La Casa de Europa en Cantabria organiza este martes a las 12.00 horas en el Centro Cívico Callealtero una charla-coloquio sobre la sostenibilidad del sistema alimentario en la Unión Europea.

Dentro de la charla,  los alumnos del IES Torres Quevedo presentan el Proyecto Erasmus + “Sostenibilidad Europea contra el despilfarro alimentario”.

Cada vez se reclaman más alimentos de calidad y de productores locales

La preocupación por la alimentación y su calidad va creciendo, y se manifiesta en peticiones como la de la mejora de los alimentos en los comedores escolares o la reivindicación de una alimentación de proximidad o de kilómetro cero, en base a productos locales, así como en el auge de la industria agroalimentaria cántabra. con cada vez más peso en el conjunto de la economía autonómica.

Se parte de premisas como que con la comida que se desecha podrían alimentarse 2.000 millones de personas, y aún hay 700 millones que pasan hambre, la mayoría de ellas en el continente africano.

En España, detallan los organizadores, se han desperdiciado 1.245,9 millones de kg/l de alimentos entre octubre de 2015 y septiembre 2016, un 6% menos, que en el período anterior.

El 85,6% de los alimentos que se tiran a la basura son productos sin elaborar, es decir, tirados como los compramos. El 14,4% corresponden a recetas cocinadas. Esto supone que despilfarramos el 4,3% de todo lo que compramos.

Además, se refieren a que pese a que la calidad de los alimentos es alta, a su vez se dan prácticas como los escándalos alimentarios, la especulación de las multinacionales, los bajos precios que se pagan a los pequeños agricultores y las malas condiciones laborales que se dan en algunas partes de la industria.

Los organizadores del evento señalan que la política agrícola europea de los últimos 50 años o más se ha centrado únicamente en la maximización de la producción alimentaria, sin tener en cuenta lo que se produce y cómo se produce.

Alrededor del 37 % de las muertes en la Unión Europea son atribuibles a una dieta poco saludable y que el rico patrimonio cultural de la UE se ve amenazado por los ingentes presupuestos de marketing de la industria alimentaria.