Los acusados de Podemos por las denuncias de acoso laboral alegan una «purga política»
El informe final del Comité de Seguridad y Salud Laboral de Podemos se ha recibido como una «purga política» en Cantabria entre los acusados por las denuncias de acoso laboral, que no son sólo el diputado José Ramón Blanco, sino también la secretaria general, Rosana Alonso, el secretario de organización, David González y la secretaria de Feminismos, Belén Milán, señalados por presuntamente haber «ocultado la situación», y que, por contra, alegan indefensión en un proceso «inquisitorial» y «sin garantías«.
El todavía diputado José Ramón Blanco – que anunció su dimisión del cargo y su renuncia a las primarias al trascender el contenido de grabaciones aportadas en las denuncias por acoso laboral– ha denunciado una “vulneración de lo establecido en el partido y de los derechos fundamentales proclamados en la Constitución” y pide «la nulidad radical» de las actuaciones internas, en unas alegaciones a las que ha tenido acceso EL FARADIO.
Blanco basa su defensa en errores e incumplimientos de los propios procedimientos de la organización, que constituyen una lesión de sus garantías «fundamentales» como acusado, como que se le tomó declaración sin informarle de los hechos objeto de la investigación, sin acceso a las pruebas, sin que se levantaran actas de las declaraciones y de la valoración de la prueba del órgano instructor o que se inadmitieron los testigos solicitados por el denunciado.
Asimismo, considera que «la instrucción debe reputarse radicalmente nula» porque el Comité de Seguridad y Salud Laboral debía «ceñir» su actuación al acoso «laboral», entre «trabajadores», según el propio texto de Solución Autónoma de los Conflictos de Acoso y Violencia Laboral en el Trabajo de Podemos.
De esta manera, explica que la investigación más allá de la denuncia de la empleada “carece de sentido”. Es decir, que la instrucción se haya extendido a otras personas (su compañera de grupo parlamentario y candidata en las primarias, Verónica Ordóñez, y su compañera de Consejo Ciudadano en Santander, Lidia Alegría) respecto de las cuales no puede haberse producido “acoso o violencia laboral”.
Además, el diputado denuncia que la fecha en que se adoptó la propuesta de resolución (previa al informe final) se produce días antes de que su versión fuera escuchada en una entrevista en la sede de Santander, y que en conjunto los hechos descritos en el informe «no se corresponden con la realidad» y «en cualquier caso no constituyen acoso laboral».
EL INFORME «NO SE CORRESPONDE CON LA REALIDAD»
Si la investigación de las denuncias de Cantabria plantea que «al menos desde 2015 se viene dando un clima de enfrentamiento» entre los «partidarios de José Ramón y los de Verónica” que “deriva en conductas que esta comisión considera intolerables en el ámbito del trabajo”, Blanco lo enmarca en un “contexto de ruptura o enfrentamiento entre dos sectores, lo que, como es obvio, puede originar tensiones y debates acalorados, e incluso enfados o silencios continuados”.
En su rechazo de las imputaciones del Comité de Seguridad y Salud Laboral, el diputado recalca que se relatan «conductas ajenas», como un episodio denunciado por la diputada Verónica Ordóñez (que este lunes admitía en EL FARADIO DE LA MAÑANA haber hecho grabaciones) en 2015 en el que dos trabajadores del grupo parlamentario (que fueron destituidos posteriormente) se encierran con llave con ella en el despacho.
El informe asume que fue Blanco quien tuvo que facilitar las llaves y remite a la prueba de audio en la que se aprecia un «tono intimidatorio«, pero el diputado alega que «lo que no cabe es imputar conductas ajenas«.
“Los supuestos malos modos y el mal carácter” o “los gritos” de José Ramón Blanco, prosigue en su defensa, «no pueden sostener la existencia de un comportamiento tan grave como el acoso laboral e incluso la violencia de género», una acusación que le resulta “ciertamente desconcertante”.
LAS EXPRESIONES NO CONSTITUYEN «ILÍCITO»
Además, subraya que «difícilmente puede ser acoso» algunas de las expresiones que «no son delante de la denunciante», como “peor persona del mundo”, “no nos va a dirigir una vasca” u “ojalá no salga de la anestesia”.
