La Remonta: la discontinuidad de los parques
||por RAMÓN QU, periodista y escritor||
Corríjanme si me equivoco, pero creo que fue Thomas Bernhard quien habló del síndrome de las ciudades bonitas. El escritor austriaco defendía que este mal producía un tipo de ciudadano narcisista, adormecido y encantado de haberse conocido. El autor de ‘Tala ‘se refería evidentemente a Viena, una de las ciudades bellas por antonomasia.
Claro que esta belleza no tiene por qué ser reducida solo al aspecto arquitectónico, sino que también puede extenderse al “enclave”. Y si Santander no puede considerarse nada del otro mundo urbanísticamente hablando, no cabe duda de que su situación geográfica es excepcional.
El síndrome de la ciudad bonita en Santander nacería de su hermosa bahía, y el santanderino sería ciudadano con alma de rentista, cuerpo satisfecho y mente conservadora. No es seguro cuánto de verdad haya en esto, pero lo que parece indudable es que cuando el santanderino sufre mal de amores, contrariedades laborales o el peso implacable de la vida provinciana, baja al muelle, pasea, da la espalda a la ciudad y se deja hipnotizar por esa orquesta de cámara que según José Hierro es la bahía.
UN DESARROLLO URBANÍSTICO DESASTROSO
Reparen que esta hipnosis de las aguas bellas y este dar la espalda a la ciudad van de la mano, y el espléndido enclave de la ciudad de Santander ha servido de postal que encubría uno de los desarrollos urbanísticos más desastrosos que ha habido en las capitales de provincia de este reino del ladrillo que es España. El Paseo Pereda fue el canto de cisne de una burguesía colonial y anglófila; después de eso, e incendio mediante, todo fue corrupción y crujir especulativo, hasta alcanzar las más altas cotas de la monstruosidad urbana con Castilla-Hermida.
Depredador, hecho a impulsos, caótico, el desarrollo urbanístico en Santander ha sido guiado por el objetivo delirante de urbanizar todo lo urbanizable. El recientemente anulado PGOU de Santander tenía precisamente ese objetivo: agotar el suelo urbano de Santander, en la idea de una ciudad de 260.000 habitantes y siguiendo el modelo desarrollista de los 80 y 90. Este crecimiento alucinado de población es poco creíble por lo que no deja de ser verosímil que tras este “urbaniza que algo queda” esté el proyecto de convertir Santander en una ciudad balneario y de segundas viviendas.
El capitalismo español nunca ha sido ilustrado y, en versión libre machadiana, cuando ha usado la cabeza siempre ha sido para mochar. Basado en tres pilares fundamentales – La Banca, la construcción y la distribución – es muy dependiente del capital exterior y de la protección estatal, al punto que se le puede considerar un parásito del estado y, en especial, de sus obras públicas.
En Cantabria, con un sector agropecuario jibarizado por Europa y con una industria desmantelada, solo el turismo y la distribución se ofrecen como alternativa. Y turismo, no nos engañemos, en español y en cántabro se declina como ladrillo, ladrillo y más ladrillo.
UNA CIUDAD POCO VERDE
La “zona azul” de la bahía ofuscaría los ojos y no nos permitiría ver la carencia de zonas verdes en la ciudad y el hecho de que Santander tenga unos 7,9 metros cuadrados de “verde” por ciudadano, muy por debajo de los 15 metros cuadrados recomendados por la Organización Mundial de la Salud.
Zonas verdes que en su casi totalidad están situadas en las afueras y que son progresivamente hormigonadas en el centro por esa querencia municipal por quitar “prao” y “asfaltar”, ya sea por confundir los parques y jardines con campos de balonmano, ya sea por ahorrar costes de mantenimiento, ya sea por dar trabajo a las empresas de baldosas (Por cierto, de paso y como objeto de investigación periodística: ¿qué fue de las carísimas losas de la penúltima reforma de los Jardines de Pereda desaparecidas/ocultadas bajo el color azul bahía de la última remodelación?)
