La brecha más grande: el 8 de marzo en cifras
La brecha salarial es uno de los argumentos que se invoca en la convocatoria de esta huelga general con perspectiva feminista del 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer.
Se trata de la comparación entre lo que gana un hombre y una mujer al año, y Cantabria bate récords porque tiene la mayor de todo el país: por aquí la brecha salarial es de entre un 28,9% y un 34% de salario inferior para las mujeres, lo que puede suponer hasta 7.304 euros menos que los hombres al año (17.956 frente 25.260 euros).
La crisis no ha ayudado: en 2016 éramos los segundos, es la cifra más alta desde el año 2007 y ha subido en un 54,7% respecto a 2009, e implica que las mujeres tendrían que trabajar 106 días más al año que los hombres para poder equiparar su sueldo al de estos.
Es superior en seis puntos a la media nacional, y hace que Cantabria sea la única comunidad que supere los 2.000 euros de brecha.
Su existencia es una realidad que no niega ninguna ideología del arco parlamentario, donde todos los partidos, de Podemos al PP pasando por Ciudadanos aprobaron esta semana una declaración contra la brecha salarial.
Seguimos: Cantabria registra el cuarto salario femenino más bajo del país, 17.956 euros. Y hay otro record: Cantabria es la única autonomía en la que la brecha salarial es mayor en los contratos temporales que en los indefinidos.
Unas diferencias que se explican no tanto porque en el mismo puesto de trabajo se remunere peor a una mujer que a un hombre como a que los empleos que ocupan mayoritariamente mujeres estén peor retribuidos porque parece que no es lo mismo un administrativo que una secretaria.
También es que el hecho de tener que asumir los cuidados del hogar les lleve a buscar jornadas más reducidas, o acaben ocupando los empleos más precarios.
En 2016, del total de personas que manifestaron estar ocupadas a tiempo parcial debido al cuidado de niños, niñas o personas adultas enfermas, incapacitadas o mayores, un 96,04% eran mujeres.
Está claro: los usos del tiempo para las tareas domésticas siguen siendo superiores en las mujeres con una media de 4’29 horas de dedicación frente a las 2’27 horas que dedican los hombres.
Las cifras de la consecuencia: ocupan el 64% de los empleos peor remunerados y copan el 78% de los contratos a tiempo parcial.
La brecha se va agrandando porque esto acaba generando consecuencias: menos trabajo y menos sueldo es menos cotización. Así que 6 de cada 10 paradas no recibe prestación y la media de las pensiones para ellas es de 727 euros al mes frente a los 1233 que cobran de media los hombres.
Todo apunta a la importancia de la educación, y allí lo que se ve es que a pesar de que llegar a los estudios superiores demuestra en la actualidad que es un espacio accesible, en la Universidad de Cantabria sólo el 11,95% de los catedráticos son mujeres, una de las tasas más bajas de España. Son más estudiantes pero un absurdo estadístico hace que su menor presencia viole las más elementales normas de la probabilidad y la estadística.
(Datos difundidos por UGT y las Asambleas Feministas, extraídos del INE)
Agenda de la huelga feminista, aquí
Alejandro
No por poner siempre la información sesgada se dice la verdad. A continuación varios puntos que desmontan toda esta mentira sobre la discriminación de la mujer en esta tan machista sociedad Española:
1. ¿Discriminación laboral?
La participación de la mujer en el mercado laboral se situó en el 53,7% en 2015, frente al 65,7% de los hombres, en línea con la media de la OCDE, que agrupa a las 35 economías más ricas del planeta, por encima de Francia (51,6%) y a poca distancia de Alemania (54,7%). Aunque lo más relevante es que, si se echa la vista atrás, resulta que el peso de la mujer trabajadora ha aumentado un 56% en los últimos 25 años, mientras que su brecha con respecto al hombre se ha reducido un 66,4%, al pasar de los 36 puntos porcentuales de diferencia registrados en los años 90 a los 12 existentes en la actualidad.
Si se analiza por edades, dicha evolución es aún más espectacular cuando se acota el espectro a las mujeres de entre 25 y 54 años, cuya participación supera el 82%, frente al 47% de 1990. De hecho, la igualdad plena ya casi se ha alcanzado entre los más jóvenes (menores de 25 años), con una participación del 37% en el caso de las mujeres y del 40,6% en el de los hombres.
2. ¿Brecha salarial?