Asimismo,el informe otorga a Blanco «expresiones muy difamantes» contra Verónica Ordóñez, «deseándole la muerte y confesando incluso a un testigo que iba a contratar a dos rumanos» para «matar» a la diputada y a la periodista del grupo parlamentario que presentó la primera denuncia por acoso laboral, en julio de este 2018.
Blanco niega «tajantemente» la frase, que merece «nula credibilidad», pero en todo caso remarca que «desear la muerte no es difamar ni constituye ningún ilícito».
Tampoco otorga veracidad, «no es cierto» dice, que «determinadas personas tienen miedo cuando hablan por si hay gente afín a José Ramón Blanco», algo que además «no implica al denunciado” ni “constituye acoso”.
Sobre otra de las acusaciones, según Blanco «el informe hace propio al parecer lo dicho por (Alberto) Gavín, que fue coordinador permanente de la dirección interina entre junio de 2017 y abril de 2018, en calidad de testigo en esta investigación, y califica de «calumnia» que llegara a crear «capturas falsas de aplicaciones de mensajería instantánea para dar credibilidad a sus calumnias”.
UNA DISCUSIÓN «PUNTUAL Y ACALORADA»
Respecto a la primera denuncia presentada por la trabajadora del grupo (en el mes de julio), relata que no hubo «ningún problema» en la relación laboral y hasta esa fecha la consideraba «amiga íntima y confidente», pero entonces le «sorprendió» que «un conocido la sorprendiera con Verónica Ordóñez trazando una estrategia común respecto a las primarias, precisamente».
Entonces Blanco admite «una discusión puntual y acalorada que nada tiene que ver con el acoso, que requiere un comportamiento denigrante y sostenido en el tiempo», pero al respecto de la baja médica de la trabajadora rechaza que se deba a su comportamiento, porque «en modo alguno está acreditado y no se ajusta a lo ocurrido».
El todavía diputado se pregunta si es acoso “mandar callar de muy malos modos a las trabajadoras en el despacho porque le molestaban para concentrarse”, como apunta el informe.
Y respecto a la secretaria general de Santander, Lidia Alegría, con quien según el relato de los investigadores tuvo una relación sentimental, el diputado reconoce «algunas discusiones, siempre políticas en el marco del Consejo Ciudadano de Santander», pero asegura que “jamás» ha incurrido en «conductas de acoso” y «mucho menos de violencia de género».
Además sostiene que «ni se le menciona en algunos hechos acreditados», como una supuesta campaña de hostigamiento en redes, con el apoyo, entre otros, de Rosana Alonso, «que van dando likes a tweets en el que se la tacha (a Alegría) de traidora«.
En conclusión, subraya que «no ha habido ningún intento de quebrantamiento sistemático de la integridad moral de las denunciantes y mucho menos de la integridad física”, por lo que pide al Comité declarar la «nulidad» del procedimiento por las «infracciones» expuestas y acuerde el «archivo definitivo» de las denuncias por «no ser constitutivas de acoso laboral».
Fernando Díaz
Independientemente de la lamentable impresión general que produce este asunto al exterior del propio Partido, hay que destacar la especial torpeza de sus protagonistas a la hora de gestionar sus responsabilidades y su indigencia moral (hay una frase muy significativa de V. Ordóñez en ese corte de la Tertulia de El Faradio; “… y eso os lo digo de verdad”, hay quien puede entender que el resto de sus afirmaciones no sean tan verdad…
He oído críticas que, precisamente por darse en partidos nuevos, estos sucesos son especialmente lamentables. Yo no comparto tanto ese punto de vista, porque eso supondría dar por bueno una especie de Adanismo político, es decir, que están hechos de otra pasta y se mueven por mecanismos distintos, más puros y por encima del bien y del mal. Cuando en realidad, me temo que no es así. Estos escándalos y pequeñas o grandes miserias se dan en todos los partidos, la diferencia está en que unos lo airean más y otros menos. Lo cual tampoco es un mérito, es simple constatación.
