Una ocupación de la PAH en el BBVA fuerza otra reunión para analizar casos de desahucios
En la oficina del BBVA en Calvo Sotelo los postes que canalizan la llegada de clientes a las ventanillas han hecho también de barrera física e invisible entre el personal de la oficina y los activistas de la PAH de Santander que la han ocupado a mediodía de este jueves.
Una distancia entre ambas partes que ha llevado a responsables del banco a llamar a la policía para desalojarles por la fuerza, aunque finalmente se impuso la opción del diálogo y no fue necesario.
El mensaje es claro y así lo han recibido las plataformas antidesahucios: para lograr hablar con los bancos hay que recurrir a acciones como las ocupaciones de las oficinas. Hace dos semanas, la de Liberbank en Cazoña; este miércoles, la del BBVA frente a la Catedral.
Allí, en pleno centro, poco antes de la hora en que la ciudad comienza a prepararse para ir a casa a comer, entraron una veintena de activistas de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH) de Santander.
Y entre ellos, los dos casos para los que buscaban soluciones: Sergio, de San Vicente de la Barquera; y Washington, natural de Ecuador, que se ha declarado (él, a título personal) en concurso de acreedores, empeñados en desmentir el eslogan publicitario de las hipotecas del BBVA que presidía la protesta. No hay casas para todos.
Para el primer caso reclamaban un aplazamiento y para el segundo que no pagara sus deudas con su vivienda, al haberse declarado en concurso (figura habitual en las empresas cuando no pueden con todos sus pagos y que también pueden emplear las personas). En definitiva, la aplicación del Código de Buenas Prácticas suscrito.
Las acciones de la PAH, en una línea de trabajo hacia la que se han lanzado de forma muy decidida, siguen causando reacciones de sorpresa y rechazo en las oficinas bancarias.
En este caso, hubo un silencio inicial por parte del banco (y las críticas de una clienta que les recriminaba el ruido que hacían con sus protestas, coreando lemas como “Si no hay dación, habrá ocupación”).
Silencio que duró el tiempo suficiente para que desde el banco se avisara a la Policía, cuyos agentes –viejos conocidos de la PAH a fuerza de coincidir en todas sus protestas—se desplazara allí.
Sobre el papel, la orden de detención, con el uso de la fuerza incluido, estaba solicitada si optaban por continuar en la oficina. Así lo transmitió la policía al conjunto de activistas, que votó permanecer.
Su petición era la de una reunión con el responsable de zona de BBVA en Cantabria que, alegaban desde el banco, se encontraba de viaje fuera de la comunidad autónoma.
Un par de conversaciones cruzadas de ida vuelta entre los portavoces, la Policía y el banco concluyeron, finalmente, con el compromiso del banco de llamarles este mismo jueves, una vez analizaran los casos concretos de Sergio y Washington para estudiar soluciones.
Objetivo cumplido: los activistas antidesahucios abandonaron la oficina. La ciudad seguía su ritmo y el centro se había vaciado ya para irse a comer.