Según los últimos datos de Eurostat, las mujeres cobraban en España un 14,2% menos por hora trabajada que los hombres en 2015, inferior, por tanto, a la media de la Unión Europea (16,2%), por debajo de otras grandes potencias como Francia (15,3%), Reino Unido (21%) y Alemania (22%), e incluso mejorando la posición de otros países europeos que destacan por sus políticas de igualdad, como Dinamarca (15,1%), Holanda (16,2%) o Finlandia (17,6%). Además, España es el país de la zona euro que más está reduciendo dicha brecha, con una caída del 4,5 puntos porcentuales desde 2012
Sin embargo, hay que tener en cuenta que las mujeres tienen una mayor presencia en sectores peor retribuidos, al tiempo que, de media, cuentan con menor antigüedad laboral, desempeñan cargos de menor responsabilidad y su peso es mayor en contratos temporales y empresas pequeñas y menos productivas. La realidad, por tanto, es que, una vez eliminadas estas diferencias, la famosa brecha se reduce a apenas el 5%. Es decir, hombres y mujeres cobran lo mismo a igual trabajo y condiciones, y prueba de ello es que la discriminación salarial detectada por las inspecciones de Trabajo tan sólo alcanza al 1% de los casos analizados o que la brecha salarial, prácticamente, desaparece entre hombres y mujeres solteros, especialmente entre los jóvenes.
Y es que el factor clave para explicar estas diferencias no es otro que la maternidad. Así, tal y como muestra un detallado estudio elaborado en Dinamarca, las madres primerizas registran una drástica reducción de sueldo en comparación con las que no tienen hijos, ya que suelen trabajar menos y tienden a optar por empleos que están más cerca de casa y ofrecen una mayor flexibilidad horaria, a pesar de estar peor remunerados.
3. ¿Acceso educativo?
El avance logrado en materia educativa también es muy significativo, tanto que la presencia femenina en la universidad es superior a la de los hombres. En concreto, hoy por hoy, más del 66% de las jóvenes españolas está cursando o ya ha completado estudios terciarios, equivalentes a graduados, universitarios y doctores, frente al 52,7% del género masculino. Se trata de uno de los niveles más altos de la OCDE, superior al de EEUU, por ejemplo, con un 64,6%.
4. ¿Violencia de género?
España también destaca por ser uno de los países con menor violencia sobre la mujer al ocupar el puesto 36 de un total de 44 países analizados, con una tasa de 5,15 mujeres asesinadas a manos de cualquier agresor por cada millón de habitantes, la mitad que en la UE (11,66) y ocho veces menos que en América (39,6), según un detallado estudio del Centro Reina Sofía. El resultado apenas varía si se analiza tan sólo la tasa de feminicidios cometidos dentro del ámbito de la pareja (2,81 en 2006, cuando fueron asesinadas 70 mujeres frente a las 48 del pasado año), al ocupar el puesto 24 de un total de 35 países analizados, situándose también a la cola de Europa, cuya media es 3,94.
Asimismo, la última macroencuesta realizada por la Comisión Europea sobre esta materia, con datos de 2012, muestra que el 22% de las españolas mayores de 15 años reconoce haber sufrido algún tipo de «violencia física» (20%), incluyendo empujones y agarrones, o «sexual» (6%) por parte de cualquier agresor, ya sea pareja o no, al menos en una ocasión a lo largo de su vida, situándose, igualmente, muy por debajo de la media comunitaria (33%).
5. ¿Inseguridad?
Por último, las estadísticas oficiales a nivel mundial sitúan a España como uno de los escasos países en los que la mujer goza de una amplia y sólida seguridad, a diferencia del alarmismo que pregonan las feministas.
De hecho, la preocupación de las mujeres por ser agredidas o asaltadas de cualquier forma también registra una de las tasas más bajas de la UE, con el 11%, frente a la media comunitaria del 21%.
Todo lo anterior no quita para advertir que siguen existiendo barreras sociales -que no legales- y problemas, como la violencia en pareja, que es necesario superar, pero el lamentable y trágico panorama que pretende vender la izquierda radical, escondida ahora bajo el ropaje del feminismo, no tiene nada que ver con la realidad de Occidente y, particularmente, de España. Las mujeres nunca han sido tan libres e independientes como en la actualidad.
A pesar de las protestas, denuncias y manifestaciones del feminismo patrio, España se encuadra entre los 5 mejores países del mundo para nacer mujer, tal y como revela el ranking internacional Women, Peace, and Security Index. España puntúa especialmente alto en cuanto a inclusión económica, ausencia de leyes discriminatorias y nivel de seguridad, entre otros indicadores
Una vez alcanzada la igualdad jurídica gracias al triunfo del liberalismo, las mujeres han podido crecer y desarrollar sus proyectos vitales sin más cortapisas que las autoimpuestas, al igual que sucede con los hombres. El problema de fondo es que las feministas no defienden a la mujer como individuo autónomo e independiente, sino como un colectivo homogéneo que debe obedecer de forma férrea a los designios de su nuevo amo, que no es otro que el feminismo radical.
Y lo más triste de todo es que conciben a la mujer como un ser débil e indefenso que es incapaz de conseguir lo que se proponga por sus propios medios, precisando así de la fijación de cuotas y privilegios de carácter legal (discriminación positiva) para progresar en la sociedad. Flaco favor le hacen a las mujeres. El nuevo feminismo no es otra cosa que el machismo de toda la vida, solo que ahora son algunas mujeres las que proyectan un mensaje de odio e irracionalidad hacia el hombre.
