»Todo el mundo queda aterrado, porque esto le puede pasar a cualquiera»
Mateo es un chico normal de 20 años, deportista, amante de los animales, lector y pacifista. Estudia sociología en la Universidad pública, en Bogotá (Colombia). Fue detenido injustamente el 23 de febrero de 2017, acusado de participar en la activación de un supuesto atentado el 18 de septiembre de 2015. Mateo fue juzgado e ingresó en prisión bajo los cargos de terrorismo, hurto, agravado y calificado, fabricación y porte ilegal de armas y concierto para delinquir.
Mateo fue víctima de un falso positivo judicial (montaje judicial). Lo acusaron de haber participado en la activación de un artefacto panfletario el 18 de septiembre de 2015. Las autoridades se basan en el testimonio de un joven que, 15 meses después, hace un supuesto reconocimiento de Mateo que no corresponde con la versión que había hecho en el momento del incidente en 2015.
Pesé a ser declarado inocente y salir de prisión hace escasos días, Aracely, su madre, nos comenta cuál es su miedo ahora. ‘’ Ahora nuestro temor es que nos suceda como con otros chicos, que han salido y después los han vuelto a capturar por otras causas, no los dejan tranquilos. Por eso no es suficiente que haya obtenido la libertad’’.
También relata el ejemplo de otros casos, como el de un atentado al centro comercial Arandino, donde murieron tres mujeres. Ahí, unos chicos fueron dudosamente acusados y, pesé a salir más tarde impunes, al poco tiempo de salir de la cárcel, las autoridades los volvieron a detener acusándolos de rebelión.
Las «trampas» que se tienden son más que habituales, según denuncian y ponen de ejemplo otro caso en el que unos chicos fueron a pasar unos días a una casa. El dueño les dijo que podían acceder a toda la casa excepto a un cuarto cerrado y, en un momento determinado, este hombre se marchó de la casa con la excusa de tener que hacer algo, momento en el que las autoridades entraron y encontraron en esa habitación «prohibida» explosivos, y los chicos fueron acusados por ello.
Como estos, hay otros tantos casos que vislumbran injusticia desde kilómetros. Parecen cuestiones absurdas pero, en cierta manera, parecen planes llevados a cabo meticulosamente para tener siempre a quien culpar, aunque esa persona desprenda inocencia a raudales.
Aracely nos detalla que son habituales los pinchazos telefónicos y los seguimientos, también en el caso de Mateo. «Su novia fue objeto de seguimiento, de intimidación directa por un hombre que la abordó en una moto, llamándola por su nombre y tirándola una foto de ella en Rusia. Otra gran amiga de Mateo fue objeto de allanamiento en casa, se llevaron su computadora, su celular…».
«Veo una gran acogida en España, la gente se sensibiliza. En ningún escenario he encontrado una persona que me diga: ¿Oye no será que exageras, o que tu hijo hizo algo? No, todo el mundo queda aterrado, porque esto no es ajeno a nadie, es algo que le puede pasar a cualquiera por cualquier hecho», agradece Aracely.
Los periodistas no han sido nada favorables a Mateo, han sido los medios más alternativos y cercanos a la gente los que sí han dado más voz a la verdad. «Me dicen que no siempre se puede creer a los hijos, que todos mienten alguna vez. Pasaré por madre ingenua pero yo sé que, si mi hijo hubiera hecho alguna de estas actividades, lo habría dicho, lo habría asumido con dignidad, por su pensamiento o por lo que sea, pero no es así. Es entonces cuando ponen en juicio incluso tu credibilidad hacia tus hijos».
Tres días después de que se produjese un atentado, en el cual un policía falleció y tres quedaron gravemente heridos, Mateo fue capturado. El ministro de defensa, el presidente y el alcalde de Bogotá lo acusaron de este hecho en los medios de comunicación. Sin embargo a Mateo por estos hechos no le endosaron ningún cargo en la audiencia de legalización pero sí que le acusaron de un hecho ocurrido en septiembre de 2015.
Ahora, tiempo después, Mateo ha sido declarado inocente y puesto en libertad, pero el temor es el de siempre, el miedo a que le acusen de cualquier cosa con tal de volver a encerrarle. Pues a veces la libertad no es libertad si te esperan en cada esquina para privarte de vivir.