Paisaje después de la batalla

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||por JUAN MANUEL BRUN, abogado||

EL GOBIERNO

Habría que decir, con Talleyrand, que la actuación del gobierno en Cataluña ayer “fue peor que un crimen, fue un error”. Sobre todo sorprende su inutilidad.

Le dieron al independentismo las dos bazas que buscaba: los votos y las fotos

Algunos dirán que la actuación policial de ayer fue desproporcionada, excesiva, violenta y represora, y otros que fue necesaria y proporcional, pero ni unos ni otros podrán negar que fue absolutamente inútil. Esgrimir como triunfo la intervención de 96 puntos de votación de los más de 6.000 constituidos es en realidad admitir una derrota y un bochorno.

Un bochorno cristalizado en dos frases que quedarán en los anales de la Marionología superando con creces aquello del alcalde y los vecinos y emulando en lo risible, lo trágico y lo ridículo al ministro de propaganda de Irak que negaba el avance de las tropas norteamericanas justo en el momento en que éstas se encontraban frente al palacio presidencial iraquí.

“No ha habido referéndum” y “Hemos sido un ejemplo para el mundo” son dos frases que le inhabilitan para el ejercicio del gobierno, porque o bien es un cínico que pretende con esas frases manifiestamente falsas intoxicar a la opinión pública y tapar su inutilidad de ayer ( lo que sería grave) o bien porque lo cree realmente (lo que sería más grave aún).

EL PSOE

Los problemas de sintaxis reflejan normalmente trances muchos más profundos. En ellos pueden revelarse problemas de percepción, confusión, mala fe, inanidad o estupidez suprema. En la escueta nota de prensa del señor Ábalos a media mañana de ayer se dieron todos estos factores en grado sumo. La posterior prolongación de esa desfachatez por parte de Pedro Sánchez en su declaración nocturna lo único que hizo fue extender todos esos atributos y confirmar las tesis que anudan una mala sintaxis a problemas de fondo mucho más graves.

Pedro Sánchez Intentó contentar a todos y no contentó a ninguno

El ejercicio de funambulimo del señor Sánchez duró sólo unos pocos minutos, pero fue un ejercicio tan temerario que al final terminó por dislocarse un brazo, el hombro, la cadera y las dos piernas. Intentó contentar a la derecha, a la izquierda y al centro de su partido. Intentó ganar votantes de Podemos, de Ciudadanos y del PP.

Intentó contentar a todos y no contentó a ninguno. Practicó una equidistancia (que también erróneamente hemos practicado un tiempo algunos) que sólo es posible a efectos dialécticos y matemáticos, pero nunca en la realidad. Hay alguien siempre más estúpido que otro y las soluciones a los problemas reales no suelen estar en el punto medio de dos estupideces.

CIUDADANOS

Los únicos con los independentistas que parecían cómodos ayer. A pesar de sus caras largas se les notaba que estaban en su salsa. Había en cada una de sus declaraciones un “ya te lo dije” cuñadil difícil de coaligar con las escenas y la tensión del momento.

Rivera tiene prisa por contar sus votos

Fue paradigmática la declaración de Albert Rivera. Fue rápida como un trueno. Sin aliento.

Tenía prisa por pasar de un “ya te lo dije” a otro; prisa por acabar esa intervención para ir a decir en otro sitio ya te lo dije y empujar al resto del partido a llenar España con enormes ya te lo dije que no solucionan nada, lo que no importará porque la política al parecer no va de solucionar problemas.

Prisa también por ver las encuestas que están seguros que pondrán en valor sus cualidades adivinatorias y prisa, sobre todo, por contar votos (por contar, evidentemente, los suyos; eso explica su exigencia permanente de elecciones cuando las cosas aparentemente les van bien, ya sean unas u otras, menos las vascas, oye, que ahí no les vota nadie)

PODEMOS

Tuvieron, así lo definieron ellos mismos, su ventana de oportunidad. Pelearon democráticamente por cambiar el régimen del 78. Fueron a las urnas convencidos de que era su momento. Pero en las urnas perdieron (en este sentido, en el de aprovechar una brecha en el sistema para transformarlo radicalmente). Ellos mismos señalaron que se había cerrado esa ventana. Y aún así se afanaron en volver a encontrar ese punto de luz: buscaron fórmulas para mantener la tensión, idearon estrategias – fallidas hasta ahora- que les permitieran aunar la política institucional y la callejera con el objetivo de abrir de nuevo esa brecha, aunque fuera de forma artificial (¿no son, al fin y al cabo las ventanas, artificios humanos?).