Fernando Díaz
La “brecha salarial” entre sexos no existe. Lo lamentable no es ya repetir de forma delirante este mantra, lo peor es extenderlo sabiendo que es falso porque le fin no justifica los medios.
Hasta hace dos días esta letanía se basaba en que las mujeres cobraban menos que los hombres por el mismo trabajo. Ahora, sin embargo, ante el bombardeo de una consigna falsa ya han modificado el discurso: ahora ya no es por le mismo trabajo, sino en global…
Me parece bochornoso que un movimiento social, sea el que sea, utilice este tipo de argumentos tan burdos. Todos sabemos que sumar a lo bruto (suponiendo que se pueda) las retribuciones de los hombres por un lado, y de las mujeres por otro, y compararlas, es sencillamente no ya una barbaridad, sino un ejercicio de profundo infantilismo impropio de personas formadas, serias y responsables.
¿Qué tendrá que ver una cosa con otra?
Otro argumento: es que las mujeres “tienen que asumir los cuidados”.
Respuesta: pues que no lo asuman.
Mezclar y confundir una situación de hecho (la mayor dedicación de las mujeres en los cuidados) con una presunta causa concreta ideológica e indemostrada (“machismo”, discriminación, trabajo forzado, esclavismo femenino, opresión femenina) es una MANIPULACIÓN.
¿Por qué no contemplan siquiera la posibilidad de que un porcentaje muy importante de las mujeres lo hacen de ´motu propio´?
¿y si no es así por qué no abandonan esa actividad y se forman o se orientan hacia otro sector??
¿Por qué no respetan a las mujeres? ¿por qué desprecian su responsabilidad?
Porque desmontaría el andamio ideológico neofeminista: el VICTIMISMO. Sería hacerse el harakiri. Sería admitir que la Realidad no se equivoca. Sería admitir que tus principios son meramente ideológicos.
Si las tareas domésticas son una “carga”, ¿por qué no dejan de hacerlas?
¿Quien se puede creer que tantos miles de mujeres españolas viven esclavizadas en sus propias casas? Quién se puede creer que tantas mujeres se dedican a tareas domésticas obligadamente?
Por último, el feminismo busca la Igualdad: Falso.
Primero, porque la Igualdad no existe y eso lo sabemos todos, repetir y repetir ese pseudo principio es una tomadura de pelo. Segundo, porque de hecho al neofeminismo no le interesa la Igualdad a juzgar por los hechos y su praxis. únicamente apela a la igualdad cuando entiende que le conviene, es decir, cuando tiene potencial de crecimiento teórico para ejercer el poder según sus dogmas. Cuando están claramente por delante y entienden que no les conviene al poder perder terreno, en esos casos jamás apelan a la igualdad.
Tercero, porque la igualdad (con minúscula, es decir legalmente, en derechos) ya existe desde hace décadas. Y existe en el sentido de que hay igualdad de oportunidades, (en realidad no, hoy las mujeres tienen objetivamente ventajas y privilegios por doquier por el mero hecho de ser mujeres, legal o socialmente), Hoy si hay, por ejemplo, menos mujeres directivas es porque ellas lo han DECIDIDO así. ¿Por qué no respetarlas? Y lo han decidido así porque NO SOMOS IGUALES.
Hay sobrados ejemplos en la historia de ocasiones en que una minoría ha pretendido pretende imponer esa Igualdad idealizada que sólo existe en sus mentes solo va a provocar sufrimiento, crispación social y frustración.
Fernando Díaz
Igualdad no significa que la Realidad tenga que plagarse al concepto de una minoría feminista, no significa que la vida, la actividad y la dedicación de las mujeres tenga que ser LA MISMA que la de los hombres.
Significa que cada uno tiene sus propias inclinaciones.
El neofeminismo se constituye en movimiento totalitario al auotoconsiderarse el único capaz de decidir loo que conviene a todas las mujeres (no hablemos ya a los hombres).
Fernando Díaz
Me parece especialmente patética la posición OFICIAL de las fuerzas de la izquierda política. Pretender levantar en exclusiva el estandarte del feminismo como Igualdad es de un oportunismo soez y lamentable. Y todo ello por la falta de referencias políticas, de ideología realmente de izquierda.
Cuánto más de izquierda soy, más “feminista” … cuando en rigor hoy supone defender un movimiento reaccionario y frentista por basar su estrategia en una Guerra de sexos, Tres cuartos de lo mismo se puede y debe decir de la defensa de los nacionalismo periféricos, por ejemplo.
La izquierda va desde hace tiempo a la deriva huérfana de referencias reales en su ideario histórico. Es triste, triste pero real.