Destaquemos por último que en Santander, en todo el proceso urbanístico desde los años sesenta hasta la actualidad y que significó la desaparición paulatina de conventos, colegios religiosos, fábricas y casas con fincas en el centro urbano, prácticamente ninguno de estos espacios fueron dedicados a zonas verdes, sino explotados al máximo con volumetrías desmesuradas. Ejemplo paradigmático sería el Frankenstein construido en la calle Alta en el solar de los antiguos agustinos. En la actualidad el espacio que ocupara la cárcel ha sido convertido en disputado aparcamiento en espera de mejores tiempos para ser edificado.
LA CONTINUIDAD DE LOS PARQUES
Según María Moliner un parque es “un terreno público o privado, destinado a recreo, con arbolado y plantas de adorno, más grande que un jardín”.
Los parques, en sus diferentes formas y concepciones, han acompañado a la humanidad desde el nacimiento de los grandes imperios agrícolas. Grecia y Roma continuaron esta pretensión del hombre de recrear la naturaleza en las urbes. En la Europa medieval la ruralización de la vida significó un retroceso de estos espacios, sin embargo en esa misma época el mundo musulmán los construyó paradisiacos en sus sueños de mil y una noches. El renacimiento significó una revitalización de los parques pero concebidos como privados y “complementos” de las grandes obras arquitectónicas.
La Edad Moderna y las monarquías absolutas trajeron Versalles, los Campos Elíseos, La Granja o Aranjuez. Al mismo tiempo en Inglaterra surgía una nueva concepción de parque: Hyde Park (abierto al público en 1634). Aunque el paternalismo regio permitía en ocasiones el acceso del “pueblo” a los aristocráticos y barrocos parques, habría de ser con la revolución francesa y la caída del Antiguo Régimen cuando estos espacios fuesen reivindicados para uso público.
El romanticismo y su amor a la naturaleza y lo pintoresco, y el brutal proceso de urbanización de la revolución industrial nos llevarían al parque moderno. Se reacondicionan para uso público los antiguos parques de la nobleza y se construyen otros nuevos: el Bosque de Bolonia, el Volksgarten, el Regent´s Park, el Central Park, el Retiro…
LAS FUNCIONES DEL PARQUE MODERNO
En el IV Congreso de CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna) celebrado en Atenas en 1933 se rubrica la llamada Carta de Atenas base de las actuales teorías sobre los parques. En dicha carta se proclama la importancia de los espacios verdes y su necesidad en las ciudades modernas. Los parques son definidos como multifuncionales, se argumenta que deben estar integrados orgánicamente en la ciudad y se defiende que tienen que ser de fácil acceso para la población.
Otra característica de gran importancia es que el parque no debe estar aislado de otras zonas verdes, sino que todas ellas deben formar un continuum, unidas en una trama verde formada por jardines, calles arboladas, glorietas etcétera, conformando así un corredor o columna vertebral verde que articule la ciudad.
En la moderna teoría urbanística cinco serían las funciones otorgadas a los parques: la función recreativa y de esparcimiento (ocio activo y pasivo); la función ambiental (regulador climático, amortiguador de efectos ambientales nocivos, protección naturaleza…), la función higiénico-sanitaria (bactericida, oxigenante, anticontaminante, relajante), la función estética y la función didáctico educativa (educación ambiental y sobre la naturaleza). Como declara la carta de Atenas: “el ejercicio de estas funciones es contribuir al óptimo desarrollo de la personalidad física, psíquica y espiritual del individuo urbano a lo largo de todas las etapas de su vida”
Los parques municipales no son pues un mero ornamento, sino que deben ser uno de los servicios básicos que ofrezca la ciudad. Como resume el experto en Geografía y Ordenación del Territorio, Andrés Miguel García Lorca: “El parque municipal ha de ser un espacio de abundante forestación, con zonas de reserva de biotipos y encajado en el entorno paisajístico y biológico de la zona (…) un espacio plurifuncional, cuya complejidad será definida en función de las demandas de uso posible, pero siempre atendiendo a constituirse en espacio recreativo y de esparcimiento, con una clara función ambiental e higiénico sanitaria sin olvidar sus aspectos estéticos y educativos”
LA REMONTA: UN POCO DE HISTORIA
La finca de La Remonta está situada junto a Peñacastillo. Tiene unas 30 hectáreas de superficie de una tierra de calidad sobresaliente. Durante un siglo ha ido de mano en mano. Propiedad del conde de Campogiro y utilizada con fines agrícolas, fue comprada por la Diputación de Santander en 1921.