Ahora, el independentismo, en vez de una grieta, ha abierto un boquete y en él ve Podemos la ventana que se le cerró hace un año. Por eso creen que con el catastrofista cuanto peor mejor podrán conseguir lo que no consiguieron a través de las urnas. Buenos politólogos, sin embargo, desconocen la historia de España en la que al final siempre después de un cuanto peor mejor hay un episodio de reacción y restauración, normalmente cruento, que acaba con las ilusiones no sólo de los que piensan como los dirigentes de Podemos sino de también de los que sencillamente piensan.

Desde Podemos se jactan de su claridad en la cuestión catalana. Hemos sido siempre claros, dicen. El siempre es un adverbio complicado. Fácilmente refutable, incluso en algo tan volátil como la política. Querían un referéndum, “pero no éste”. Taimados polítólogos, pretendían el imposible de ser también ingenuos. “Nos movilizamos por un referéndum que no es un referéndum, y esperamos que el voto que hemos depositado en la urna del referéndum no le sirva a nadie para decir que era un referéndum”. Buenos sofistas, desdeñaron la capacidad de los demás para detectar sus flagrantes contradicciones. “Estamos por una España unida en su diversidad pero voto sí a un estado independiente porque no me gusta el gobierno de España.” Quieren que España sea diversa, sí, pero no tanto como para que quepa en ella la gente del PP.

EL INDEPENDENTISMO

Los más irresponsables (si acusaban al gobierno de ser capaz de cualquier cosa, ¿por qué lanzaron a una población desarmada contra tales bárbaros?). Los más decididos. Sin duda los más antidemocráticos de todos. Quieren proclamar la independencia en dos días. En lo que yo tardaría en montar una litera de Ikea ellos pretenden construir una República que aglutine a siete millones de personas.

Esgrimir la democracia como argumento para imponer su voluntad a la mitad de los catalanes y a una gran mayoría de españoles es un salto cualitativo en el uso torticero de las palabras. La posverdad de la posverdad. La mentira como programa de gobierno.

¿No les genera bochorno ganar una elección con el 90% de los votos?

Después de los acontecimientos de ayer me pregunto ¿de verdad no les genera un poco de bochorno a los independentistas ganar una elección con el 90% de los votos? ¿pretenden democrático un resultado que saben perfectamente que no se corresponde con los resultados reales que se darían en un referéndum de verdad?.

¿Podemos, los que no somos independentistas y de izquierdas validar este resultado, esta estrategia? ¿No vamos a defender a aquellos a los que se les va a imponer un nuevo estado a la fuerza? ¿Por el temor a ser confundidos con la derecha de este país, vamos a fallar la izquierda en la defensa de nuestros principios y convicciones?

Ya sé que es difícil en el estado actual en el que se encuentra la izquierda, con distintos intereses electorales y discordancias importantes de fondo (una parte de la izquierda de este país quiere una reforma de lo que hay y otra una ruptura con lo que hay) que transitemos este camino unidos. Pero no es necesaria la unidad.

Lo único importante es que cada una de estas izquierdas, con sus distintas sensibilidades, sin perder cada una de ellas su capacidad transformadora o de reforma y su visión crítica con el gobierno y el sistema, recuerde que detrás – y por encima- de sus intereses particulares están los principios que ha siempre ha abanderado la izquierda y que son los responsables de la mayoría de nuestros progresos materiales y morales: la justicia, la igualdad y la solidaridad. Si seguimos estos principios estaremos a favor del progreso y la democracia en Cataluña y en España. Y siempre acertaremos.

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