No más muertes por migrar – Queremos acoger
|| Jesús Puente, miembro de Pasaje Seguro ||
Diciembre suele ser un mes apropiado para los balances, las reflexiones, y los propósitos (buenos o malos) del año siguiente.
Desde el punto de vista de la solidaridad con las personas migrantes, el balance de la barbarie contra las mismas es obligado para poder ponerle freno, la reflexión sobre las políticas de la Unión Europea (UE) que promueven esta barbarie, es necesaria para poder denunciarlas con rigor y los buenos propósitos solidarios para el año que viene deben hacer frente a los malos propósitos que en nuestra frontera sur, en España, y en Cantabria, se suceden y se anuncian.
Siguiendo en diciembre, no todas las noticias del pasado día 2 fueron malas, el pesquero español ‘Nuestra Madre Loreto’ pudo llevar a tierra a los 12 migrantes que rescató del mar y de la persecución de los guardacostas libios. 10 días de incertidumbre en los que Malta, Italia, y España tarifaron para ver quien incumplía con más rapidez y efectividad las convenciones internacionales de acogida de refugiados y la ley del mar.
Sin embargo, y pese al alivio que supone la salvación de ese grupo de semejantes, las políticas criminales de cierre de fronteras que provocan muertes evitables siguen llenando el mar de víctimas.
Una de esas políticas es la de eliminar a los testigos, la de disuadir a la sociedad civil organizada de que actúe, salve vidas y cuente lo que pasa. Un buen ejemplo en este mes de diciembre es el del buque Aquarius. Este barco, operado por Médicos Sin Fronteras y por SOS Mediterranée, bien conocido por su actividad de salvamento de refugiados en el Mediterráneo Central, ha sido perseguido por el gobierno italiano dentro de su política de echar a las ONGs del Mediterráneo y de entregar a las personas migrantes a los grupos armados libios entrenados por la UE. El Aquarius ha sido privado de su bandera, y ante la imposibilidad de seguir navegando las ONGs han tenido que renunciar a su uso.
Más gente va a morir ahogada sin esperanza y sin testigos y nuestros gobiernos son los responsables, y lo son deliberadamente, no articulan un sistema de salvamento y de pasaje seguro para las personas que se juegan la vida en pateras, y impiden que la sociedad civil organizada y solidaria lo haga. ¿Cómo nombrar a eso? ¿Crimen? ¿Asesinato masivo?
A la vez, el balance a mes de diciembre en nuestra frontera sur nos dice que cientos de personas migrantes han muerto ahogadas tratando de llegar a nuestras costas en pateras. 678 cadáveres encontrados en lo que llevamos de año, cuando en todo el año 2017 se encontraron 224, cuando tras 30 años desde que se registró el primer cadáver en Tarifa se han contabilizado 6714, cuando la Organización Internacional de Migraciones (OIM) calcula que por cada cadáver hallado hay tres mas perdidos.
Este crecimiento terrible tiene que ver sin duda con el cierre de las rutas de Grecia y del Mediterráneo Central, pero tiene mucho más que ver con políticas conscientes de la UE y sus gobiernos, políticas que ante la demanda y necesidad de inmigrantes en Europa optan por precarizar y desregular su llegada, para negarles derechos, criminalizarles y así provocar el miedo y el enfrentamiento entre las personas migrantes y el resto de la ciudadanía.
Este cierre de fronteras convierte a los migrantes en mano de obra vulnerable y precaria, y es el que promueve la aparición de mafias vinculadas al tráfico ilegal de personas, mafias que desaparecerían en cuanto se abrieran rutas seguras y las personas migrantes tuvieran libertad de circulación y garantía de acceso.
El 2 de diciembre hubo malas noticias que anuncian peores propósitos, es muy mala noticia que fuerzas políticas que criminalizan a las personas migrantes, que promueven la xenofobia y el racismo crezcan y entren en los parlamentos, aquí y en el resto de Europa. Pero esa mala noticia no es producto de ninguna maldición, es el producto de políticas deliberadas que buscan el odio y el enfrentamiento entre los de abajo para mantener la exclusión y la desigualdad social.
En este mes de diciembre, aquí, en Cantabria, constatamos como se mantiene el tráfico de armas hacia Arabia Saudita desde el puerto de Santander. Armas destinadas a masacrar a la población civil del Yemen, en uno de los conflictos más crueles de los últimos tiempos.
Guerras como las del Yemen, la de Iraq, la de Siria, como las sucesivas guerras del Congo en África Central, como la de Afganistán; todas ellas promovidas en buena medida por la estrategia y las políticas económicas de grandes potencias como la UE, guerras alimentadas con las armas de la UE, producidas también en Burgos, en Alava, en Cádiz, y transportadas desde nuestro puerto. Esas guerras producen centenares de miles de refugiados, destruyen la agricultura, las ciudades, obligan a la gente a huir. Políticas como las de la UE provocan la existencia de de personas migrantes a la vez que les cierra los caminos de llegada, les niega la acogida.