Más tarde sería adquirida por el ministerio de la Guerra – así llamado con más sinceridad, en tiempos pasados – y destinada a la cría de sementales equinos. Permaneció bajo la propiedad del más políticamente correcto Ministerio de Defensa hasta la actualidad, que ha pasado a la administración pública y municipal. Fue entonces cuando algunas bocas se relamieron y se comenzó a pensar en el destino de la antigua finca del Conde de Campogiro. PGOU mediante.
Dentro del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) y diseñado por Batlle i Roig la reforma de La Remonta conllevaba la transformación de sus 301.920 M2 en una zona para usos residenciales, comerciales y terciarios. Esto suponía la construcción de 1.300 viviendas y 41.500 M2 de actividades comerciales. Esto podría significar la edificación de bloques de hasta diez alturas en 20 de las 30 hectáreas del parque. Es decir, una densidad cercana a Castilla–Hermida.
En las palabras, más positivas de los autores del proyecto se trataría de la “transformación de unos antiguos terrenos militares en un nuevo barrio que combina la vivienda social con los usos terciarios y comerciales. La propuesta compatibiliza la creación de un nuevo espacio urbano y la preservación de una gran parte de los terrenos como corredor verde, en el que se integran los elementos naturales existentes”.
Este proyecto fue definitivamente aprobado en 2012. No dejaron de alzarse voces en contra de esta reforma. Y así Arca diría: «Santander ha basado históricamente su desarrollo en un crecimiento disparatado y desmedido de la construcción de viviendas, hasta prácticamente agotar el suelo municipal disponible, olvidándose de la importancia de los espacios naturales y lugares de esparcimiento, descanso y relajación para sus ciudadanos, en un entorno natural y no agresivo… (el Plan parcial de La Remonta) supone acabar con uno de los últimos espacios libres que podrían contribuir a hacer de Santander una ciudad más amable y habitable para sus ciudadanos»
Y ENTONCES EL PGOU FUE ANULADO
Y entonces el PGOU fue anulado.
El PGOU de Santander estaba hecho para una futura ciudad de 260.000 habitantes, cálculo un tanto exagerado si tenemos en cuenta que el pico de población se alcanzó en 1991con 196.218 habitantes, habiendo bajado desde entonces de año en año hasta los 173.956 de 2015. El plan general significaba el agotamiento total del suelo urbano y de la capacidad de crecer de la ciudad, unos ocho kilómetros cuadrados de un total de 36, más o menos cien veces la Segunda Playa del Sardinero.
Como quiera que fuese, el caso es que la Sala Tercera del Tribunal Supremo anuló el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Santander al dar la razón a una de las alegaciones del recurso presentado por la Asociación para la Defensa de los Recursos Naturales de Cantabria (ARCA), que argüía la «insuficiencia de recursos hídricos» para la población estimada. La utilización del Proyecto de Abastecimiento de Aguas a Santander, conocido como Bitrasvase, como posible “fuente” no cabía, pues también fue anulado en 2013 por el Supremo. Esta “caída” del PGOU afectó al plan parcial de La Remonta, que quedó también suspendido.
Preguntada la alcaldesa, que no graduada en Magisterio, Gema Igual el pasado marzo por el futuro de La Remonta, contestó que “no es el momento de hacerse ese planteamiento”. De inmediato recordó las 10 hectáreas de “parque maravilloso al que solo le falta que crezca la vegetación para que pueda verse en todo su esplendor” que acababa de inaugurar el ayuntamiento, pues si bien la sentencia del Supremo afectaba al plan parcial de La Remonta, no impedía la parte del proyecto que se refería a la creación de un “corredor verde”.
Según la alcaldesa, que no maestra: “el futuro de La Remonta queda encomendado al nuevo Plan General que se elabore» y para ello deberán acordar un protocolo las administraciones competidas: el Ayuntamiento de Santander, el Gobierno de Cantabria y el Ministerio de Defensa.
LA INAUGURACIÓN DE UN NUEVO….¿PARQUE?
La anulación del PGOU no afectaba, pues, a la actuación del parque de La Remonta, y así el pasado 2 de febrero el espacio verde fue abierto por primera vez a los ciudadanos de Santander.
