La ‘Cántabra’ de Vela reabre la batalla por la Escuela del CEAR
Cuando el Ayuntamiento de Santander y la Federación Española de Vela están a punto de firmar el convenio de 2014 para el desarrollo de la Escuela Municipal de Vela en el CEAR Príncipe Felipe, ha aparecido un nuevo personaje en la historia que reivindica la competencia para la misma actividad: la Federación Cántabra de Vela.
Su presidenta, Julia Casanueva, ha confirmado en declaraciones a EL FARADIO su oposición frontal al convenio y advierte que, de salir adelante el nuevo acuerdo, la asamblea de la FCV estudiará acciones.
Casanueva apela a la Ley del Deporte 2/2000, que deja al Gobierno de Cantabria y a las federaciones deportivas territoriales la competencia para el desarrollo del deporte base, como ya ha trasladado a la dirección general de Deportes del Ejecutivo regional, a la Federación Española y al Consejo Superior de Deportes.
En virtud de esta norma, el Instituto Municipal de Deportes (IMD) del Ayuntamiento de Santander “no puede cederle la Escuela de Vela a una federación que no sea la territorial», asevera la presidenta de la FCV, que sostiene que la situación hasta ahora ha sido «irregular».
Por este motivo, considera que se tenía que haber contado con la Federación Cántabra, que considera tener la competencia para el desarrollo de la Escuela de Vela en el CEAR.
Sin embargo, el convenio que rechaza la Cántabra, y que está a punto de rubricarse, se apoya jurídicamente en legislación nacional, en los estatutos de la Federación Española de Vela y en la propia trayectoria de la Escuela Municipal de Vela de Santander desde el año 1996.
18 AÑOS CON EL MISMO MODELO DE CEAR
Aquel año el Ayuntamiento finalizó las obras del CEAR – que recibió ese título en 1998- y puso las instalaciones municipales a disposición del Consejo Superior de Deportes y de la Federación Española de Vela, que se haría cargo de la gestión, a cambio de alojar la actividad de la Escuela Municipal de Vela, con personal del Instituto Municipal de Deportes (IMD).
Esta relación se ha regulado hasta la fecha por convenio, aunque en el año 2006 sufre una modificación reseñable. El Ayuntamiento renuncia a mantener el personal de la Escuela de Vela, pero aporta 80.000 euros al año a la Federación para que siga adelante con la formación. Jan Abascal, como director del CEAR, asume en la práctica la Escuela de Vela.
Problemas económicos en la Federación, que coinciden con las elecciones que suponen el relevo de Gerardo Pombo como presidente, hacen cambiar las cosas a partir de finales de 2012. La Federación Española suprime el personal ligado a la Escuela y llega a un acuerdo con la Federación Cántabra para que se haga cargo a partir de noviembre de ese año.
Sin embargo, la gestión deja mucho que desear: Jan Abascal se queda sin el personal que llevaba la escuela desde el 96; la FCV asume directamente la dirección de la Escuela; y los padres, no conformes con la situación, ponen múltiples reparos a la nueva gestión.
Su presidenta recuerda una “oposición terrible”, pero la versión de los padres es bien distinta. Según han denunciado en varias ocasiones, el primer mes (noviembre de 2012) no hubo actividad; se contrataron monitores sin la aprobación de la asamblea de la FCV; se desarrollaron salidas al agua sin seguridad, por superar el número de alumnos por monitor permitido; hubo un muy mal trato del material, como un barco que cayó a la autovía y que sigue a día de hoy destrozado en el CEAR; y un cambio de modelo de gestión, por el cual para salir a navegar tenían que pagar el alquiler de los barcos, que son de la FEV, de origen público.
En la primavera de 2013 se repitió de nuevo la situación. La Cántabra de Vela sólo aguantó un mes, y como en anteriores tentativas, el número de alumnos descendió: de un centenar se pasó a menos de la mitad, como muestra del rechazo a la gestión de la FCV. “Fue por presiones de una serie de personas”, según Casanueva.
El pasado mes de noviembre, la Escuela Municipal de Vela sufrió una nueva crisis, con dos nuevos despidos del personal ligado a la instalación: Antonio Bolado, gerente del CEAR, y Rubén Morán, técnico que estaba dedicado a la iniciación, el perfeccionamiento a la Escuela de Regatas del CEAR.