Ese tráfico de armas desde nuestro puerto no solo es inmoral, es ilegal. Pero, cuando organizaciones como Pasaje Seguro hemos pedido a nuestras autoridades regionales y a la Autoridad Portuaria de Santander que cumplan con las leyes vigentes, hemos recibido buenas palabras de los primeros y negativas a emprender las acciones legales que les corresponden a los segundos.
Lo dicho hasta ahora puede ser un balance, un balance sangriento derivado de políticas inhumanas y crueles. Pero sin duda, forma también parte del balance la oposición a esas políticas migratorias, oposición que permite recoger información de lo que pasa y darlo a conocer, oposición que se niega a aceptar el racismo y la xenofobia que se promueve para hacernos cómplices de esas políticas, oposición que no está dispuesta a aceptar la doble moral y las lágrimas de cocodrilo de nuestros gobernantes y gestores.
El buen propósito es enfrentar esas políticas, dejar claro que no se hacen en nuestro nombre, difundir los valores de la igualdad, la fraternidad, y la solidaridad. Sigamos haciéndolo, para poder quitar razón a las duras y ciertas palabras de Martín Luther King “»cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas». Porque esas políticas son resistibles, y nos corresponde a la ciudanía organizada y solidaria resistirlas y revertirlas.
Para seguir recordando a las personas migrantes ahogadas, muertas, y desaparecidas en nuestra frontera sur, para exigir la acogida sin restricciones a las personas que llegan a nuestro país en busca de un futuro mejor, para combatir el tráfico de armas desde nuestro puerto, Pasaje Seguro convoca una concentración ciudadana el próximo jueves 20 de diciembre a las 19,30 en la Plaza del Reenganche de Santander.
Porque no queremos acostumbrarnos al crimen disfrazado de accidente, porque no aceptamos como norma de convivencia el racismo y la exclusión, porque nada de eso debe hacerse en nuestro nombre, no dejaremos de gritar:
NINGÚN SER HUMANO ES ILEGAL-PASAJE SEGURO YA
Fernando Díaz
Entiendo que la defensa de la circulación libre de migrantes es algo bien visto hoy, incluso justo y necesario.De ahí a ver que regular las fronteras (no cerrarlas) produce “ mano de obra vulnerable y precaria, y es el que promueve la aparición de mafias vinculadas al tráfico ilegal de personas, mafias que desaparecerían en cuanto se abrieran rutas seguras y las personas migrantes tuvieran libertad de circulación y garantía de acceso” hay un gran trecho.
Como se generan más vulnerabilidades es precisamente con emigrantes sin papeles y sin control.
Defender que todo el mundo que quiera pueda acceder a España (o Europa) con toda libertad es un deseo en cierto modo compartible, al menos en teoría, y lo es por moverse a escala ética.
Sin embargo, si lo tratamos en el plano moral (social) deja de ser tan compartible. ¿Por qué? Porque lo que es válido a nivel humano individual (proteger y salvar vidas humanas tomadas de una en una) deja de serlo a nivel de grupo, ya que en esta última escala interviene la sostenibilidad de la comunidad. Y es que los recursos económicos son limitados, con lo cual hay que tener en cuenta sus límites.
Esto significa que no puede -ni debe- ser lo mismo la naturaleza de las actuaciones de alguien que milita en una Ong que defiende los principios antes mencionados de ayuda indiscriminada, con las de los dirigentes, responsables de tomar decisiones al respecto.
Lo que es un error y un problema es identificar ambos ámbitos. Y esto parece que hay mucha gente que no repara en ello.
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“…cuando organizaciones como Pasaje Seguro hemos pedido a nuestras autoridades regionales y a la Autoridad Portuaria de Santander que cumplan con las leyes vigentes, hemos recibido buenas palabras de los primeros y negativas a emprender las acciones legales que les corresponden a los segundos”
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Es contradictorio exigir el cumplimiento de las leyes a la hora de embarcar armas en Santander y olvidarse de ellas con la defensa de puertas abiertas en las fronteras. Ser legalistas a tiempo parcial no es de recibo.
En mi opinión, la Izquierda ha perdido el norte con este tipo de componente ideológico. Es cierto que siempre ha tenido su dosis de utopía, pero este tipo de causas románticas e idealistas se alejan del realismo que tendría que acompañar a esta opción política. Lo veo mucho más cerca de posiciones religiosas (cristianas), lo cual es lícito, pero lo aleja de presupuestos basados en situaciones prácticas.
Una cosa es colaborar o exigir medidas para que los países de origen produzcan más recursos y medios de vida; y otra atizar el llamado ´efecto llamada´ estimulando la llegada indiscriminada de emigrantes.
BocaHickory.com
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