por cambiarle de entorno y por el proceso de tensión que estaba viviendo.
Finalmente, Amparo ingresó en la UCI el mismo día que se debía realizar su desalojo y falleció apenas seis días después de que tiraran el que había sido su hogar. Tras su muerte, su memoria permaneció en aquellos colectivos que la apoyaron y que surgieron después, todos ellos víctimas de la gestión del urbanismo.