También encuentro necesario criticar -porque dudo que alguien más lo haga en estos tiempos tan condescendientes- ese otro aval de pulcritud y ejemplaridad en que han convertido al Feminismo.
Si eres un partido nuevo y además feminista, puedes respirar tranquilo, te puedes considerar a salvo de toda contaminación y ser propietario de una integridad blindada.
Sin embargo, en cuanto rascamos un poco en este “nuevo estilo” encontramos vicios y prácticas muy conocidas tanto en los viejos partidos como en los “machistas” : sin ir mucho más lejos grabaciones a compañeros …
Una de las grandes manipulaciones del actual neofeminismo es precisamente el autoerigirse en una especie de ideología salvadora, mesiánica y pura. Que ha permanecido al margen de la historia, protagonizada por supuesto para mal por los hombres. Precisamente al no tener culpa o pecado original dice presumir de la mencionada pureza.
Este pseudoargumento, aparte de falso e infantil, lo que indica es la necesidad de tener cuidado con sus propagandistas, como vemos en este caso doméstico sin ir más lejos.
Nadie, y mucho menos un sexo mitad de la humanidad, vive ni puede vivir al margen, nadie puede desmarcarse del conjunto de la sociedad porque co-habitamos, nos co-influimos, nos co-determinamos.
Las pruebas las podemos ver y escuchar en las Tertulias del día a día.
Serguey
Yo lo resumiría mucho más. Por mas eufemismos, Podemos es un partido comunista se mire por donde se mire. Desde su fundación, internamente, todos los partidos (y loa países en donde han gobernado) se rigen igual desde Laurenti Beria: la disidencia interna se elimina y punto.
Fernando Díaz.
Es un error identificar esa forma de funcionar con un partido supuestamnete comunista, como si los demás fuern distintos ¿qué diferencia las purgas de Podemos de las del PP o del Psoe?.
Vamos a decirlo claro: La democracia interna en los partidos no existe, es más, no puede existir. Pensar en otra forma de funcionar implica altas dosis de inocencia.
En el caso de Podemos, tal vez de lo que adolezca sea precisamente de falta de autoridad y de rigor, (en el buen sentido).
Yo, más que un partido comunista, lo que veo es un batiburillo ideológico que dispara a todo lo que se menea con apariencia izquierdista. Así les va.
Serguey
…tienes bastante razón en lo que dices en similitudes de funcionamiento con otros…pero aparte de lo comentas, que es verdad que disparan a todo, sus discursos y actitudes hacen especialmente preocupante su forma de afrontar la vida, a la hora de, no ya descalificar, si no intentar negar cualquier derecho a la opinión al mismo nivel y con los mismos derechos que las suyas, no ya al adversario político o interno, sino a cualquier ciudadano y esto, creo, lo hacen con mucha más virulencia que el resto…pero repito que comparto tu razonamiento.
Fernando Díaz.
No hay por qué identificar la democracia interna de un partido político con la democracia del conjunto social. Esto sólo tendría sentido en caso de existir un partido único.
En la medida en que un partido forma parte de una tendencia o de una parte de la sociedad para legislar es una institución privada —> así son considerados los partidos legalmente (“asociación privada”). Solo toman su vertiente pública al entrar en confrontación con los demás partidos políticos al tratar de trasladar sus puntos de vista al conjunto de la sociedad.
De hecho, el estar subvencionados por el Estado está justificado por ese punto de vista público.
………
En cuanto a las ideas, a Podemos lo identifico más como un ejemplo ideológico de Neoizquierda basada en un Humanismo idealista y metafísico: el multiculturalismo (convivencia pacífica y armónica de diferentes culturas), los derechos humanos como eje y nebulosa referencia ideológica, alimentos vegetales, un humanismo que trasciende la Nación, feminismo, estética calculadamente desaliñada, defensa de nacionalismos periféricos, ecologismo, etc.
Con este equipaje ideológico no veo tanto a Podemos como un partido comunista al uso, más bien como un partido de izquierda fundamentalista, idealista, voluntarista (“Podemos”). Aunque sí reconozco algún tick de centralismo democrático a la hora de desautorizar a los círculos, insisto en que los demás partidos tampoco son un ejemplo de lo contrario.