El nuevo parque consiste en un camino de 900 metros de longitud y 150 de ancho en su parte más amplia, que corta longitudinalmente la pradería de la finca. Esta cinta de cemento servirá para una senda peatonal, otra para bicicletas y una futura para correr. Habrá tres zonas de estancia, una en cada puerta y otra central frente al estanque (Charca de La Remonta). Este sin duda será el lugar más destacado del parque y al que se pretende convertir en refugio de insectos y aves.
Se han plantado142 árboles, 1.438 arbustos y 21 especies de flores en la mediana que separa la zona de bicis de la de peatones.
El coste de la obra ha sido de 482.000 euros y según Nacho Fernández de SEO Bird Life colaborador en la reforma, el nuevo parque es “un espacio en el que convivirá la fauna y la flora, con grandes beneficios para la naturaleza urbana”. El parque, proyectado por los arquitectos catalanes Batlle y Roig, ocupa solo 10 de las 30 hectáreas de la finca, estando el resto vallado… ¿Por qué? ¿Quizás a la espera de que un nuevo PGOU permita edificar en La Remonta tal y como el anterior pretendía?
¿PARQUE O MACRO URBANIZACIÓN AJARDINADA?
Aparte de estas suspicacias, el nuevo parque ya ha desatado críticas de diversas organizaciones y expertos.
Así por ejemplo, la Federación de Asociación de Vecinos de Santander (FECAV) ha declarado que: “Parece mentira que el Ayuntamiento llame parque a una cosa que es una acera ancha sin más”.
Por su parte el Concejo Abierto de Santander, agrupación de plataformas sociales y vecinales de la capital cántabra, ha sido particularmente duro con el diseño del parque y ha cargado contra los viales construidos “ya que debido a su inadecuada superficie y trazado han ocasionado graves daños a un suelo de alta calidad natural, al paisaje y a las posibilidades de disfrute propias del parque para los vecinos de Santander”. De esta forma y con esta concepción el “elemento esencial de un parque, las praderas y el arbolado, va en detrimento de anchísimas e innecesarias avenidas de hormigón rectas y angulosas”
Por otro lado, el pasado 7 de marzo, el Grupo Alceda organizó en el Ateneo de Santander una conferencia a cargo del arquitecto Eduardo Manzanares, bajo el título: “La Remonta, objetivo: un parque para Santander”.
En dicha conferencia se argumentó que si bien el nuevo parque de La Remonta se puede considerar un espacio verde, no se puede calificar por el contrario de parque urbano al no reunir las características propias de estas zonas verdes. Recordemos: un espacio de abundante forestación, con zonas de reserva de biotipos, encajado en el entorno paisajístico y biológico de la zona y que suscite en el visitante la sensación de estar en la naturaleza y lejos del ajetreo urbano.
En una hoja volandera editada por el Concejo Abierto de Santander se afirma: “La finca de La Remonta… reúne todas las características para convertirse en un gran parque urbano para Santander como lo son la Península de la Magdalena, La Finca de Ángel Pérez junto a Mataleñas o La Vaguada de Las Llamas… Un parque libre de viviendas en La Remonta haría posible la creación de un gran corredor verde que se extendería desde Peñacastillo a las Estaciones”
Todo parece indicar que el actual parque de La Remonta está destinado a ser el pasillo verde del futuro “nuevo barrio que combine la vivienda social con los usos terciarios y comerciales” a edificar en la finca del conde de Campogiro, en cuanto se logre diseñar un nuevo PGOU.
De ser esto así la alternativa sería clara: o una macro urbanización ajardinada o un futuro gran parque de corte europeo como Hyde Park o el Retiro.
Quizás haya llegado el momento de que el ciudadano santanderino deje de contemplar la bahía, se gire y mire de frente a una ciudad cuyo desarrollo urbanístico ha sido tan caótico como presa de la especulación. Y, visto el panorama, decida que el futuro de Santander también es su futuro y que por lo tanto quiere participar en su diseño y gestión.
Mª Rosario Perales Fernandez
Excelente artículo. Totalmente de acuerdo con su análisis de la ciudad de Santander que urbanísticamente hablando es como para echarse a llorar.