«No sois los propietarios de nuestro patrimonio»
Una paradoja ha llevado a unas 200 personas a concentrarse este domingo en la playa de La Magdalena: el Ministerio de Medio Ambiente secundó la petición del Ayuntamiento de Santander de levantar unos diques para evitar la recurrente pérdida de arena en este emblemático espacio y lo que se planteó como una opción para conservar este paisaje, que venía quedándose reducido a piedra, ha acabado convirtiéndose en una sustancial alteración del paisaje que se quería preservar.
No es la primera vez que pasa: muchos de los presentes recordaban como la construcción (por parte del mismo Ministerio de Medio Ambiente, por cierto) de una senda costera en la zona de Cueto acabó degenerando en unos excesos constructivos que levantaron alarma vecinal y acabaron teniendo que ser paralizadas.
Allí estaban, de hecho, algunos de los activistas que se opusieron en su día a ese proyecto, entre otros, convocados por Arca y el Grupo Alceda, que han congregado a activistas, ciudadanos que apelaban a su “memoria sentimental”, vecinos de la zona, miembros del Concejo Abierto de Santander o profesionales del mundo de la arquitectura como Domingo de la Lastra o Clemente Lomba, entre otros.
La cita, que por momentos se ha convertido en una sesión de micro abierto en la que los participantes iban exponiendo sus reflexiones sobre la obra, el medio ambiente o la participación ciudadana, ha finalizado con el canto de ‘Santander la marinera’ por su autor, lel folklorista Chema Puente, acompañado de los asistentes.
A ella han acudido también representantes de partidos políticos como PSOE, PRC, Santander Sí Puede, Ganemos, Podemos Santander, Equo o Ciudadanos.
Los participantes han pedido la paralización del proyecto, y mostraban su preocupación no sólo por lo más evidente, el impacto en el paisaje de la escollera que se está construyendo (todavía queda parte por levantar, y el proyecto incluye una segunda escollera), sino por los efectos sobre el oleaje, las mareas o la navegación, en línea con los matices que en su momento plantearon al proyecto organismo como el Instituto Oceanográfico o el Puerto de Santander.
También esgrimían argumentos económicos: incidían en que con los 1,4 millones de euros que costará todo el lote se podrían abonar más que de sobra los rellenos de arena que se vienen haciendo en los últimos años, con un coste del orden de 21.000 euros al año.
Pero, sobre todo, les molestaba la sensación de imposición del proyecto –cuyas obras aseguran que ha empezado “a traición” por la “mala conciencia” de que se sabía que iban a ser “polémicas” o la falta de participación ciudadana a la hora de decidir que esta obra fuese una prioridad, una queja recurrente en los últimos tiempos en Santander, en especial a raíz de la crisis de la senda costera o como se está poniendo de manifiesto con las quejas por la entrada en servicio del MetroTus (que llevaron a otra concentración de protesta este mismo sábado a la que asistieron unas mil personas).
Desde Arca y Alceda han advertido a las instituciones de que «no son los propietarios de nuestro patrimonio», además de incidir en que el deber de las instituciones con el patrimonio natural o cultural es «preservarlo y no destruirlo».
Las críticas de los convocantes se han dirigido tanto al Ministerio de Medio Ambiente que ejecuta la obra como al Ayuntamiento de Santander que la reclamó, pero también al Gobierno de Cantabria, que presentó un recurso judicial contra el proyecto que acabó retirando en una decisión por la que les han pedido explicaciones.
De momento se ha emprendido una recogida de firmas y se piensa en una serie de actos públicos para informar sobre el proyecto. El primero de ellos será el viernes 9 de marzo a las 19.30 horas en el Club de Regatas (Plaza Pombo), con la participación de expertos.