Desde entonces, Ayuntamiento y RFEV negocian un nuevo convenio para retomar las actividades de la Escuela de Vela del CEAR. El acuerdo está muy cercano, con la principal novedad de que el Instituto Municipal de Deportes asumiría el coste de dos trabajadores ligados a la Escuela de Vela, equivalente a una rebaja en la aportación municipal a la Federación Española, que pasaría de 80.000 a 36.000 euros al año.
LA ESCUELA DE REGATAS
La principal discrepancia que expone la presidenta de la Federación Cántabra de Vela es la Escuela de Regatas del CEAR. La Escuela de Regatas es el último nivel de la Escuela Municipal de Vela, que ha ido cogiendo forma, con notable éxito, bajo la dirección de Jan Abascal y su equipo desde el año 2006.
Así, la Escuela Municipal de Vela consta de un primer nivel, de iniciación, un segundo nivel, de perfeccionamiento, y un tercer nivel, para los alumnos que más afición desarrollan por el deporte y que mejor se les da, que es la tecnificación en la Escuela de Regatas, cuando empiezan a competir.
Casanueva considera que nunca debió desarrollarse esta actividad: “Nunca a través de la Federación Española de Vela y menos en un CEAR”, porque la fase de perfeccionamiento y competición, tiene que desarrollarse en las escuelas de regatas de “los clubes deportivos” – privados-.
Aquí llega el quid de la cuestión. Tal y como afirmaba recientemente la directora general del Consejo Superior de Deportes, la Escuela de Vela del CEAR tiene un valor “extraordinario”, derivado de su integración con el equipo olímpico, del contacto de la cantera con los campeones españoles de este deporte, que a su vez sigue generando campeones (Diego Botín, Pablo Turrado, Berta Betanzos, como exponentes de la última hornada).
Este modelo, la condición pública de las instalaciones y de la formación, que abre el deporte de la vela a cualquier familia, independientemente de su condición socioeconómica, “no es justo” para el resto de clubes deportivos – privados-, según argumenta la presidenta de la Federación Cántabra.
Pero en los clubes privados sólo pueden llegar a la fase de competir en las regatas aquellos jóvenes que tengan una embarcación en propiedad, algo que no está al alcance de cualquier familia. “Se podrían buscar fórmulas intermedias”, apostilla Casanueva, como la cesión de embarcaciones o el pago de un alquiler por su utilización para salir a competir.
Pero los padres de la Escuela del CEAR ya se han manifestado en contra de este modelo. Opinan que no tienen que pagar más por el uso de unas instalaciones y un material que se ha levantado en Santander con mucho esfuerzo y dinero público.
«No quiero que nadie se quede sin regatear, buscaremos una fórmula» afirma Casanueva, que apuesta por la integración de los jovenes regatistas del CEAR en los clubes naúticos.
EL PAPEL DEL GOBIERNO DE CANTABRIA
No está muy claro cuál es el papel del Gobierno de Cantabria en esta maniobra de la Federación Cántabra de Vela, pero sí que existe una intensa relación entre las dos partes.
El Gobierno regional está detrás del impulso de la Federación Cántabra de Vela, que había sido prácticamente irrelevante en Santander hasta la designación del Mundial de Vela, en una ciudad con Centro Especializado de Alto Rendimiento y un club privado como el Real Club Marítimo de Vela.
En 2013, el Ejecutivo regional encuentra en la federación territorial la solución a un problema: la deuda mantenida con la Autoridad Portuaria (Ministerio de Fomento) de más de un millón de euros, impedía que el Ejecutivo renovara la concesión de la Isla de la Torre, por lo que tuvo que cerrar la Escuela Cántabra de Deportes Náuticos.
Sin embargo, tras su última salida del CEAR, apareció la Federación Cántabra de Vela para asumir el canon de la Isla de los Ratones. Y llegó a un acuerdo con el Ejecutivo Regional para la utilización del material, entre el que se cuenta una buena flota de barcos.
La Federación Cántabra ha desarrollado sus actividades desde abril hasta septiembre – los meses de buen tiempo – en la Isla de la Torre, con material de propiedad pública. “En campaña escolar no hemos tenido muchos alumnos, pero en verano han pasado 500 por la escuela”.
Desde el pasado otoño, la FCV desarrolla su actividad en otro club privado, Marina del Cantábrico, al sur de la Bahía. Por el momento, sólo tiene 9 alumnos infantiles y 12 adultos en invierno. Ahora quiere volver al CEAR de Santander.